En este artículo podrá conocer todo sobre las leyendas de Puerto Rico más famosas de la región, que narran sobre fantasmas y de otras criaturas sobrenaturales, que se vienen transmitiendo de generación en generación. ¡No se lo pierda! Es un artículo fascinante.
Leyendas de Puerto Rico
Las leyendas que se narran en Puerto Rico, se originan de los antepasados que se transmiten de generación en generación, son acontecimientos de un acontecer diario y de experiencias vividas, muchas se tratan de fenómenos sobrenaturales, de espíritus y fantasmas.
Como en todas las leyendas, cuando son relatadas por quienes la conocen, van variando porque se les agrega o se les corta parte de la historia, pero al final se busca transmitir la anécdota para que el oyente conozca parte de la cultura y sus leyendas.
Leyendas de Puerto Rico Cortas
En este fragmento, les daremos a conocer de algunas e interesantes leyendas cortas que forman parte de la cultura de este hermoso país.
Leyenda de Puerto Rico el Perro de Piedra
Existe en Puerto Rico, un lugar bien apartado de la ciudad, se conoce como el Castillo de San Jerónimo, donde se puede visualizar una construcción elaborada de coral, que para quienes no lo conocen, es un sitio de atracción para contar fábulas de Puerto Rico.
Esta construcción, es llamada popularmente como el perro de piedra, según la leyenda el castillo era utilizado por soldados españoles como fuerte para resguardarse de las arremetidas de los piratas.
En este lugar, siempre estaba custodiado por algunos soldados, protegiéndolo de los piratas que en algún momento podían llegar. Dentro de los militares, había uno muy joven que lo llamaba Enrique, a quien sus compañeros de lucha, le tenían especial cariño y respeto, porque su niñez era diferente a la de ellos.
Debido a que la gran parte de los militares, su adolescencia transcurrió estudiando en buenos colegios donde aprendieron estrategias de ataques. Pero, Enrique, era un joven que venía de trabajar en sembradíos y después se fue al ejército.
Por lo general, Enrique era un muchacho que andaba sólo, y dedicado a resguardar el castillo, siempre con un sueño de encontrar un compañero de hazañas.
Siendo una tarde, Enrique salió a pasear por San Juan de Puerto Rico, cuando en una pequeña calle, escuchó los ladridos que le inquietaron su atención. Acudió a revisar un callejón oscuro, para descubrir el origen de los chillidos.
Al estar próximo, se cerciore que los chillidos eran de un pequeño perrito que estaba herido de una pata, a lo que el joven se le acercó y le dijo:
- No te angusties amiguito, te llevaré conmigo para curar tu patita y pronto estarás sano.
De manera que, cumplió lo que le dijo al perrito que se fue recuperando de su herida, el cachorrito, continuó fielmente acompañando a Enrique a todas partes. Por su puesto, que muchos de sus compañeros de armas, lo ridiculizaron, incluyendo el general que estaba a cargo del pelotón que cuidaba al castillo, en una oportunidad le llamó la atención:
- ¿Cómo se llama tu perrito Enrique?
- Mi general, su nombre es “amigo”
A los pocos días, recibieron una orden firmada por el rey de España, dando instrucciones que necesitaban que enviaran parte de los soldados a Cuba. Por lo que el general, decidió que uno de los soldados fuera Enrique. Con tristeza y lágrimas en sus ojos, se despidió de su perro “amigo”, exclamando:
- No te sientas mal ni te preocupes, me iré por pocos meses, tornare muchos anches, mis compañeros cuidarán de ti.
La embarcación donde iba el soldado zarpó, desde ese momento el perro se lanzó al mar y nadó hasta llegar a un arrecife de coral, donde estuvo hasta que no visualizó más el barco.
Por desdicha, el barco donde viajaba Enrique, fue atacado por unos sanguinarios y toda la tripulación falleció. En el Castillo de San Jerónimo, no se hablaba de otro tema, fueron sorprendidos por la terrible noticia de la triste tragedia.
Aunque suena raro, el “amigo” ya comprendía que su amo no retornaría jamás a las tierras de Puerto Rico. A partir de ese momento, el perrito se lanzó de nuevo al agua, comenzó a nadar hasta que llegó al arrecife de coral, donde vigilaba hasta que falleció.
El agua y el salitre más otros elementos de la naturaleza, cubrieron el frágil cuerpo del perrito, con el transcurrir de los años, el coral igual también lo envolvió, por lo que su silueta se conservó impecable.
Leyenda del Coquí
Cuenta la leyenda, que un buen día luego que el Ke, que traduce “la tierra” y el Bagua, que quiere decir “el mar”, fueron divididos por Yocahú, que traduce “Dios supremo de todo lo creado”, animales gigantes y pequeños que vivieron sobre la superficie terrestre.
Mientras que, Yukiyú, que quiere decir “Dios del bien”, había preparado una Kaiku, que quiere decir: “isla”, muy similar al Edén, a este lugar, trasladó algunas especies de animales que fueron seleccionadas por él. Con la frescura de la flora, la brisa, las estrellas, el sol y toda la conjunción de los elementos, los animales se durmieron profundamente.
El dios Yukiyú, busca darle a la noche un sonido mágico y melodioso, deseaba una niñera que fuera permanente y natural para los arrullara y estuviera junto a ellos. Por lo que se le ocurrió, agarrar una de las ranas, la más pequeña y resbalosa, tenía ojos grandes de color negro azabache que se ocultaba entre las hojas verdes brillantes de las plantas de plátano.
La agarró por una de sus patas, y le susurró, exclamando: “ve descubre tu isla, disfrútala y quierela, defiéndela y conócela. Debes ser el vigilante de los sueños nocturnos, serás profeta de mi Edén tropical”.
El próximo día, en horas de la mañana, se asomó un radiante Agüeybana, que quiere decir “sol grande”, con presencia imponente, alumbrando toda la montaña con su cálida luz. Al compás de la luz de sol, fueron apareciendo de las montañas las xaxabís, es decir cotorras, los jubos: que son las culebras; los mucarús, es decir los búhos; las iguanas, los guasibiris;
Los guabas: las arañas; los guaraguos: las aves; los jueyes; las jutias: conejos; los tanamás: mariposas; los biajani: las palomas; y los Cokies que es la ranita pequeña de ojos color negro, de manera que, esta fue la manera que Yukiyú, nos proveyó de una fauna muy especial.
Leyendas de Puerto Rico pozo de Jacinto
Cuenta la leyenda, que Jacinto, es un hombre muy trabajador y buen cuidador de su trabajo. Por lo que el propietario de una de las haciendas más importantes y famosas de Isabela, lo contrató y le encargó que cuidara y salvaguardar a su ganado.
El trabajo en la haciendo, no era rudo ni pesado, más bien era sencillo, debido a que las vacas eran obedientes y no daban mucho que hacer. Sin embargo, había una vaca que era inquieta y fugaba del rebaño continuamente.
Este hecho, hacía que Jacinto se molestó, debido a que retornaba a su casa muy tarde por la noche, buscando a la vaca en otras haciendas cercanas. Siendo una tarde, el cielo se oscureció sorpresivamente, y el pastor, tomó la decisión de resguardar al ganado en la hacienda.
Como Jacinto, conocía que la vaca era tremenda y rebelde, por lo general la ataba con una fuerte soga y le llevaba en sus manos, para impedir que se escapara.
Sorpresivamente, la tierra volvió a tener su luz natural, pero esta vez era más fuerte, de repente resonó un estruendoso sonido, era un trueno, que hizo que la vaca salió en estampida sin control, por lo que se llevó arrastrado a Jacinto por todas partes.
El animal, quedó nervioso e intranquilo, por lo que nunca se tranquilizó, corriendo sin parar hasta que llegó a un acantilado y por el tipo de tierra que estaba algo frágil producto de la lluvia, se resbaló y el animal como el pastor, fueron a parar en el acantilado, lo que hizo que ambos fallecieron al momento. El dueño de la hacienda y amo de la vaca, gritaba fuertemente en búsqueda de la vaca:
- Jacinto!, a dónde estás? Tráeme mi vaca, eres un ladrón.
Como no tenía respuesta, el hombre salió caminando, y llego a la orilla del acantilado, para su asombro escuchó la voz de un hombre y bramidos de una vaca.
Dirigió su mirada, y pudo ver con sorpresa los restos del animal y del pastor que estaban dentro de un gran pozo de piedra. Sin embargo, no le prestó atención alguna, a los sonidos que había oído, ni se percató que eran los espíritus del animal y del hombre, al contrario, continúo su camino y se fue a su casa, propiciando palabras malévolas sobre el campesino, que le había perdido una de sus reses por su descuido.
Desde ese instante, cuenta la leyenda que cualquier persona que se aproxime al pozo grite por tres veces seguidas: ¡Jacinto, quiero mi vaca!, produce que el mar se moleste y el espíritu del campesino comience a atacar.
Leyendas de Puerto Rico de Terror
Entre las leyendas que se narran en Puerto Rico, y en su gama de fábulas, no pueden faltar las que hablan de terror, en este segmento les contaremos algunas de ellas:
Leyenda de la garita del Diablo
Cuentan, que hace muchas décadas, los habitantes de la ciudad de San Juan, eran asiduamente embestidos por embarcaciones cargados de piratas, en este espacio les contaremos la leyenda de la garita del diablo.
Este acontecimiento, produjo que las autoridades edificarán algunas torres dedicadas para la vigilancia, parecidas a las que fueron construidas en lugares estratégicos de la muralla para resguardar la ciudad.
Estas pequeñas torres, eran conocidas con el nombre de garitas, los militares que custodiaban éstas, tenían como tarea, que a cada hora alguno de los soldados gritará:
- ¿¡soldado estás alerta?!
- El más cercano, contestaba de inmediato, estoy alerta!
Existía una de las garitas, que estaba más cercana al lugar más solitario de la muralla, era vigilada por el soldado más valiente, en este caso le tocaba al soldado de apellido “Sánchez”, a quien sus compañeros lo apodaban “flor de azahar”.
Es probable, que por el color de los pétalos de la flor, de color blanco es por lo que le asignaron el apodo, por su piel clara y blanca. Siendo una noche, uno de los compañeros soldados, esperaba a que Sánchez llegara para saludarlo. Pero, el único sonido que llegaba y se oía era el viento.
Por la mañana siguiente, a la salida del sol, un regimiento se dirigió hasta la garita donde estaba el militar, donde todos los hombres quedaron sorprendidos al encontrarse que en la garita no había nadie, la torre estaba completamente vacía.
Lo único que encontraron fue el fusil, su uniforme y su cartuchera, todos sin señales de violencia, ni un solo rasguño. Los pobladores de la ciudad, comenzaron a exclamar que el diablo se lo había llevado consigo al infierno.
Mientras, otra versión de esta leyenda, manifiesta que no existió ninguna intervención por parte del demonio, sino que fue la propia decisión de Sánchez, quien lo hizo desertar del ejército, cuentan que estaba enamorado de una hermosa muchacha llamada Diana, y deseaba contraer matrimonio con ella.
Leyenda de Puerto Rico la llorona del puente Las Calabazas
Es una leyenda, que forma parte de la idiosincrasia de Puerto Rico desde hace mucho tiempo. Cuentan los habitantes de la población de Coamo, que deben tener especial cuidado cuando arriban al puente Las Calabazas, debido a que en este lugar se les aparece una mujer a quienes conducen los vehículos.
Al parecer, la deidad, no elige a quien se le aparece, si son choferes de vehículos públicos, privados, personas que van caminando por las calles, sin importarle, el espíritu en coloca en el centro de la carretera y les pide que la llevan a un destino.
En el caso, que el chofer, no acepte, quizás a escasos kilómetros se les dañe un neumático. Pero, si es el caso que la sube al vehículo, al instante la atractiva mujer se transforma en espectro espantoso que empieza a llorar desconsoladamente.
El gemido y los alaridos de la criatura es tan espeluznante, que le produce a los choferes que pierdan la concentración y choquen una vez que atraviesan el puente de Las Calabazas, algunas personas sostienen que se refiere a la Llorona, una mujer que anda en búsqueda de su hijo perdido.
La leyenda del Jacho Centeno
Una de las principales leyendas que cuentan los abuelos que le contaban sus ancestros, es la Jacho Centeno, se refiere de un campesino que habitó cerca de Orocovis, durante el principio del siglo XX.
Regularmente, todas las tardes se le observaba pescando, que producto de su pesca lograba el sustento para su familia, esposa e hijos. Siendo una noche, a altas horas, cuando retornaba a su hogar, el hombre encendió un hacho, es decir como una antorcha, que utilizó para alumbrar el lugar donde andaba.
Muchos no conocen lo que es un hacho, se trata de majos de paja que encienden para alumbrar, es decir como si fuera una linterna, lo que no ayudo a Jacho, fue que la antorcha se apagó mucho antes de que llegará a su casa.
Jacho, contaba entre sus pertenencias una cruz de madera en señal de amuleto sagrado. Pero, angustiado en medio de la oscuridad de la noche, y no contar con nada que alumbrará el camino, encendió el único cerillo que le quedaba e incendio la cruz.
Luego de este hecho, días después, el hombre se enfermó gravemente y falleció, cuentan los pobladores que su alma fue castigada al regresar, a buscar las cenizas de la cruz que había encendido. Según la creencia, cuentan que su alma sólo descansará cuanto todos los restos de aquella sagrada reliquia se junten de nuevo.
Las once mil vírgenes
Cuenta la leyenda, que existió un general inglés Abercromby, arribo contra la isla de Trinidad, comandaba un gran ejército conformado por sesenta velas, enrumbar el destino a Puerto Rico, desembarcando sus fuertes tropas en las playas de Cangrejo, con el fin de conquistar.
Para ese momento, el general don Ramón, era quien gobernaba el país, y de inmediato alertó la nación en estado de defensa. Por lo que se tocó la general, se distribuyó guarnición, se interrumpió el puente de San Antonio, se organizaron baterías flotantes, para recorrer y resguardar los lugares del enemigo.
Se ordenó, que los ancianos, mujeres y niños huyeron de la ciudad, que solamente quedarán hombre fuertes para tomar las armas. No se pudo evitar, que desembarcaron tropas inglesas, atacaron la playa con metralletas.
El general Abercromby, ubicó su cuartel general en la Casa del Obispo, próximo de la iglesia de San Mateo, y comenzó a avanzar hacia el enemigo. Una vez que llega al Puente de San Antonio, lo aguanto el fuego que provenía del fortín.
Decidió que construyeran trincheras en Miramar y en el Condado, no logró continuar con su paso, sin embargo, agarro polvorines de Miraflores.
El obispo Trespalacios, quien dirigía la diócesis colaboró con todos los puestos de la guarnición, que estaban en peligro. En vista que no podía, se presentó ante su Ilustrísima Provisor y le manifestó:
- Señor obispo, ¿Por qué no hacemos una súplica al cielo, pidiendo auxilio?
- Tiene usted toda razón, vamos hacer la súplica a Santa Catalina, patrona del día y del primer castillo, y también a Santa Úrsula, y a las once mil vírgenes, de quien soy devoto con todo mi fervor.
- Como se prepara la procesión?
- Toda la población debe participar en ella, aquel que no tenga vela de cera, que lleve de cebo, y los pobres que llevan antorchas de tabonuco. Yo presidirá junto con el Cabildo y las autoridades eclesiásticas.
Avanzaremos desde la Catedral, se recorrerá todas las calles de la capital, y al caer el ocaso, retornaremos a la iglesia, para oficiar una misa cantada por la orquesta.
Así ocurrió, tal como fue planeado por el Obispo, el efecto fue grandioso por la súplica, las campanas de la iglesia retumbaban con su sonido.
Siendo las nueve de la noche, los espías ingleses que acechaban, informaron al cuartel de Abercromby, que veían una gran movilización dentro de la ciudad, se escuchaban las campanas y se observan grandes luces hacia el oeste.
- El general inglés, comentó: estarán recibiendo refuerzos de otros campamentos, mis fragatas resguardan la entrada al puerto, no podrán entrar los atacaremos con fuego.
Dio instrucciones precisas que las trincheras de El Rodeo y del Condado, para que el fuego fuera más intenso contra la ciudad, y que atacaran las lanchas cañoneras.
Siendo las doce de la noche, los vigilantes notificaron de nuevo al general Abercromby, que las luces se hacían más fuerte dentro de la ciudad y que se orientaban hacia el este. Por lo que el general Abercromby, reunió a su estado mayor para decirles:
- Llevamos un mes en este lugar, y no hemos hecho nada, solo tenemos lo que hicimos el primer día. La plaza está bien resguardada, la disentería está haciendo causando debilitamiento en nuestros hombres, el agua es pésima. Los vecinos son fuertes y enérgicos. Se preparan para atacarnos por la madrugada. Lo más correcto es que ha llegado la hora de retornar con la tropa.
Todos los oficiales del estado mayor estuvieron de acuerdo, recibieron orden de embarcar. Se tocó la generala, y por la mañana, siendo un día 1 de mayo, el lugar estaba completamente a salvo. Se celebró la misa cantada en la Catedral, se entonó el Tedéum laudamus y después se predicó su Ilustrísima.
Cuenta la leyenda que la súplica y la fe a Santa Úrsula y las once mil vírgenes, intervinieron para que la ciudad fuera salvada del ataque de tropas enemigas. Lo importante, es tener y pedir con fe.
Leyenda Taina de Guanina y Sotomayor
La leyenda sobre Taina de Guanina, era una india taina, hermana de Agüeybaná conocido como el Bravo, es decir el máximo jefe de la tribu, y de un grupo de bravíos guerreros, el cacique jefe de toda la isla de Puerto Rico. El vocablo Guanina, en el lenguaje taíno, quiere decir: Resplandeciente como el oro.
En la antigüedad, los colonizadores españoles se habían apropiado de la isla de Borinquen, nombre que le daba para ese tiempo a Puerto Rico. Existía un indio de nombre Guarionex, quien permanecía enamorado de Guanina, hermana del cacique jefe.
El indio Guarionex, cuando miraba a Guanina, sentía que el corazón le latía tan fuerte que parecía que se le salía del pecho, y no perdía tiempo para declararle su amor. Pero, ella no le correspondía, ella estaba prendada de un conquistador español a quien llamaban Don Cristóbal de Sotomayor, alcalde mayor y fundador del poblado. Guarionex, sentía un fuerte odio hacia Sotomayor, por lo que le gritaba:
- Don Cristóbal, uno de los dos tiene que morir, tu no mereces estar vivo, me robaste el amor de Guanina, no quiero seguir con vida si me falta su amor.
Los indios, no aguantan el trato espantoso y cruel que recibían de los españoles. Sin embargo, los indios taínos, los habían recibido con afecto y celebran la ceremonia del guatiano, que quiere decir pacto fraternal que sellaban el cambio de nombres.
Los españoles, no respetaron el acuerdo, y se repartieron los indios como sus servicios, los explotaban, sobre todo en los trabajos de yacimientos de oro. Los indios angustiados, deseaban ser libres, una noche festejaron una reunión para recordar sus costumbres, especialmente los de guerra.
Durante esa noche Agüeybaná y los taínos, estuvieron de acuerdo que los españoles deberían de asesinarlos para volver a ser libres. Guarionex, quería el pueblo que tenía a su cargo su enemigo acérrimo, Don Cristóbal de Sotomayor. Pero éste, no pudo matar a Don Cristóbal Sotomayor, porque justo en ese instante llegaba al bohío de Agüeybaná donde Guanina alertaba que se cuidara porque los indios estaban en su contra.
Entonces, Sotomayor se va con sus soldados a la Villa de Caparra para hablar con el Gobernador. Agüeybaná, le prestó a Sotomayor a ciertos indios para que lo apoyaran con su cargamento. Sin embargo, secretamente, les informo que al iniciar el ataque, abandonaran la carga. Guanina, no aceptó, por lo que no dejó solo a Sotomayor y huyeron juntos.
Mientras tanto, los indios taínos, se fueron tras ellos y comenzó la embestida. Sotomayor peleaba con fuerza empleando su espada, mientras que los fuertes golpes con los instrumentos de los indios, le propiciaban enormes y profundas heridas.
En el momento más intenso de ataque y más peligroso, Guanina se interpuso entre Sotomayor y los indios, recibiendo una herida mortal que era para su amado, en ese instante Sotomayor se distrajo, momento que aprovechó Agüeybaná para traspasarlo con su flecha, éste se desplomó en los brazos de su eterna enamorada Guanina.
Agüeybaná, dio instrucciones para que fueran sepultados juntos, mientras que a Sotomayor, los pies le quedaron fuera de la sepultura, que según la creencia, era para que no hallara el camino a la tierra de los muertos.
Días más tarde, los españoles, localizaron los cuerpos y los sepultaron uno cerca del otro, al pie de un cerro empinado, y a la sombra de un árbol de ceiba. A partir de ese acontecimiento, los campesinos aseguran que cuando la brisa mueve de noche las ramos del arbusto frondoso, se escucha un murmullo, que según la leyenda son los espíritus de Guanina y Sotomayor, que flotan, bailan y se unen entonando canciones por la dicha de estar unidos para la eternidad.
Leyenda de la Capilla del Cristo
Cuentan los pobladores, sobre la leyenda de la Capilla del Cristo, que nace para honrar un milagro ocurrido. Era los años 1750, y se realizaba una carrera de caballos por toda la calle Del Cristo.
Mientras tanto, uno de los participantes no pudo aguantar su caballo y se despeñó por un precipicio. Para ese entonces, el secretario de gobierno era Don Tomas Mateo Prats, y para ese momento invocó al Santo Cristo de la Salud, milagrosamente el joven que se desplomo por el precipicio, quedó sano y salvo.
En gratitud del secretario de gobierno Don Tomas Mateo Prats, dio la orden y autorizó que se edificará una capilla en honor al Santo Cristo de la Salud.
Cuenta la leyenda, de acuerdo a investigaciones realizadas por expertos como Don Adolfo de Hostos, que la verdad es que el joven que se precipitó al acantilado, realmente falleció. Mientras que la acción de Don Tomas Mateo Prats, ordenó la construcción de la Capilla, para impedir futuras desdichas.
El Pirata Cofresí
Esta leyenda, narra sobre la goleta “Ana”, que navegaba con destino a Borinquén, dejando atrás aguas tranquilas, del noroeste de la ensenada de Aguadilla.
- A lo que gritó Cofresí: Aferra el trinquete, y afloja foque y mayor, al segundo que estaba a bordo de la embarcación. La intención era buscar buena fortuna.
Las instrucciones del pirata no se hicieron esperar, la nave comenzó a navegar con rapidez. El horizonte se visualizaba claro, con el cielo transparente con su color azul. Mientras tanto, la isla la perdían de vista. De vez cuando, observaban una gaviota.
- Dijo Cofresí: Pilichi ve a mi camarote y tráeme el anteojo, me parece ver algo.
Así fue, llegaron al lugar esperado, Cofresí con hacha en mano, acompañado por sus amigos, saltó con fuerza de la embarcación queriendo embestir a los defensores del brick. Mientras que éstos, no estaban preparados para una guerra con arma blanca. Pero, en eso sonaron tres o cuatro tiros, y todo el lugar quedó desolado.
Los marines se resguardaron en las bodegas cercanas. Enseguida Cofresi, se apropió de la nave, dando muerte al timonel y a otros marinos que se habían quedado en cubierta.
El pueblo y el comercio de San Thomas estaba sorprendido y asustado con las actuaciones de Cofresí, pero el gobierno de Washington, intercedió dando orden al Almirantazgo para castigar al pirata de Puerto Rico. Podrá conocer más informaciòn visitando los siguientes enlaces: