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Las leyendas venezolanas son una colección de narraciones acerca de eventos reales y fantásticos, con una dosis de ingredientes sobrenaturales y religiosos. El pasado indígena y colonial de esta nación aporta vital sustancia para el desarrollo de sus temáticas.

Leyendas venezolanas

Leyendas Venezolanas

Son sumamente variados los temas tratados en las leyendas venezolanas, ya que cuenta con una narrativa muy particular que incita a quien comienza a leer este tipo de crónicas, a investigar más en profundidad. Para quien lo desconoce, en las leyendas se fusiona la realidad con la ficción resultando de ello un relato donde el lector se siente cautivado por uno u otro motivo.

Están disponibles variedades de las mismas historias que se adecuan al lenguaje de su público objetivo. A saber se conocen leyendas venezolanas de terror así como leyendas venezolanas infantiles. Sumado a ello sus personajes frecuentemente son parte de la historia del sitio o región de donde proceden. En contraste al mito, que usualmente se ocupa de los dioses, las leyendas se basan en figuras humanas.

Leyendas Venezolanas Populares

Como parte de la cultura popular siempre están presentes las historias relativas a figuras del folclore tradicional o de la vida cotidiana, las cuales vienen a conformar las leyendas venezolanas populares.

Leyendas Venezolanas El Silbón

Es una célebre leyenda que ha permanecido por bastante tiempo en el folclore venezolano por su espantosa narración y su atroz creencia acerca de un ser que toma la vida de hombres de conducta impropia a quienes mata sin piedad alguna llevándose sus huesos en el interior de una gran bolsa.

El Silbón como componente de las leyendas venezolanas, cuenta la crónica de un joven consentido, con el cual sus padres eran muy condescendientes, y quien no mostraba ningún tipo de respeto hacia sus mayores.

Cierto día, éste se había antojado de comer asadura, lo que es conocido en el interior del país como el picado de carne del hígado, corazón y el pulmón o bofe del ganado. Eso ocasiona que el progenitor del muchacho resuelva salir, coja su gran escopeta para ir de caza y complazca a su bello, precioso y malcriado hijo.

El hijo hastiado de tanto aguardar a su padre cuando ya estaba muy avanzada la noche sin éste haber arribado aún. Entonces decide salir a buscarlo, al tanto que camina por el llano alcanza a avistar a su padre que se aproxima.  Al juntarse con él se lleva una gran sorpresa, la cual era que éste no había podido satisfacer su antojo de comer asadura.

Esto provocó que el joven, ofuscado por su inverosímil rabia, resuelve asesinar a su padre para de este modo poder extraerle las vísceras y poder llevarlas con su madre para que ésta se las cocinas. Al conseguir el joven descuartizar el cadáver de su padre y lograr extraer de él todas las viseras, introduce todos los huesos de éste en un modesto saco.

El muchacho llevó las vísceras a su madre para que ésta pudiese cocinarlas. La madre al objetar la demora de su esposo y el raro sabor de las asaduras, comienza a preguntar al muchacho, quien admite su pecado sin una pizca de culpa o de titubeo por lo realizado. Esto ocasionó que la madre lo maldijera de por vida.

El hijo miedoso de la furia de su madre resuelve escapar de su casa para ser perseguido por su hermano Juan quien le da una golpiza para luego embadurnar ají en el interior de una de sus heridas.

El hermano Juan ordenó a uno de sus perros, el de nombre Tureco, para que lo mordiera, pero el animal alcanzó a matar al joven a dentelladas. Esto fue tomado como parte de la maldición que le profirió por toda la eternidad su madre a quien en un futuro sería el Silbón.

Hay otra versión de esta crónica en la cual el padre se lleva a la cama a la prometida de quien sería luego el Silbón. El muchacho al saber de la deslealtad por parte de su progenitor resuelve asesinarle cegado por la rabia.

El abuelo del muchacho se percata de ello y ordenó a que el joven fuese atado a un poste de madera que se hallaba en el medio de llano, para después marcar toda su espalda a fuerza de latigazos. El abuelo resolvió asear sus heridas con agua hirviente,  luego de lo cual resuelve untarle en cada de sus heridas ají picante para que desfalleciera del dolor.

Al concluir la tortura, el  abuelo libera al muchacho para luego enviarle un par de perros con rabia y hambre. Al tanto que éste contemplaba aquel espectáculo horroroso maldijo al muchacho y lo sentenció a que cargara con los huesos de su progenitor por toda la eternidad.

El Silbón es una ser que mora por los distintos llanos venezolanos, deambula en el verano por todos sus territorios, tomando entre sus manos el polvo del camino e introduciéndose en el interior del gran saco portaba en su espalda.

En el invierno sus alma vagabunda deambula por todas estas grandes regiones sedienta de sangre y muerte. A ello le sumamos el enorme placer que le provoca escarmentar a todos los borrachos, vagos y mujeriegos, incluso a una que otra víctima ingenua dentro de su extensa lista de crímenes horripilantes.

De acuerdo al relato compartido por los moradores del llano, el Silbón coge a los borrachos y les sorbe desde el ombligo todo el licor que aloja dentro de su cuerpo. Al tanto que a todos los sujetos mujeriegos los descuartiza y toma sus huesos para meterlos dentro del gran saco que cargaba en su espalda. Se dice que el Silbón se muestra sentado en la puerta de las viviendas, sitio en el cual comienza a contar todos los huesos de su padre.

El Silbón emite un gran silbido muy peculiar. Las personas que han tenido la oportunidad de oír su silbido dicen que si se oye de cerca no habrá ninguna clase de peligro, pero se comenta que es de mucho mayor peligro cuando su silbido se oye lejano, ya que se localiza más próximo de lo que se piensa.

Si es más de una persona las que alcanzan a oír su silbido no ocurrirá nada, pero las personas que no alcancen a oír su silbido no despertaran de nuevo o no llegarán con vida al próximo día. Numerosas personas aconsejan el uso de ají o el ladrido de cualquier perro para poder ahuyentarlo ya que le hace recordar su pasado.

Leyenda de Florentino y el Diablo

Florentino era un hombre que no albergaba temor a prácticamente nada. En efecto, una de sus mayores aficiones era usualmente buscar circunstancias peligrosas, ya que de ese modo era la única manera de descargarse de adrenalina.

Por si eso fuese poco, aquel individuo se vanagloriaba de ser conocedor de todas y cada una de los caminos del Llano. Eso hacia de él un sujeto muy evasivo, ya que podía conducir a su caballo a lugares que sus perseguidores desconocían.

Otra de las facultades de Florentino, era que sabía bailar extraordinariamente. No existía nadie en el poblado que bailase tan bien como él. En efecto, hay algunos que señalan que ni el mismo demonio se dispuso a «retarlo» en la pista de baile. Aun así, Satanás se decidió finalmente a desafiarlo. Este relato es uno de las más insólitos que se conocen en Venezuela ya que se encuentra dividido en varias partes.

La parte inicial es correspondiente a lo que los de antaño llamarían como el Duelo. O sea, la ocasión en la que el Diablo se consiguió cara a cara con Florentino y lo retó a un contrapunteo. En la segunda parte se nos indica que el hombre se quedó esperando a que Belcebú escogiera el instrumento musical que usaría para «la contienda». Solo  había cuatro de ellos: Un par de maracas, un cuatro, una bandola y un arpa.

Al final del desafío, Florentino resulta ganador exactamente en el instante en el que el sol empezaba a salir por el horizonte. Ciertas personas consideran que resultó ganador merced a esto último, ya que la luz solar perjudican al Diablo. No obstante, existen otras personas que creen que dicho individuo pudo vencer gracias a que era conocedor de varios hechizos de magia negra.

Cualesquiera que sea la situación, lo que es cierto es que Florentino no canto mas nunca en su vida, ni mucho menos volvió a tomar un instrumento.

Evaluando esta leyenda desde una perspectiva histórica, no hay venezolano que considere un misterio que su autor, Alberto Arvelo Torrealba, haya escogido a estas figuras representativas de la región de Santa Inés, ya que fue en esa zona en la cual el general Zamora obtuvo el triunfo en contra del ejército centralista, los cuales tenían como propósito primordial prolongar el sistema oligárquico en este país.

Leyendas Venezolanas La Llorona

Con el apodo de la «Llorona» se conoce a una chiquilla venezolana que se había enamorado apasionadamente de un soldado, y de cuyo romance concibió a una hermosísima niña. No obstante, al saber de lo acontecido, el militar se rehusó a encargarse de ambas y la muchacha hubo de cuidar sola de la criatura. Se cuenta que el llanto de la bebé era tan estridente que su madre siempre andaba con los nervios de punta.

Por tal motivo, un día su madre acabó asesinando con sus propias manos. Al rato la muchacha recuperó la conciencia y se percató del crimen cometido. Fue así que empezó a llorar de manera angustiosa. Sus alaridos llamaron la atención de sus familiares, quienes al darse cuenta de lo ocurrido, le arrojaron una maldición.

Tiempo después ella se fue de casa con rumbo al llano en donde se extravió para siempre, hasta que se transformó en un espíritu. Lo que se conoce de ella es que se dedica a raptar a los niños que están alejados de su casa o que  anden solos en el campo.

Según lo que se cuenta, la temporada del año en la cual tiende a aparecer la llorona es en primavera (específicamente al inicio de la Semana Santa). Clásicamente suele representarse como una jovencita de piel morena, con cabellera larga y negro. Sus ropajes son una bata blanca cubriéndose con una capucha negra.

En ciertas oportunidades se le puede ver cargando lo que parece ser un recién nacido, aunque sólo es producto de la imaginación. Igualmente una de las frases que reitera frecuentemente es la de: ¡Mi Hija, mi hija! Las madres de Venezuela de tiempos anteriores espantaban a sus hijos cuando se comportan mal, advirtiéndoles que si no respetaban las reglas de casa llamarían a la Llorona para que se los llevase para siempre.

Por último hay algunos que consiguen ciertas semejanzas entre este relato y el de la Sayona. Aun así, es necesario recordar que, en el caso de esta última, su propósito es ahuyentar a hombres desleales mientras que la Llorona, sólo desea conseguir a su hija.

Leyenda Venezolanas de Terror

Gran parte de las leyendas venezolanas de terror se fundamentan en las creencias y miedos de la población en general, ya que el temor a la noche, la oscuridad y lo desconocido es algo afín a todos.

La Leyenda de la Sayona

La  siguiente es una de las leyendas venezolanas de miedo que usualmente se muestra aparece en cualquier libro de mitología sudamericana. Los residentes de los pueblos señalaban que en cada ocasión en que se mostraba aquella enigmática dama fantasmal vestida con una bata blanca y cabellera negra, la energía eléctrica empezaba a fallar constantemente.

En Venezuela a la bata grande (batón o batola) se le da el nombre de Saya, es por ello que a esta presencia se le dio la denominación de la Sayona. Se considera que este ser saca provecho de las noches sombrías, para exhibirse delante de los hombres que en solitario deambular por la calles.

Inmediatamente los individuos quedan embelesados por la hermosura de la mujer. Sin embargo, al acercarse a ella se percatan de que es un espíritu. Por si esto fuese poco, la mujer al tenerlos muy cerca abre su boca y les muestra su blanca y punzante dentadura, que está preparada para aceptarles un mordisco.

A través de su vida, ella fue una mujer sumamente envidiosa, tanto así que llegó a asesinar a su marido, pues creyó que le estaba engañando con una de sus vecinas. Es por ello, que hoy día la Sayona ronda al anochecer en busca de esposos desleales o cualquier otro hombre que esté alejado de casa. Si se te llega a aparecer esta dama, debes emprender carrera lo más pronto posible, si no deseas terminar tres metros bajo tierra.

Leyenda de la Bolefuego o Candileja

La presente leyenda se origina en los llanos de Venezuela, y de acuerdo a lo que relatan los adultos de avanzada edad, hace muchos años había una mujer extremadamente linda, de esbelta figura y extensos cabellos coloración ébano. Era su tez morena y sus ojos de un tonalidad azulada, muy semejante al que tiene el firmamento. Al pasar del tiempo esa dama se casó con un hombre robusto llamado Esteban.

Ella (cuyo nombre es Candelaria) toleró que su marido fuese un parrandero a quien le encantaba el juego, hasta que cierto día él le dijo que tenia que hacer un viaje a solas a un lugar apartado del país. La mujer le imploró en varias oportunidades que la llevase con él. Aun así, al asegurarse de que la negativa de su marido sería terminante, ella resolvió no dejarlo salir de aquel pueblo.

Tras servirle la cena agregó a su té un brebaje que le provocaría un sueño eterno. Después les solicitó a sus hijos que le ayudaron a sepultar el cuerpo de su finado esposo. Candelaria entonces devino en viuda y prontamente numerosos pretendientes empezaron a llamar a su puerta. Sin embargo, ella les aclaraba que su corazón siempre seria de su marido.

Su situación económica fue muy penosa hasta que su hijo Sigifredo se transformó en un adolescente y empezó a trabajar. Al tanto, doña Candelaria se había tornado extremadamente envidiosa y posesiva, tanto así que impidió que su primogénito se vincula con alguna joven del pueblo, pues afirmaba que de ser así perdería al muchacho para siempre.

Lo mismo sucedió con Esteban (su segundo vástago) al arribar a la pubertad. Tras varios años, la mujer finalmente falleció y en el instante en el que tuvo que rendirle cuentas a Dios, fue cuando se hizo merecedora de un riguroso castigo por imposibilitar que sus hijos descubrieran el amor.

Fue transformada en una «bola de fuego», cuyo propósito primordial era el de ahuyentar a aquellos hombres que deambulaban alejados de sus casas a avanzadas horas de la noche.

Como en otro tipo de relatos, hay un modo de librarse de los ataques de la Bolefuego. Lo más sencillo es arrojar maldiciones al aire cuando te consigues delante de ella, ya que eso la espanta. En contraste, si comienzas a rezar para intentar que, mediante la participación divina, esta se aparte de ti, lo único que podrás lograr es avivar sus llamas.

Leyendas Venezolanas El Ánima Sola

Esta es una leyenda aterradora que cuenta sobre una presencia que se consagra a provocarle daño a inocentes, empleando distintos modalidades de efectos psíquicos. A ella se le conoce usualmente como el Ánima Sola. Su cometido en la Tierra es la de localizar a aquellas almas bondadosas.

Se ha de indicar que, en los pueblos de Latinoamérica, la gente habitúa suplicar milagros o «favores» a los espíritus compasivos, para que les contribuyan a solucionar una definida situación. Es en este momento en el que el Ánima Sola se muestra. Se comenta que este ser, se posesiona del alma de quien solicita el favor, si éste no cumple con su promesa en el tiempo estipulado.

Figuremos que tú le solicitas un milagro a un alma bondadosa y le aseguras que cuando te lo confiera le prenderé una vela a diario por todo un año. De ser el caso de que tu súplica sea satisfecha y no cumplas con el «pago» que acordaste, tu alma se marchará al infierno.

En la zona de Guatire, se comentaba que había una señora muy piadosa, que por cuestiones del destino descuidó el encendido de la vela que había convenido. En esa misma noche, tocaron a su puerta. Era una amiga muy apreciada de la cual no sabía desde hace mucho tiempo. Apenas la visita entró a la casa se convirtió en un espíritu sombrío que tomó a la otra mujer del cabello y la golpeó en varias ocasiones contra el piso.

La desdichada señora con la cara ensangrentada se arrastró a duras penas hasta alcanzar al altar y con unos fósforos que llevaba en su delantal prendió la vela de las ánimas. En ese preciso momento, el espíritu se retiró de su hogar y la mujer nunca más fue molestada de nuevo por otro ser del más allá, ya que hasta el día de su deceso siempre tuvo una vela prendida en su altar.

Leyendas Venezolanas Tradicionales

Las crónicas de los personajes y figuras propias de cada región de este país cuentan con su original sustancia fundamentada por su particular experiencia histórica y que nos llega en forma de leyendas venezolanas tradicionales.

La Leyenda de la Ciudad del Dorado

El relato del Dorado quizás sea una de las leyendas venezolanas de mayor reconocimiento en el mundo, ya que tuvo su origen algo después de que los invasores españoles arribaran a suelo sudamericano y empezaran la búsqueda de la mítica «Ciudad de Oro».

Se cuenta que la ambición de los ibéricos principió cuando un indígena que se encontraba cercano a lo que es actualmente Venezuela, les mostró un antiguo ceremonial en el que se empleaba el oro como componente fundamental para consumar un sacrificio humano.

Los cuerpos de todos los que participaban eran empapados previamente con una sustancia extraña y después con polvo de oro. Sumado a ello, en las ofrendas había distintas clases de piedras preciosas.

De acuerdo a algunos historiadores, la Leyenda del Dorado fue propagándose por todo el continente sudamericano hasta alcanzar regiones como Perú o Argentina. Desafortunadamente ocurrió que en cada una de las versiones posteriores, se le fueron agregando cuantiosos elementos fantásticos que con el tiempo terminaron por transformarla en una simple leyenda urbana.

La gente que ha oído de esta crónica, se figura una ciudad totalmente recubierta de oro en la que además se localizan diversas esculturas elaboradas con piedras preciosas como esmeraldas, zafiros, rubíes y obviamente  diamantes.

Lo verídico es que esté categoría de historias llegaron a emerger a causa de que América Latina es un espacio geográfico colmado de minas. El más célebre de todos los exploradores que efectuó estas travesías (algunos afirman que incluso llegó a Venezuela), fue Sir Walter Raleigh.

La Loca Luz Caraballo

Ella fue una mujer que era muy popular entre casi todos los pobladores de este país, ya que vivió en los tiempos en la que aconteció la lucha por la independencia de Venezuela. Por si esto fuese poco, el poeta Andrés Eloy Blanco fue el encargado de hacer de ella una figura emblemática de la literatura venezolana. La existencia de esta dama devino en desgracia justo cuando sus hijos tuvieron que acudir a los campos de batalla.

Muchos años transcurrieron y la mujer no perdía la ilusión de verlos de nuevo. No obstante, jamás llegó a tener noticias de ellos. Esto desató una sucesión de problemas mentales y físicos, los cuales poco a poco la llevaron a perder por completo la razón.

Cierto día sin notificarle a nadie se fue de su casa y no hubo persona que la volviese a ver de de nuevo en algún sitio. Se desconoce si falleció por causas naturales o si llegó a recibir la muerte de parte de alguien. En varios relatos se comenta que su espíritu deambula por aquellas tierras en los se efectuaron los combates, ya que al menos desea conseguir los despojos de sus hijos.

Los moradores del lugar además opinaron que los sitios en donde asusta a los caminantes más frecuentemente es en los caminos que se originan en la localidad de Chachopo y que terminan en la de Apartaderos.

Es muy lamentable conocer que esta clase de leyendas, apenas son un reflejo del desespero que vivieron muchísimas madres, no sólo en la época en la que cuantiosas regiones de Sudamérica alcanzaron su emancipación, sino igualmente del dolor que aquellas siguen soportando aún en la actualidad con el avance de las guerras modernas, en las que a diario perecen innumerables de inocentes alrededor del planeta.

El Doctor Knoche

La leyenda que te vamos a compartir a continuación corresponde a la existencia del Dr. Gottfried Knoche, un expatriado de origen germano que llegó a Venezuela a inicios del siglo XIX (específicamente en el año de 1800). Tras recorrer varias localidades, resolvió asentarse en Galipán, lugar en el cual consiguió una lindísima hacienda, que era conocido por todos como la «Hacienda Buena Vista».

Paulatinamente se fue granjeando el respeto y el encanto de los lugareños, primordialmente a causa de la insólita labor que desempeñaba. Su profesión era taxidermista, más cierto tiempo después se convirtió en un excelente embalsamador. En caso de que lo desconozcas, un embalsamador es el encargado de  «preparar» a los difuntos para que sus cadáveres no se descompongan.

Esta faena la desarrollaba solo con aquellas personas que eran forasteras y que no eran de fe católica. Es importante destacar que, en el siglo XIX, quienes no eran cristianos, no eran merecedores de ser sepultados en un cementerio, pues esto era contrario a la religión.

Asimismo la legislación civil estaba en desacuerdo con el hecho de que se sepultara en los panteones a personas provenientes de otros sitios y que no habían aceptado los principios del cristianismo.

En la actualidad es poco posible figurarse cómo era la residencia de aquel notable galeno, ya que lo que resta literalmente son apenas despojos. Hay que tener presente que agregado al paso del tiempo, igualmente algunas personas han desvalijado ese lugar.

Menos aún es posible contemplar algunas de las momias que el doctor Knoche dejó abandonadas. No obstante, si te dedicas a formular preguntas a varios de los residentes de ese lugar, con seguridad oirás toda clase de leyendas sobre la presencia de las momias o del doctor a través de los anocheceres de luna llena.

Indudablemente, es una historia que te eriza los cabellos, particularmente si te hayas a solas en una zona apartada del bosque.

Leyendas Venezolanas María Lionza

Narra la leyenda que Yara, la hija de un Cacique, vino al mundo con unos hermosos ojos verde agua. El chamán de la tribu vaticinó que ella debía ser ofrendada a la gran anaconda o si no traería la desgracia al pueblo. Su padre no estaba dispuesto a ello así que la ocultó en una caverna, cuidada por centinelas, de la cual no podía evadirse y mucho menos ver su reflejo en el agua.

Cierto día una enigmática energía hizo dormir a los guardianes y la niña pudo salir. Se aproximó al lago y contempló su reflejo del cual se encanto. El dios del agua Anaconda emergió y se encariño de la doncella, adueñándose de ella. Su progenitor trato de separarlos, pero la anaconda se encolerizó y provocó una enorme inundación que arrasó con la aldea. Desde entonces devino como la benefactora de las aguas, la naturaleza y el amor.

Con el arribo de los invasores españoles, a Yara se le convirtió al catolicismo bajo la denominación de María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar, o sea María Lionza.

Leyenda Venezolanas Cortas

El catálogo de mitos y leyendas venezolanas no estaría completo si de él no formarán parte aquellas historias de rápido compartir y escasos párrafos, a las cuales llamamos leyendas breves.

Juan Hilario

“No acudas a esa fiesta te advirtieron, Juan Hilario”. Así empieza la conocida copla que cuenta la historia de esta figura que solía asistir a las fiestas para enamorar mujeres y emborracharse hasta arribar la mañana.

Juan Hilario iba en camino del poblado vecino en una noche sombría, cuando se consiguió con un amigo que le previno de lo peligroso de la oscuridad a causa de la presencia de rayos y lluvias y quién le hizo recordar la probable presencia del «silbón».

Aun así Juan Hilario se mofó de su amigo y prosiguió adelante. Por el camino empezó a oír el afamado silbido: “Compadre, vaya a casa, que yo si voy pa’ la fiesta, a mí no me da miedo”. Y repentinamente comenzó a ser atizado. En su defensa, lanzó golpes con fuerza al aire, y cansado cayó al piso desmayado cuando sus amigos al oírlo fueron y lo auxiliaron.

De esa manera fue como Juan Hilario reseño al sujeto fantasmal que lo había agredido, y cuando fue advertido por su amigo, su admonición se hizo leyenda con la frase: “Te lo advertí Juan Hilario, con esos no se juega…”

La Mujer Mula

En esta leyenda una vetusta señora asistió cerca del año 1815 a un restaurante de Caracas, en el cual laboraba su hija. La hija rehusó darle de comer y la echó del sitio. La señora consiguió a un individuo, quien le regaló una moneda con la cruz de San Andrés en el reverso. El hombre le dijo que retornará, y que al momento de pagar usara moneda y pronunciara “Quédate con el cambio para que adquieras malojo”

La señora procedió como le indicaron y en un santiamén la hija se convirtió de la cintura hacia arriba en mula. En frente de todos los presentes, empezó a arrojar patadas y escapó corriendo. A partir de ese día la mujer hace presencia orando en la iglesia de Las Mercedes ocultándose bajo un manto blanco.

La Loca de Ejido

En los tiempos de la guerra de independencia, en 1812, moraba en la entonces Villa de Ejido, del estado de Mérida, una joven denominada Marta que estaba encariñada hondamente de un joven de nombre Lorenzo, a quien le había legado su padre una hacienda y cuantiosos bienes.

Éste era de la idea de dirigirse a Mérida con su madre y con Marta, pero a ella se le imposibilitaba ya que su madre se encontraba enferma. Le insistió a Lorenzo para que no fuese ya que no quería permanecer sola. Él le comentó que tenía compromisos que cumplir.

El 26 de marzo tuvo lugar un gran terremoto y en Mérida se derribaron numerosos edificios. La gente imploraba compasión a Dios y horrorizados, los supervivientes se congregaron en las plazas. Marta llego a saber de lo acontecido y fue de prisa a Mérida. Al arribar encontró a la madre de Lorenzo con su mirada extraviada y ella dolida, sobre los escombros bajo los cuales se hallaba el cadáver de su hijo.

Su respuesta fue permanecer petrificada ante la consternación de la pérdida de su adorado. A partir de ese día, en cada Semana Santa, se la ve circulando por las calles de Mérida perseguida por una banda de niños.

El Encadenado de Michelena

Es la crónica de José, un joven mujeriego y que se enamoraba fácilmente. Él contaba con una prometida de nombre María Eugenia, pero al mismo tiempo frecuentaba a otras muchachas del pueblo. El padre de María Eugenia llegó a conocer de ello y hastiado de los chismes que circulaban por todo el pueblo, acusó al joven y le dio muerte a garrotazos. Al poco tiempo ordenó botar el cadáver sin sepultarlo.

Más adelante, al anochecer, al transitar por el sitio en el cual había perpetrado su crimen, se consiguió con una figura fantasmal que le señaló que habría de pagar por lo que había consumado. Espantado, ya en su hogar, cayó desfallecido y enloquecido para perecer al poco tiempo. Los días próximos al aniversario del deceso de José, suele verse por las calles del pueblo su figura ataviada de túnica negra y arrastrando cadenas.

Leyendas Venezolanas Juan Machete

Es la historia de Juan Francisco Ortiz, quien lleva el mote de “Juan Machete” ya que siempre portaba un machete en la cintura. Juan era dueño de una finca y cierta noche quiso realizar un pacto con el diablo, exigiendo numerosas riquezas.

Desde ese día sus predios comenzaron a ser muy fructíferos y sus vacas engendraron de a dos terneros. Cierto día hizo presencia entre sus reses un macho negro, muy enorme de cascos blancos y creyó que era un animal fugado de otra hacienda.

Empero Juan Machete, tras hacerse millonario al adquirir mucho ganado y multiplicarlo, todo empezó a desvanecerse. Dice la leyenda que Juan Machete se esfumó igualmente y que sus tesoros quedaron sepultados en la sabana.

Dice la leyenda que si uno se muestra desnudo en el sitio apropiado, y hace su aparición el ánima de Juan Machete, se puede convenir con él una gran fortuna. Sin embargo, muchos que lo han procurado huyen horrorizados al contemplar al ánima con vómitos de fuego.

El Pozo del Cura

Situado en el estado Vargas, es una poza turística de gran profundidad. Se cuenta que su nombre obedece a que un cura de la zona usualmente se bañaba en sus aguas, teniendo compañía femenina. Cierto día hallándose solo, fue tragado por las aguas y su cadáver jamas fue localizado. A partir de entonces, su espíritu se muestra en la superficie implorando ayuda.

El Carretón

Esta crónica data de la época de la colonia, en los tiempos de la peste negra, que asoló poblados y ciudades y donde los cadáveres eran amontonados en carretas para trasladarlos a fosas comunes. Gran cantidad de estos sujetos aún estaban vivos y turbados y emergen de las fosas errabundos desconociendo lo que tenían que hacer.

Como el carretón fantasma se denominaba a ese carreta pero prendida en llamas y conducida por el demonio, quien arrastraba con él a todo aquel que existía en pecado. Asimismo se comenta que ver el carruaje era anuncio de desgracias.

El Horcón

El horcón es una crónica siniestra de amor y celos, en la que un muchacho que encuentra trabajo en una finca llega a conocer a la hija del capataz de la cual se encariña, desposándose más adelante con ella y concibiendo un precioso hijo.

No obstante, al estar sospechoso de la deslealtad de su querida, éste le dice adiós a ella, para hacerle creer que se ha ido, más su intención era ocultarse verdaderamente en otra hacienda. Al ser descubierta con otro,nuestro personaje mata a la pareja y los sepulta en las inmediaciones de un árbol próximo. Si todo lo anterior te pareció interesante, a continuación encontraras otros artículos semejantes:

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