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Te invitamos a conocer en el siguiente artículo algunos de los cuentos más escalofriantes de terror inventados, que han sido más impactantes  en todo el mundo. Historias cargadas de miedo y suspenso, fantasmas y sobre todo mucha imaginación. ¡No se lo pierda!

Cuentos de terror inventados

Cuentos de terror inventados

En nuestro artículo de hoy vamos a conocer cuáles son las principales historias o cuentos de terror inventados más famosos de todos los tiempos. Nos vamos a pasear por cuentos de terror para niños, esas historias que explotan los principales miedos de la infancia para intentar enseñar una lección. También conoceremos algunos cuentos que asustan hasta al más grande.

Lo cierto es que los cuentos de terror inventados han sido por años una buena práctica para no sólo atemorizar a los más pequeños de la casa y hacer que se porten bien sino que además sirven para poner a volar la imaginación de todos. Es común que estos cuentos formen parte de fiestas o campamentos y en el caso de los cuentos de terror de niños, la mayoría siempre tienen un final que no produce pesadillas en el infante.

La excursión

El primer cuento que vamos a conocer se titula “La excursión” y habla acerca de una excursión escolar en la que iba Daniel, un estudiante bastante inquieto que se sentía molesto porque no era el sitio al que quería ir. Él habría preferido la playa, pero en su lugar, estaba en un bus camino a un pueblo sin mucho que ofrecer. El camino a este pueblo era pedregoso y todos saltaban al son del autobús.

Daniel estaba mareado de tantas horas de recorrido pero después de tanto rodar, al fin divisaron la entrada al pueblo. “Bienvenidos” fue la primera frase que se encontraron en un letrero estropeado que colgaba en uno de los lados de un viejo arco que parecía a punto de caer. En ese instante Daniel sintió mucho miedo y escalofríos solo al entrar por la lúgubre del panorama.

El estudiante observó una larga calle que lucía solitaria y bordeada por casas en completo abandono en las que sólo se distinguía una línea horizontal roja a mitad de las paredes. El escenario era parecido al de una película en blanco y negro porque nada allí tenía color, excepto la línea que atravesaba las paredes. El bus se paró frente a lo que parecía haber sido una plaza central en algún momento.

Cuentos de terror inventados

Según comentaron los guías de la excursión, ese lugar se trataba de las ruinas de una antigua zona industrial. De hecho, después de la calle de la entrada, se divisaban ruinas de edificios. Una de esas torres llamó mucho la atención de Daniel porque parecía la más vieja del lugar y sin embargo se podía una luz intermitente a través de una de sus ventanas.

Todos los integrantes de la excursión se trasladaron a la antigua iglesia del pueblo, sin embargo, Daniel se separó del grupo para inspeccionar el edificio y descubrir el origen de aquella luz que llamaba su atención. Entró en un laberinto de pasillos y escaleras. Era un lugar caracterizado por el sucio, maloliente y oscuro, pero a Daniel le ganaba la curiosidad.

Esa curiosidad fue precisamente la que llevó a Daniel a alcanzar la habitación de la que salía la luz, casi en el último piso del edificio. Observó una puerta entreabierta, desde allí veía el reflejo de la luz pero ahora también escuchaba un tic tac como de reloj. Daniel pensó que había algo o alguien dentro de ese lugar y sintió en su cuello un soplo extraño, como si alguien intentara susurrarle algo a su oído.

Con mucho miedo pero armándose de valor, Daniel decidió abrir la puerta. No había nada. Dio unos pasos más al interior del cuarto y en ese momento la puerta se cerró. A partir de allí todo cambió. En la ventana había un niño asomado gritando y pidiendo ayuda y en un rincón había un hombre que se reía a carcajadas mientras la lámpara del cuarto se prendía y apagaba constantemente.

Cuando la luz estaba encendida era cuando se veía el reloj cucú que colgaba de la pared y cuyas agujas se había detenido. También era ese instante de luz el que dejaba ver el rostro del hombre, con unos dientes amarillos y enormes garras en sus manos. Pies descalzos y harapiento atuendo. Daniel comenzó a sentir que le faltaba la respiración e intentó gritar del susto pero su voz le salió.

En ese instante, el niño que le gritaba desde la ventana lo miró y corrió hacía él pidiendo ayuda. Ayúdame, sácame de aquí, decía desesperadamente el niño. No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero no había visto a nadie más. Daniel seguía sin reaccionar, entonces el niño le dio una cachetada para hacerlo volver en sí. Daniel despertó de un saltó pero ya estaba en el autobús nuevamente, de regreso a la escucha. Había sido una terrible pesadilla. Es uno de los cuentos de terror inventados largos más famosos el mundo

La cama de gusanos

Era una hermosa tarde donde el sol brillaba en el cielo azul sobre el parque, donde Nadia se columpiaba y observaba desde ese lugar las copas de los altos árboles, al subir; y la arena del parque, al bajar. A Nadia le gustaba mucho columpiarse, sentir la brisa entre sus cabellos y sentir que podía volar. Después de un tiempo de paseo, la chica se fue a casa porque ya comenzaba a caer la noche en el lugar.

Cuando llegó a la casa, observó que no había nadie allí, pero que la puerta estaba sin candado. Lo primero que hizo al entrar a la casa fue llamar a su mamá pero nadie respondió. Vio algunas cosas fuera de lugar y sintió miedo. Siguió gritando mamá, pero nadie respondía. Nadie comenzó a buscar por todas partes, recorrió la cocina, la sala, el patio, los baños, pero no encontraba a nadie.

Cuando llegó a la puerta del cuarto de su madre, notó un olor extraño. Era como si hubieran vaciado un enorme cubo de tierra cerca de ella. No obstante, lo peor aún no había sucedido. Cuando la joven movió la manecilla sintió algo viscoso en su mano y soltó un grito mientras abría la puerta para descubrir que todo en aquella habitación estaba lleno de gusanos.

Nadia vio con horror cómo las paredes y la cama del cuarto de sus padres parecía una inmensa piscina de gusanos enormes y rosados. Del susto, la joven se desmayó. Cuando se despertó, la situación seguía igual, pero ahora los gusanos estaban regados por todas partes de su cuerpo, hasta en su cara. Luchó para no gritar por temor a que su boca se llenara también de estos animales.

Se levantó como pudo, se sacudió los gusanos y salió corriendo a la calle. Chocó de frente con su madre, quien la abrazó para calmarla. Cama, Cuarto, era lo que decía Nadia pero la mamá la interrumpió y le dijo, tranquila amor, se lo que viste, yo también los vi y salí a buscar ayuda para fumigar, por eso no me encontraste en casa, ya están aquí para sacarlos. Lamento que te hayas asustado.

Fue allí cuando Nadia se calmó y esperó en casa de su vecina junto con su mamá hasta que limpiaran por completo la habitación.

La casa embrujada

Eran tres amigos llamados Juan, David y Víctor quienes tenían la costumbre de ir al parque para hacer carreras, pero la mejor parte de su diversión era cuando se iban a montar en bicicleta por su calle y a jugar fútbol. Era un día como cualquier otro. Los tres jugaron hasta el cansancio y en el recreo de sus clases y al salir, acordaron cambiarse de ropa e ir a jugar al fútbol.

Cuando llegó al campo de fútbol con su bicicleta, David organizó todo en la cancha para empezar a jugar, pero sus amigos tardaban más de lo normal. David comenzaba a preocuparse al ver que sus amigos no llegaban, cuando los vio acercarse murmurando entre ellos. ¿Dónde estabas? Siempre gano pero hoy tardaron más de la cuenta, inquirió David.

No vas a creer lo que vimos, dijo un exaltado Juan. O lo que creímos ver, se apresuró a decir Víctor. Tú sabes qué era eso, no lo niegues, gritó Juan. A ver, a ver, interrumpe David. Explicar qué está pasando, pero uno por uno porque no entiendo nada. Es que viniendo en las bicicletas, se me cayó el balón y cuando fui a buscarlo, terminé frente a una casa abandonada al final de la calle, al agacharme, noté algo que brillaba y…

¡No se aguantó y se puso a husmear por la ventana! Reprochó Víctor. Quise investigar, Víctor. Entonces, lo vimos. ¿Qué vieron? Preguntó David impaciente. Un fantasma. ¿Un fantasma?, Sí, con el traje blanco. Estaba frente a nosotros y nos gritó que nos fuéramos con una voz horrible. ¿Y qué más? Salimos corriendo, montamos nuestras bicis y nos vinimos a toda velocidad.

Ok, dijo David. Entonces no estamos seguros de que fuera un fantasma. Yo digo que mañana al salir de la escuela podríamos echar un vistazo. ¿Mañana? Preguntó Juan. Ni se te ocurra que lo hagamos ahora, ya es tarde y está oscureciendo dijo Víctor. ¡Por eso! No se esperan que unos niños se atrevan a ir a estas horas. Así contamos con el factor sorpresa, dijo Juan.

No Juan, creo que Víctor tiene razón. Es tarde. Nuestros padres nos esperan en casa. Mejor es que mañana salgamos de la escuela directo a investigar, dijo David. Entonces, ya de acuerdo, cada uno se fue hasta su casa, pero ninguno logró dormir esa noche. Al día siguiente, como había acordado, salieron de la escuela directo a buscar sus bicicletas y a investigar.

Ya frente a la casa abandonada, los tres amigos se armaron de valor, se bajaron de sus bicicletas y se acercaron lentamente a la puerta de la vieja casa. Mientras más se acercaban, sus corazones acelera el ritmo y la respiración de cada uno aumentaba. Cada uno por su parte, quería salir corriendo y retroceder, pero se miraban entre sí como para darse valor y seguir avanzando.

Después de caminar varios minutos, llegaron frente a la puerta y cuando se disponían a abrirla, se movió la manilla y se abrió la puerta sola. Los tres salieron de inmediato corriendo y tras ellos iba la figura de aquel ser de blanco que habían visto el día antes a través de la ventana. Alto ahí, esperad muchachos, se escuchó. Pero los amigos no querían detenerse hasta que Juan se enredó y se cayó.

Sus otros dos compañeros tuvieron que parar para ofrecer ayuda a Juan y entonces fue allí cuando el hombre de blanco los alcanzó. Ahora que lo tenían tan cerca podía ver que se trataba de un hombre alto metido dentro de un traje blanco como de astronauta. ¿Qué hacen aquí niños? Dijo el hombre a través de su traje. Puede ser peligroso.

Y los niños se quedaron como congelados del miedo. Por favor, niños, llevo muchos días tratando de fumigar este lugar para ver si hay algo que se puede recuperar aquí o si debemos demoler para poder mudarnos. ¿Mudarnos? Preguntó Víctor. Si, compre esta casa hace poco, peor ya ves que es un desastre, así que trato de limpiar, pero ayer los vi husmeando y hoy están en mi patio.

¿Imaginan la cantidad de insectos que hay aquí? No deben acercarse, no hasta que haya terminado. Les dijo el hombre mientras ellos se alejaban poco a poco en sus bicicletas riendo por el mal entendido.

El hombre lobo

Esta historia tuvo lugar en un pueblo situado al sur de América, donde vivía una familia grande en una antigua casa con un patio repleto de árboles frutales. El clima era tropical por lo que era ideal para pasar la tarde de los fines de semana, sentados en el patio, debajo de los árboles y comiendo frutas. En una de esas tardes, Camilo, el niño pequeño de la familia, vio por primera vez a un sujeto extraño.

Se trataba de un hombre de gran altura, que tenía ropa vieja, cara arrugada, barba y lo que más llamaba la atención de su aspecto físico era un ojo de color verde y el otro de color azul. Este hombre caminaba lento y silbaba una melodía que al niño Camilo le entretenía y parecía fascinante. ¿Quién es ese señor? Preguntó una tarde a su tía Fernanda.

Le llamamos el Silbón, pero la verdad es que nadie sabe su verdadero nombre, respondió la tía quien siguió narrando su historia. Dijo que había llegado hace años al pueblo, se instaló en una casita fuera del pueblo y se cuentan muchas historias sobre este personaje. ¿Sí?, ¿Cuáles? Inquiere el niño Camilo con curiosidad.

Hay quienes dicen que ese hombre se convierte en lobo por las noches de luna llena, también otros aseguran que se alimenta de los niños que son desobedientes a sus padres y que no se acuestan a dormir temprano. Otras versiones hablan que este hombre vaga en las noches silbando por las calles y si alguien se asoma a ver quién es, se muerte.

Al escuchar la historia, el niño salió corriendo a abrazar a su mamá y desde entonces, se escondía cada vez que veía pasar a aquel misterioso hombre. Una noche, pasada las once, Camilo seguía despierto a pesar de que su madre le había mandado a dormir temprano. Se encontraba jugando en la casa, cuando se repente oyó el silbido del hombre.

Camilo quedó paralizado del susto y comenzó a escuchar que los perros de la calle ladraba insistentemente. Fue allí cuando empezó a oír unos pasos cerca de la puerta de su casa y su silbido. Tuvo la tentación de asomarse pero le llegó a su mente toda la historia contada por su tía Fernanda. El silbido fue alejándose y de repente el niño escuchó gritar a uno de sus vecinos pidiendo ayuda, además sonó el aullido de un lobo.

Pasaron unos minutos y algo empezó a arañar la puerta, como intentando ingresar a la fuerza. El niño se acostó en la puerta y el sonido era cada vez más fuerte, por lo que Camilo se fue corriendo a su cuarto para esconderse y pedir ayuda. Cuando sus padres aparecieron, los arañazos en la puerta dejaron de escucharse. Al día siguiente todo el pueblo hablaba sobre la sorpresiva muerte de un vecino, e señor Ramiro.

El cuerpo de Ramiro tenía zarpazos por todas partes. ¿Sería el ataque de un hombre lobo? A partir de ese momento, Camilo no volvió a ver al hombre de los ojos de colores pasear por las calles del pueblo.

La risa del terror

Es la historia de terror de una niña llamada Sofía, quien despertó muy feliz por ser el día de su cumpleaños. La madre de la niña la levantó con cariño y la preparó su desayuno favorito. Se fue a su escuela y allí sus compañeras de clase la felicitaron y le dieron regalos y dulces. Sofía había tenido un día fantástico. Cuando regresó a casa, su abuela y su primo Juan la esperaban para seguir celebrando.

Después de un largo rato jugando con su primo Juan, empezaron a llegar sus amiguitas para cantar cumpleaños y compartir el pastel. El papá de Sofía ya estaba llegando con una gran sorpresa que le había prometido. Cuando sonó el timbre, corrió hacia la puerta y al abrir, se encontró con unos pequeños ojos azules y una sonrisa grande de color rojo sobre una cara pálida. Bolas de color salían de su sombrero.

Se trataba de un payaso. Sofía los había observado en la televisión pero cuando lo vio en persona sintió mucho miedo. El payaso entró a la casa y comenzó a hacerles juegos a los niños, pero tenía una sonrisa y unos ojos que en realidad transmitían terror. En un descanso del payaso, este se fue al cuarto de baño para cambiarse de ropa, pero dejo la puerta medio abierta.

Sofía estaba observando al payaso y no podía creer lo que estaba viendo. El payaso se estaba cambiando de zapatos y sus pies eran el doble de grandes que unos normales de adultos. A parte de eso, sacó un juguete de niños que no entendía lo que era. El payaso le abrió la puerta y le dijo: Niña, no tenías que haber visto esto, te comeré.

Fue allí cuando la pequeña Sofía salió corriendo, pero el payaso iba detrás de ella. Estaban en la planta alta de la casa y los demás estaban abajo. Cuando Sofía estaba a punto de bajar las escaleras, el payaso la atrapó y se la llevó. La niña, al ver que el payaso iba descalzo, le pegó un pisotón y éste comenzó a gritar, recogió sus cosas y salió corriendo.

Llamaron a la policía y cuando llegaron a la casa se dieron cuenta que la bolsa llena de juguetes de niños que había dejado el payaso en la casa pertenecían a juguetes de niños reportados como desaparecidos.

La cocinera

La historia tiene como protagonista a una niña de nombre Emma de 10 años que edad que acudía todos los días al colegio. Ese año se hizo amiga de la cocinera del colegio, una señora de nombre Ana. Un día, en la hora del recreo, los estudiantes comentaban que muchas mascotas del pueblo habían desaparecido misteriosamente y nadie sabía del paradero de estos animales.

Emma, una niña inteligente, decidió que el caso de la desaparición de animales tenía que ser investigado. Comenzó preguntando a todos los dueños de las mascotas, anotando las fechas aproximadas de las desapariciones. Cuando analizó se dio cuenta de que las fechas coincidían con la llegada de la cocinera Ana y algo le pareció curioso en todo esto.

Cuando investigó el origen de Ana se enteró que había llegado a la escuela porque la antigua cocinera estaba a punto de ser jubilada. El director se negó a responder de dónde venía Ana y cuál era su secreto en la cocina. Un día, Emma se atreve a preguntárselo a la cocinera y ella le dice que es un secreto de familia. ¿Puedo ver como cocinas? Preguntó Ana.

No, querida, dijo Ana con un tono de molesta. Está bien señora Ana, no hablemos de comida entonces. ¿Y si hablamos de mascotas? ¿Le gustan las mascotas? Ana no respondió nada, por el contrario, tomó del brazo a la niña y la sacó de la cocina. Emma se percató que la nevera de las carnes de la cocina de su escuela tenía doble candado y eso le llamó la atención.

Buscó al director y le preguntó cada cuánto tiempo se compraba la carne para las comidas escolares y ante eso, el director respondió con asombro ¿Qué preguntas son esas? A lo que Emma le respondió: Estoy preparando un informe para una tarea y antes de irme a casa, necesitaba ese dato. Compramos carne cada semana, sin embargo, llevamos más de tres semanas sin hacerlo porque la nueva cocinera se las ingenia con las recetas.

Emma comenzó a sospechar que Ana estaba cocinando a las mascotas. Llegó a su casa y le contó todo a su mamá, pero no le creyó nada. Una noche, salió con su cámara rumbo a la escucha, se coló por una ventana y llegó. Empezó a abrir la nevera pero un grito la interrumpió. Linda niña, sé que estás aquí. Emma sintió miedo, intentó llamar a su mamá por teléfono pero no había señal.

Corrió hacia la puerta y la trancó con una silla. Volvió al área de la nevera, pero no había terminado de abrir la nevera cuando sintió un fuerte apretón en sus brazos. Era la cocinera Ana quien la agarró bruscamente y le gritó: ¿Qué haces aquí? La niña estaba muy asustada y no dijo nada. Observó con terror como Ana tenía en su otro brazo un gato muerto.

Notó como la cocinera metía al gato muerto en una gran olla, con verduras. En ese momento entraron a la cocina el director de la escuela, acompañado de los padres de la niña. Emma insistió en que abrieran la nevera para saber si allí estaban las mascotas, pero solo encontraron vegetales y legumbres. Cuando vieron a la ventana, observaron que una bruja volaba lejos, con una sonrisa extraña que daba miedo.

El robot

Había una vez un niño llamado Norberto, quien era hijo único de una pareja de empresarios de la industria del juguete, por lo que en su casa tenía juguetes de todas las clases. Nolberto, a diferencia de otros niños, no cuidaba sus juguetes, los dañaba rápidamente. Un día, en la empresa de sus padres, crearon un juguete que causó sensación: Se trataba de un robot con inteligencia artificial, que aprendía a jugar con sus dueños.

Los padres del niño le llevaron este nuevo juguete a su hijo, quien se sorprendió cuando escuchó al robot hablar. Al fin un juguete que me gusta, dijo animado Nolberto. Se fue a su cuarto y allí acostó al robot en una mesa que tenía y comenzó a desarmarlo con un destornillador. El robot le decía que no lo dañará pero el niño no hacía caso.

Esa noche cayó una fuerte lluvia y a Nolberto le pareció buena idea sacar al robot por la ventana. Mientras comía con su familia, se oyó un ruido fuerte y de repente toda la casa quedó en completa oscuridad. En el cuarto del niño se escuchaban extraños sonidos y fueron a ver pero allí llegó la electricidad. Cuando entraron, todo estaba en orden, incluso el robot estaba acomodado sobre la cama en perfecto estado.

El niño no entendía nada, se sentía con miedo. El sabía que había botado el robot por la ventana. Bajaron para terminar de cenar. Después subió a su cuarto y ya el robot no estaba allí. Se acercó para revisar debajo y escuchó que la puerta se cerró detrás de él. Cuando se volteó, vio frente a él al robot que le dijo: Mi nombre es R1 y te voy a enseñar que a los juguetes no se les daña.

Nolberto pegó un grito y sus padres subieron al cuarto. Allí el niño les dijo con miedo que el robot le había hablado pero los padres le dijeron que así había sido creado. El niño dijo que le habló amenazándolo, pero sus padres no le creyeron nada. El niño, después de un tiempo, pensó que había sido su imaginación y cuando se fue a dormir, escuchó horrorizado: No soy tonto, te enseñaré a cuidar tus juguetes, no importa lo que le digas a tus padres, nunca te creerán.

A partir de allí, lleno de mucho miedo, el niño Nolberto comenzó a cuidar sus juguetes y nunca más los volvió a dañar y siempre paseaba acompañado de su robot.

La casa del bosque

Esta historia de terror habla acerca de Damián, un niño como cualquier otro que, luego de ir a su escuela y cumplir con sus actividades diarias, se disponía a disfrutar de su tarde libre junto a amigos. Él y sus compañeros de juego tenían la costumbre de ir a un parque ubicado en la residencia donde vivían, para que sus padres pudieran estar pendientes de ellos.

En una oportunidad, estando en el parque, observaron a una señora mayor que estaba sentada en un banco. Les llamó la atención porque nunca la habían visto por esa zona. A pesar de llamarles la atención, Damián y sus amigos siguieron jugando como si nada hubiese pasado, hasta que escucharon a la anciana pedir ayuda.

De inmediato salieron a ver qué estaba ocurriendo y era que se había caído del banco donde estaba sentada, así que corrieron a ayudarla. La señora llevaba consigo una cesta repleta de frutas por lo que les agradeció el gesto con una fruta para cada uno. Los niños estaban muy alegres y se comieron de inmediato todas las frutas.

La anciana les ofreció más frutas a los niños pero a cambio tenían que acompañara a su casa que estaba ubicada en el bosque. Ninguno de los niños se atrevió a seguirla sin el permiso de sus padres. En cambio, le dijeron que hablarían con sus padres y al día siguiente la acompañarán. Estando en su casa, Damián preguntó a sus papás que si en el bosque vivía alguien y ellos respondieron que no sabían.

Fue allí cuando el niño Damián procedió a contarles a sus padres lo que había ocurrido con la anciana y los padres le felicitaron por ayudarla y por no irse sin el debido permiso. Terminaron de comer y cada uno se fue hasta su habitación, sin embargo, Damián no logró dormir. Tuvo una fuerte pesadilla en la que aparecía una bruja que vivía en el bosque.

Amaneció y el niño Damián se preparó para irse a la escuela, sin embargo, continuaba bastante asustado por la pesadilla que había tenido la noche anterior. Cuando salió de clases, sus amigos le insistieron en volver al parque y les siguió pero con algo de temor. Cuando estaban en el parque, los amigos de Damián decidieron ir al bosque por las frutas que la abuelita les había prometido.

Damián esperaba sentado en el columpio, mientras que en su mente no paraba de llegarle la pesadilla que había tenido. Recordó la cara de la bruja y le pareció idéntica a la de la anciana del día anterior. Sintió mucho miedo y se internó en el bosque para intentar alcanzar a sus amigos y advertirles del peligro, pero no los encontró. Se perdió.

De manera repentina todo se transformó en oscuridad y sobre el lugar comenzó a caer una intensa lluvia. Damián recordó que así empezaba su sueño y comenzó a llorar desesperadamente mientras intentaba comunicarse con sus padres. Caminó en busca del parque pero solo encontró la horrible casa de la pesadilla. Corrió para alejarse pero sentía que no podía y entre los árboles solo podía ver sombras de espanto.

Continuó corriendo y tropezó con una rama pero en vez de levantarse se quedó en el suelo llorando hasta que sintió que alguien lo estaba abrazando. Cuando miró, era la abuelita que estaba con sus amigos. Todos fueron hasta la casa de la anciana. Era vieja y daba mucho miedo, su casa era similar a la de un cuento de terror. En su interior, había pócimas, una escoba y todo tipo de animales.

Los niños sintieron demasiado miedo, tanto que salieron corriendo del lugar, incluso Damián. Pero entonces la anciana les dijo: Qué hacen, ya casi los tenía. La anciana tomó la escoba, sacó una varita de su bolsillo y dijo: Animales, perseguirlos. Allí todos los animales comenzaron a perseguir a los niños, pero estos habían logrado salir a una carretera cerca y pedir ayuda.

La granja

Esta historia habla sobre Emilia, una niña que vivía junto a sus papás y abuelos en una granja que se encontraba situada a las afueras de la ciudad. La niña decía que no le gustaba vivir en ese lugar, sino que quería estar en la ciudad, pasear por los centros comerciales y parques, lejos de todo tipo de animales. Emilia le decía a sus padres que las vacas, gallinas y otros animales eran horrendos.

En una oportunidad, luego de tener una gran discusión con sus padres, la niña salió furiosa al patio y en eso le da una patada a un perro que pasaba por el lugar. El perro le gruñó y la mordió. A Emilia le dio mucho miedo y comenzó a llorar y pedir ayuda. Aún el perro estaba cerca gruñendo. El abuelo de la niña, al ver lo que estaba sucediendo la llamó y le dijo:

Emilia, hijita, a los animales no se les trata de esa forma, expresó el abuelo mientras miraba la herida. Ellos no pueden sentir abuelo, le dijo una Emilia gruñona y llorosa. Claro que sí sienten, le dijo el abuelo, y más de lo que crees. Tienes que tener más cuidado sobre todo con los animales de la granja. Se fueron a la casa y la niña, desde el patio, observó a los animales a su alrededor.

Emilia no notó nada extraño y se dijo a sí misma: Seguramente el abuelo solo quiere asustarme. No había terminado de hablar cuando escuchó al pato que estaba en el posa brazos de una silla: No Emilia. La niña volteó sorprendida y vio al pato que esta vez no dijo nada. Creyó estar loca y se fue a la casa. Esa noche, mientras todos dormían, la niña volvió a oír un extraño ruido.

Fue a la habitación donde dormían sus padres para contarle pero estos le pidieron que se acostara. Emilia regresó a su cuarto pero escuchó nuevamente ruidos, por lo que decidió ir a ver qué pasada. Agarró su linterna y camino rumbo al establo. Mientras más se acercaba, escuchaba que se trataba de voces pero solo reconoció una, era la de su abuelo.

La niña intentó entrar pero después prefirió esperar fuera. Cuando se acercó a la pared del establo para observar de una mejor manera, vio con horror que los animales estaban reunidos en círculo. En ese momento llegó un perro al que Emilia había pegado y dijo: La niña lleva rato tratando mal a todos los animales, ¿Qué podemos hacer? Deberíamos obligarla a que se fuera, contestaron los cerdos.

Es imposible, los padres no van a querer, respondieron los patos. Tengo una idea, ¿Por qué no la asustamos y hacemos que se pierda lejos de la casa? Me gusta la idea, pero además deberíamos intentar comerla y nadie se dará cuenta, expresó una cabra que parecía un tanto loca. En ese momento Emilia dio un salto de terror y salió corriendo a su habitación. Le contó lo que había visto a su abuela, y este le dijo que él lo sabía desde hace años. Desde allí Emilia empezó a tratar bien a los animales.

El Fantasma de la escuela

Si de cuentos de terror inventados para la escuela se trata debemos mencionar la historia titulada “El fantasma de la escuela”: La historia cuenta que hace muchos años atrás, antes de que existiera la escuela 20 de Noviembre, había una casa grande donde habitaba una familia bastante feliz. Un día inesperado, en medio de la noche fría y oscura, cuando la familia dormía, la casa empezó a quemarse sorpresivamente.

Las llamas mataron a más de la mitad de los miembros de aquella familia feliz. Después de ese incidente, el inmueble fue derribado y se construyó en ese mismo lugar la escuela 20 de Noviembre, institución educativa que estaba dirigida por el maestro Juan quien era muy alto y fuerte. Una vez que terminó la construcción, la escuela empezó a prestar sus servicios.

Los niños que allí estudiaban comenzaron a relatar que sucedían hechos paranormales dentro de la institución, algunos aseguran que en oportunidades cuando no había casi nadie en la escuela o en la noche, se escuchaban personas caminando por el extenso patio y salones altos de la escuela. Otros testigos relatan haber escuchado a personas subiendo y bajando las cortas escaleras.

En una oportunidad, el maestro Juan intentó averiguar qué era lo que asustaba tanto a los niños de la escuela, por lo que decidió quedarse una noche fría y oscura e la escuela, con las calles vacías y oscuras ya que se había descompuesto misteriosamente las luminosas lámparas de afuera de la escuela. Juan se quedó en compañía del conserje Luis, quien estaba temeroso.

La noche comenzó a avanzar y los sonidos paranormales empezaron a escucharse. Oyeron algo cerca de los baños de la institución y con linternas y grabadoras de video pegabas a sus cascos se fueron acercando hacia el extraño ruido. De manera repentina ambos sintieron un fuerte viento que pasaba enfrente de ellos durante un corto momento. En ese instante se regresan a sus habitaciones para revisar la grabación.

Cuando revisaron el video, ambos sintieron miedo al ver como una sombra fría y blanca los estaba mirando fijamente justo en el momento cuando el fuerte viento rozó sus rostros. Intentaron salir de ahí pero al hacerlo, la enorme puerta se había cerrado y, alguien, al intentar abrirla los atacó. En ese instante, ambos pensaron que los fantasmas los había dejado al parar los ataques, pero ellos no se dieron cuentan de que los habían hecho enojar mucho más.

El viento era cada vez más intenso, las mesas y las sillas empezaron a moverse y caer. Lo peor fue cuando observaron a alguien de impresionante tamaño sin la cámara parado justo enfrente de ellos. Corrieron hasta uno de los salones donde ellos tenían sus ingeniosos equipos de grabación, su sorpresa fue que al llegar al salón, había muchas manchas de sangre y una nota extraña sobre la mesa que decía. Es él, él está en todas partes.

Juan pensó de inmediato que antes de construirse la escuela, en ese lugar había una casa donde vivía un señor alto que aparecía en todos lados haciendo bromas, asustando y jugando. Ambos tomaron la decisión de ocultar todo lo que habían visto para evitar que cerraran la gran escuela y clausuraron el lugar del cual eran dueño. Se dice que actualmente los fantasmas siguen presentándose y busca jugar con maestros y alumnos.

Un día extraño

La historia habla sobre una persona que no podía dormir. Se acostó temprano porque estaba un poco cansado, sin embargo, lo único que hacía en la cama era dar y dar más vueltas. Cuando por fin logró cerrar los ojos, la alarma sonó. El joven sentía como su hubiera pasado toda la vida dormido, no tenía ganas de levantarse aún porque a pesar de que la noche fue calurosa, la  mañana siguiente había un fuerte frío. Afuera estaba nublado, por lo que parecía más temprano al sonar el despertador.

Cerca de la casa de este joven había tres escuelas cerca, un parque industrial al lado y le parecía extraño que para ese momento de sonar la alarma no se escuchara ningún tipo de ruido, ni siquiera los perros ladraban y él tenía nada más y nada menos que cinco perros en su casa. Sintió curiosidad cuando revisó que en las demás habitaciones de su casa no había nadie en las camas.

En ese momento el joven decide salir a buscar a su familia pero se da cuenta que en sus zapatos hay algo baboso pegado, como un moco gigante. Como puede va  a la casa de su vecina para preguntarse que había visto algo extraño. En la casa de la vecina estaba su carro, las puertas abiertas pero nadie respondía a los gritos del joven.

Habían muchos capullos transparentes con algo dentro. El joven precede a abrir uno con ese palo y era el cuerpo de su vecina embarazada, su piel estaba transparente, se le podía ver al bebé dentro. ¿Qué hago? Se preguntó el muchacho. Voy a romper todos los capullos, cielos, cuántos cuerpos, espero no encontrarme a mis padres aquí, pensó.

Alguien respira, ¿Dónde estás? Tranquila, yo te ayudo, estás bien, tu bebé está bien, no te preocupes por nada. Estaba comenzando a vomitar esa sustancia verde un tanto asquerosa, se mueve, se me sube por el cuerpo, me está atrapando, me envuelve, crece. Me quiere convertir en un capullo, yo mejor me voy, apenas pudo escapar el muchacho.

Habían muchos gritos y se preguntó qué era eso. Se trataba de unos monstruos grises, corpulentos y obsesos que estaban arrancando los capullos de los techos. Los llevan arrastrado hasta la mitad de la calle, los abren con las garras. También abren a la gente a la mitad, les sacan una larva dientona. Aquel echó a su hermana a un costado y el muchacho pensó que era mejor ir por ella, aun no estaba transparente.

Echan gente en un barril grande, las están machacando con un mozo. El muchacho no soportó los gritos, se descuidó aquel, ya tenía el saco con su hermana. Pensó esconderse en el techo de la casa, desde allí podía ver todo lo que estaba ocurriendo, veía que estaban alimentando a las larvas con la gente machacada, no entendía nada. Pensó “Qué día más extraño, no quiero que vuelva a estar nublado nunca más”:

El agua de vida

La historia habla acerca de un hombre llamado Gerardo, quien luego de la muerte de un tío lejano que ni siquiera tuvo la suerte de conocer, heredó una de las tantas propiedades que tenía su tío. Se trató de una impresionante casa, en medio de un predio enorme, que aunque estaba algo descuidada, valía más de lo que él y su pareja podía soñar.

En esa época Gerardo y su familia estaban pasando por un momento complicado desde el punto de vista económico, por lo que decidieron vender su casa para mudarse a la nueva construcción que había recibido como herencia de su tío lejano. La pareja pensó en restaurar ellos mismos la casa, con la idea de venderla más adelante al mayor precio posible.

Recorrieron toda la casa para observar qué trabajo les costaría, al menos no había mucho que sacar, la falta de muebles era evidente. Para sorpresa de Gerardo, el sótano que era dos veces el tamaño de la casa, estaba repleto de barriles y botellas de licor que comenzaron a probar con agrado. Tomaron tanto que esa noche se quedaron dormidos ahí mismo y se despertaron a media noche.

Se despertaron debido a que las luces de toda la casa se apagaba y encendía de manera misteriosa como si se tratara de un cortocircuito. Pasaron varios días y comenzaron los trabajos de restauración en la casa, Organizaron una gran fiesta con sus amigos y algunos de los interesados en adquirir la propiedad, sirvieron el vino de los barriles. Esa noche se terminaron más de seis barriles.

Uno de los meseros contratados le dice a Gerardo que no habían podido aún sacar los barriles debido a que estaban demasiado pesados, que necesitaban una mano, entonces buscan a dos amigos más que continuaban en la casa. Entre todos tomaron los barriles pero éste se les cayó y cuando se rompió se llevaron una gran sorpresa.

Resulta que dentro de ese barril que se rompió estaba el cuerpo de una jovencita. Decidieron romper los demás barriles vacíos que se había tomado durante la fiesta y encontraron dentro de ellos más gente muerta. Cada uno de los cuerpos estaban en la misma posición: Acurrucados como bebé en el vientre y debajo de los barriles había fechas que se marcaban desde 1500 hasta el 2000.

La leyenda dice que revisando en las pertenencias de aquel lejano tío se encontraron con un diario, en el cual descubrieron que había vivido más de 500 años gracias a aquella Agua de Vida que el mismo preparada. Gerardo reunió a todos lo que habían ido a la fiesta y les ofreció la inmortalidad a cambio de su silencio y todos aceptaron.

Mientras dormimos

Las pesadillas son una de las peores sensaciones que podemos experimentar durante nuestras horas de descanso, sobre todo, cuando intentamos despertar y no podemos. Se cuenta que en los sueños uno tiene el completo control pero en el caso de las pesadillas, nos convertimos en presas de los más ocultos miedos o los peores momentos que podamos imaginar.

Hay quienes creen que las pesadillas son procesos del cerebro, sin embargo, en muchas ocasiones esto no es verdad. En el mundo de las pesadillas existen más cosas de las que podemos ver o entender, muchas de ellas están más cerca de lo que creemos. En el justo momento cuando te vas a dormir, estos seres del más allá se revelan en contra nuestra, incluso podemos verlos, escucharlos, sentirlos y hasta hablar con ellos.

Uno podría pensar que está alucinando o soñando, pero se trata que estamos en un estado en que somos más sensibles y perceptivos, cuando la razón no entorpecer tus sentidos y puedes ver más allá de lo lógico y creíble. A todos nos ha pasado que cuando intentamos dormir, de pronto sentimos como que caemos al vacío y el cuerpo salta de la cama.

Pues no es otra cosa que estos seres del más allá llevándonos hasta su mundo para que los alimentemos con el miedo. Nos sujetan por los pies con sus manos frías, nos toman de las manos, callan nuestra voz vomitando sus babas en la boca y por más esfuerzo que hagamos por gritas, no lo conseguimos. Miles de manos desgarran la ropa, nos arrancan la piel para comernos a pedazos.

Una vez que llegamos al fondo nos están esperando otros tantos para dejarnos en nuestra cabeza recuerdos que no saldrán de ahí jamás, podemos verlos, si tenemos suerte son solo sombras borrosas, pero cuando observamos al detalles podemos notar que se tratan de seres que alguna vez fueron como nosotros, pero ahora sus rostros transmite sufrimiento, maldad.

La máscara

Era una muchacha que en una noche se encontraba bastante feliz debido a que sus padres se iban de fiesta y por fin iba a poder abrir aquel baúl que su abuela había dejado como parte de su herencia antes de morir, pero que su mamá había arrumbado en el ático sin dejarla ver lo que estaba en el interior de ese misterioso baúl. Sería la noche ideal para averiguarlo.

Cuando la joven se percató por la ventana que sus padres ya se habían marchado de la casa, corrió de inmediato a revelar todos aquellos secretos que le permitirían conocer un poco más a su abuela, con quien vivió poco tiempo. La muchacha comenzó a creer que su abuela era una apasionada del teatro o que alguna vez llegó a ser una gran actriz, dado que dentro del baúl habían vestidos hermosos de la época, accesorios brillantes y una máscara verde que le llamó la atención.

Agarró la máscara y se la llevó hasta su cuarto, el mejor lugar que se le ocurrió para tenerla cerca, sin que su madre se diera cuenta. La escondió dentro de su armario y después se fue a dormir con la emoción de tener cerca un vínculo con su querida y extrañada abuela. Cuando aún no había cerrado sus ojos para dormir, la muchacha escuchó una voz que salía desde el armario

“Un vaso”… Al finalizar la voz, un fuerte sonido de algo al quebrarse se oyó en el área de la cocina, con un poco de incredulidad, la joven salió a ver qué era lo que estaba pasando y el vaso que había dejado sobre la barra se cayó al piso. Subió las escaleras con rapidez y esta vez un poco más fuerte, la voz volvió a escucharse y dijo “Un plato”… Y se estrelló contra la pared el plato donde llevaba un poco de pizza a su cuarto.

Desde el armario salía una risa misteriosa, así que decidió acercarse lentamente. La puerta del armario estaba entre abierta, cuando estaba muy cerca, golpeó la cara con la puerta debido a que ésta se abrió de manera brusca. Observó con asombro cómo la máscara flotaba dentro del armario, con una sonrisa bien marcada que antes no existía.

La joven veía cómo la máscara la observaba de manera fija mientras de entre sus labios salió la frase: “La niña”… Sintió que se sofocaba, mientras un humo verde la comenzaba a rodear. La máscara se hundía en carcajadas siniestras. Para suerte de la joven, ya era demasiado tarde y sus padres estaban llegando a casa. Cuando vieron todo lo que estaba ocurriendo, la madre de la joven empezó a golpear la máscara con un cojín y pareció perder la concentración.

La máscara salió volando por la ventana mientras la madre de la joven decía “Tu abuela perdió la vida atrapándola en aquel baúl y ahora tú la has liberado”. Al marcharse, la máscara volvió a pronunciar unas palabras y ésta vez dijo “Me vengaré” No supo si la frase iba para ella o para su familia, tampoco supo cómo iba a ser su venganza. Lo cierto es que desde allí el tema no volvió a tocarse en la familia.

El pozo

Nos trasladamos a una comunidad llamada “Los Rosales”, que había tenido ya sus días mejores. Dado a la mala administración de los recursos económicos por parte del gobierno, esta región tenía bastantes carencias. Prácticamente en la comunidad hacía falta de todo, desde calles arregladas hasta servicios tan básicos como la luz y el agua.

Tomando en cuenta ese escenario, todas las mañanas doña Letizia tenía que recorrer una distancia aproximadamente de dos kilómetros para poder llegar al río y así llenar un gran recipiente de madera con agua para cubrir sus necesidades. Tristemente un día la señora se enfermó gravemente y no tuvo más opción que enviar a su hijo a realizar la labor que ella acostumbraba a hacer.

El hijo de la anciana se llamaba Carmelo, quien ya había cumplido los 14 años de edad, por lo que a primera vista parecería que no era una tarea difícil la que su madre le había encomendado, sin embargo, había un grave problema. Carmelo presentaba ciertas dificultades para caminar, hecho que suponía un contratiempo. A pesar de eso, Carmelo estaba decidido a llevar a cabo esa encomienda.

Agarró el recipiente y lo ató a su espalda, tomó dos varas y las utilizó como muletas. El estaba consciente de la situación y sabía que quizás le llevaría varias horas llegar hasta la orilla del río. Transcurrieron más de 35 minutos y el joven apenas había avanzado tan solo medio kilómetro. Ese día el sol estaba muy intenso, lo que hacía que las gotas de sudor le cubrieran sus ojos, impidiéndole ver con claridad.

El muchacho se detuvo un momento para descansar a la orilla del camino, aprovechando además para limpiar su rostro con su playera cuando de manera sorpresiva una de sus rodillas se dobló tirándolo al suelo de manera estrepitosa. Carmelo intentó levantarse, pero lo único que hacía en cada uno de sus intentos era acercarse cada vez más a la cuneta. Rodó colina abajo hasta que un árbol lo detuvo.

Logró ponerse de pie gracias al trono. En ese momento Carmelo empezó a oír la voz de su madre que le pedía ayuda de manera desesperada. La voz provenía de un lugar no muy lejano a donde el joven se encontraba. El adolescente fue avanzando al sitio donde se escuchaba la voz. Cuando estaba próximo a llegar, las palabras cesaron de un modo intempestivo y un objeto apareció frente a él.

Se trataba de un pozo rebosante de agua, era el agua más clara y cristalina que había observado en toda su vida. Agarró la soga y comenzó a jalar esperando que saliera el extremo para poder adaptarlo a su balde. Por un descuido, Carmelo soltó el recipiente y éste que estaba encima del borde del pozo, fue a parar hasta el fondo. “Tengo que sacarla”, pensó el joven.

Observó que el agua llenaba más de la mitad del pozo, imaginó que lo más sencillo sería meterse al pozo y sacar el cubo de madera. Así lo hizo y fue entonces cuando un alarido de terror retumbó en las paredes de piedra. Un campesino que pasaba por ahí, vio los palos de madera que se encontraban junto al viejo pozo, el cual había estado seco e inhabilitado por más de 50 años. Al asomarse, vio horrorizado el cuerpo destrozado de un joven, Carmelo.

El diablo en el espejo

Era una noche de compartir entre amigos donde tomaban tragos y reían por las historias que se contaban. Comenzaron a hablar de terror, mientras un par de ellos escuchaban asustados las escalofriantes historias que se contaban, pero la mayoría que ya llevaba un par de copas de más, aprovechaban para bromear e intentar asustar con un grito o saltando sobre los amigos cada vez que la narración hacía un silencio.

Carlos, uno de los amigos presentes en la reunión, comenzó a contar su misteriosa historia de terror y todas las bromas se detuvieron: “En Nochebuena, cuando eran justo las 12 de la noche, el diablo hace la inspección en la tierra, la única en el año, así que si queremos verle tiene que ser ese mismo día a esa misma hora” narraba Carlos.

“Vete al baño ya que es el lugar más propicio para realizar el evento y cierra la puerta. Enciende 12 velas, a poder ser negras, apaga la luz y sitúate enfrente del espejo. Cuando quede poco para que sean las 12, cierra los ojos y mantenlos cerrados hasta que quede sólo una campanada de las doce que deben sonar. En ese momento el diablo se aparecerá en el espejo sólo durante un segundo” terminó de narrar el joven Carlos.

Entre risas y retos, David, otro de los amigos de la fiesta, dijo “Yo lo haré, solo necesito un testigo”. De inmediato alguien más secundó ofreciéndose como testigo. Para ese momento faltaban pocos días para noche buena, pues era un 20 de diciembre, así que pareció una buena idea. Llegó el 24 de diciembre y para las 23:55 ya estaba prácticamente todo preparado para poner a prueba el reto.

David se fue al baño, el testigo se había acobardado. La puerta se cerró, las campanadas sonaron y el nervioso testigo esperaba afuera que alguna criatura le soltara desde las sombras propinándole un susto de muerte, sin embargo, nada pasaba. Luego de un suspiro profundo, llamó a la puerta, pero nadie respondía. Ya había transcurrido más de un minuto y David no salía así que decidió abrir la puerta.

Cuando el testigo abrió la puerta del baño observó que todo estaba en completa oscuridad y solo escuchaba una respiración ahogada en el suelo, un intenso olor a azufre hizo pensar al joven que algo no estaba bien. Decidió prender la luz del lugar y se encontró a David con la cara desencajada del miedo mientras se llevaba fuertemente la mano al pecho. Llamó a su amigo pero éste no le respondía, de puro terror había sufrido un ataque al corazón y lo único que alcazaba a decir era: Lo he visto, lo he visto.

Llegó al hospital y todo parecía estar bien y normal. David estaba recuperado, pero solo físicamente, debido a que no paraba de repetir una y otra vez que lo había visto. Pasaron varios días y David salió del hospital pero nunca más volvió a ser el mismo de antes. Se transformó en una persona asustadiza y retraída que muchas veces se quedaba pensativo y en silencio a mitad de una conversación.

Al cruzar el puente

La historia habla acerca de un grupo de estudiantes que regresaba de vacaciones de semana santa cuando el profesor de deportes decide organizar una excursión en el bosque. El paseo por ese lugar iba a durar tres días, desde el viernes hasta el domingo. Este tipo de salidas le gustaban mucho a un joven, debido a que no solamente disfrutaba del paisaje sino más que nada de convivencia con sus demás compañeros de clase.

A primera hora del viernes fueron citados todos los estudiantes. La escuela secundaria había contratado a dos autobuses para trasladarlos hasta el bosque. Después de varias horas, llegaron al lugar de destino y este joven sintió cierta decepción del sitio. Era un parque exclusivo para acampar. En otras palabras, estabas vigilado constantemente por guardabosques, quienes se encargaban de limitar la diversión.

Las autoridades ya tenían un itinerario de actividades previamente establecido el cual era estrictamente seguido por el director de la institución. A pesar de eso, una de las noches este muchacho en compañía de varios de sus amigos se escaparon del campamento para poder dar una vuelta por todo el lugar. Luego de caminar un rato se toparon con un puente colgante de madera. Apenas lo vio Jacinto dijo: “Hay que usarlo para ver hacia dónde nos lleva”:

A todos los amigos les pareció que la idea de cruzar el puente era estupenda y Jacinto fue el primer en iniciar el trayecto. La madera crujía a cada paso. Además el viento se encargaba de mecerlos de una forma aterradora. Justo en la mitad del puente, Antonio, uno de los estudiantes, se detuvo y dijo: “Mejor regresemos, tengo mucho miedo”:

“No seas cobarde, lo malo sólo ocurre en las leyendas de terror”, respondió Jacinto. De manera repentina varios maderos del puente se desprendieron y un grito de pavor inundó aquella atmósfera. Cuando volteó la cara solamente vio como seis de sus compañeros caían hacia el vacío. Vio como una porción completa de aquel pasadero se había desprendido.

Jacinto quiso regresar rápidamente al campamento, el problema era que si no se sujetaba bien las cuerdas de los extremos, podría caerse también al igual que sus compañeros. Caminó sin apartar la vista del piso, pero nunca vio ningún hoyo en el puente. Regresó a su tienda y se durmió. Al día siguiente, los profesores organizaron una búsqueda para encontrar a los amigos desaparecidos, pero nunca los encontraron. Jacinto tampoco dijo ni una sola palabra.

El día que mi vida cambió

Se disponía a ir al médico para hacerse su examen anual. Esa mañana todo parecía normal, luego de varios minutos de esperar en la sala del centro médico, la enfermera hizo pasar al joven para el consultorio del Doctor López. Ahí estaba él. Ese médico era todo un personaje, siempre tenía el ceño fruncido aunque estuviera de buen humor. El médico lo observó con una mirada fría y penetrante y dijo.

“Quítese la camisa”, le vamos a sacar un poco se sangre para revisar que todo esté bien, Ah, pero antes de eso, déjeme comentarle que de acuerdo con su expediente médico, es el momento adecuado para administrarle la vacuna de la gripe”: Pero Doctor, estamos en agosto, ¿No le parece un poco precipitado? Replicó un poco sorprendido.

Al contrario, dijo el Doctor, si lo inoculamos de una vez nos estaremos asegurando de que ningún virus lo ataque. El muchacho estaba bastante inquieto, había algo que no le gustaba, solo que desafortunadamente no supo que era. La enfermera llegó con una jeringa más grande de lo habitual, la cual contenía en su interior un extraño líquido de color naranja.

¿Esa no es la vacuna de la influenza? Preguntó el joven. “Es una nueva fórmula que lo protegerá por más de dos años, de cualquier tipo de influenza, así como de otras tantas enfermedades. Además como este tratamiento se encuentra en fase de prueba, no tiene costo alguno, sin embargo, le aseguro que le estamos ofreciendo lo último que hay en el mercado”, respondió.

El muchacho aceptó con miedo. Comenzó a sentir mareos y náuseas de manera inmediata después de salir del consultorio. Después llegó a su casa y se sentía exhausto. Se recostó de un sillón y allí se quedó dormido hasta que el sonido de su teléfono lo despertó. Lo estaba llamando Sonia, su novia, quien le recordaba que esa noche habían quedado en salir a cenar.

El joven le dijo a su novia que se sentía indispuesto y ella comenzó a ponerse brava pues casi todas las veces que hacían planes era él quien los cancelaba a última hora. Por esa razón, la muchacha no aceptó un no por respuesta por lo que se vio en la obligación de salir de su casa y recoger a su novia a las nueve de la noche para ir a cenar.

Para esa hora el joven ya se sentía mucho mejor. Los dolores y los síntomas habían desaparecido en su totalidad. Cuando llegó a casa de su novia Sonia, ya estaba en la banqueta esperando. Subió al auto y se dieron un beso. En ese instante, una violenta fuerza recorrió el cuerpo del joven, su voz comenzó a cambiar y sus brazos y rostro comenzaron a cubrirse de pelo.

El muchacho estaba aterrado, ya que veía en el espejo los cambios que su organismo estaba experimentando ante la mirada atónita de su novia. Ella por su parte, se quedó paralizada al ver todo lo que estaba ocurriendo. De manera sorpresiva el joven empezó a aullar y sus manos, ahora garras, se llenaron de sangre. Sintió una desesperación inmensa que perdió el conocimiento. Cuando despertó algo horrible había sucedido. Solo estaba la cabeza de Sonia, el resto de su cuerpo había desaparecido.

El campanario

La historia habla sobre un pueblo donde había más iglesias que lugareños literalmente. Se trataba de una localidad pequeña donde la mayoría de sus habitantes se conocían a la perfección. Una cosa que caracterizaba a esta pequeña población es el hecho de que no aceptaban de manera fácil a los forasteros y eso fue lo que sucedió con el padre Villaseñor, quien llegó al pueblo luego de la muerte del querido padrecito Godínez.

Villaseñor había sido enviado de la capital y traía consigo ciertos aires de grandeza que de una u otra manera generaban molestia en casi todas las demás personas. De hecho, desde la primera vez que ofició una misa, la gente lo miró con muy malos ojos dado que comentó:

“Veo que el Señor se ha olvidado de este lugar, no sólo porque son un rebaño completamente descarriado, sino por lo maleducados que son. Por fortuna, aquí estoy yo, para devolverles la fe y las buenas costumbres que todo cristiano debe procesar”. Luego de terminar la misa, se acercó Lencho, el capataz de la hacienda de don Gabino y éste le advirtió al sacerdote:

“Mira curita, ándate con cuidado. Desde que murió el padrecito Godínez, dicen que todas las noches en esta iglesia se aparece el demonio. Ante eso, Villaseñor respondió con una fuerte carcajada: “Bola de ignorantes, eso me lo dices para asustarme. ¿Crees que con un cuento de terror como ese, me voy a morir de miedo?

No, pero que conste. Yo nada más le advierto que no ande tentando a la suerte. El tiempo fue pasando y cada vez eran menos las personas que acudían a esa iglesia. Una noche, caída una fuerte lluvia cuando Villaseñor se trasladaba a su casa. Comenzó a escuchar varios sonidos misteriosos que parecían provenir del púlpito. Por más que lo intentaba, no podía descifrar qué era lo que decían aquellas voces.

Cuando se acercó más al lugar, todas las velas que estaban encendidas se apagaron repentinamente debido a un fuerte viento. Luego, de entre las sombras, comenzó a surgir una figura humanoide con orejas puntiagudas. Para esas alturas, el clérigo estaba arrodillado rezando afanosamente. Lo que no sabía es que nada de lo que hiciera podría salvarlo del funesto desenlace que le esperaba.

Cuando eran las tres de la madrugada del tres de octubre, las campanas del lugar empezaron a doblar. Tal y como lo hace cuando muere alguien. Uno a uno los feligreses fueron ingresando al recinto, solo para darse cuenta de que el cuerpo sin vida del padre Villaseñor se encontraba colgado de una de las sogas del campanario.

La semilla

Es una historia que hablar sobre César y Paola, una pareja que intentaban comenzar a formar una nueva familia. Tenían más de tres años de haberse casado y sentían que era el momento de empezar a tener sus hijos, sin embargo, ella temía un poco dado que desde hacía dos generaciones, las mujeres de su familia tenían dificultades en el cuarto mes de embarazo, causándoles un aborto inesperado.

Eran realmente pocas las mujeres de la familia que superan el cuarto mes de embarazo, algunas de ellas morían en el parto, las sobrevivientes en unos cuantos meses desarrollaban tumores con un tamaño mayor al de una pelota de tenis. No había causa aparente para la explicación de estos casos debido a que las mujeres lucían completamente sanas.

La mayoría de los niños que corrían con suerte de nacer eran bastante delgados, pálidos, enfermizos, de ojos rasgados, con una inteligencia impresionante. Un tío de la familia decía haber visto a uno de esos niños matas a animales y enterrarlos en el patio trasero de la casa. Luego de muchos estudios científicos y comprobar que Paola estaba completamente sana para quedar embarazada, la pareja se dio la tarea de encargar un bebé.

Luego de dos intentos, la pareja logró quedar en estado. Con mucha emoción y cuidado, siguieron el embarazo con bastante atención, pero al cuarto mes exactamente, Paola empezó a sentir muchas molestias, el dolor era intenso y pareciera que estaba lista para dar a luz. César se acercó al teléfono para llamar al hospital y que estuviesen preparados para recibir a su esposa.

De repente, una brillante luz de color azul cubrió la habitación mientras Paola flotaba yendo hacia arriba como si no existieran paredes o techo entre ella y su destino. Pasaron varios segundos y Paola ya se encontraba sobre una mesa fría y plateada, alrededor de ella muchas personas que no podía distinguir por la intensa luz azul.

Le atendieron el parto y pudo ver que su hijo lo tomaban para ponerlo luego dentro de una cápsula con un líquido naranja. Cuando despertó, estaba en el centro médico, había tenido un aborto, por más que insistió en que vio a su bebé nacer, los médicos la convencieron que había sido una alucinación. La noticia fue dura para la pareja quien no intentó por un año entero buscar otro bebé.

Cuando ella se sintió preparada nuevamente, lo intentaron otra vez y volvió a quedar embarazada. Ella no lo sabía, pero alguien más si. De nuevo esa luz de color azul iluminó la habitación, su marido parecía estar congelado, mientras ella subía a una nave que se posó sobre el techo de su casa, la pusieron sobre la mesa, unos seres grises, de gran altura, como cabezas desproporcionadas a su cuerpo, grandes ojos negros y rasgados, le extraían el embrión.

Esos seres le inyectaron la información genética de su raza, pues ellos hacía ya tiempo que no podían reproducirse y tras experimentar con varias mujeres, descubrieron que pocas podían que utilizar para sus fines. Los bebés de estos seres se gestaban solo en cuatro meses, en el momento que quedaban embarazadas, aprovechaban que todo en el cuerpo estaba listo, modifican el embrión disfrazando con él su semilla para que no fuera rechazado.

La posada

Una mujer de nombre Rosario iba rumbo a la casa de sus abuelos montada en su vehículo. La visita era con motivo de una gran celebración, sin embargo, a esta mujer no le agradaba mucho conducir de noche por carretera debido a que cualquier peligro podía ocurrir y nadie estaría disponible para ayudarla en ese momento. Lamentablemente sus temores se hicieron realidad.

De manera repentina uno de los neumáticos del carro reventó. Rosario bajó del carro y antes de abrir la cajuela se cerciore de que ninguna persona la estuviera observando. Buscó de manera frenética la llanta de refacción, pero no encontró nada. ¿Ahora qué voy a hacer?, pensó la mujer. En eso estaba cuando alzó la mirada y vio un letrero que decía “Posada a 2km”.

¡Qué buena suerte!, pasaré la noche ahí, pensó. Agarró lo necesario, lo introdujo en una mochila y comenzó a caminar con rumbo a la posada. Ella no podía creer lo que veían sus ojos. El lugar era realmente hermoso, se encontraba todo iluminado y además tenía un jardín lleno de flores. Algo que resultaba muy extraño debido a que era a principios del mes de diciembre.

El portón principal de la posada era de madera y adornado con figuras talladas. Cuando llegó al mostrador, la joven le preguntó al gerente: Disculpe, ¿tiene habitaciones disponibles? Ante esa pregunta, el gerente respondió que sí. Déjeme llamar al botones para que venga por su equipaje. No es necesario, dijo Rosario. Por cierto, ¿Cuánto dinero va a ser por favor?

No se preocupe por ese detalle, dijo el gerente, lo vemos mañana. Aquí tiene la llave de su habitación, se encuentra al fondo del pasillo. El cuarto asignado era muy grande, tenía dos camas matrimoniales, amplios ventanales y un baño completo que incluía tina. Rosario estaba bastante agotada por lo que decidió que lo mejor era ducharse antes de dormir para conciliar más fácil el sueño.

Se fue al baño y abrió la llave del agua y en ese momento se apagó la luz. Lo que ocurrió después no se sabe con exactitud, solo se sabe que hubo un grito de terror que inundó el corredor. Al día siguiente, el cuerpo de Rosario fue hallado sin vida a unos metros de su carro. La ropa que llevaba estaba manchada de sangre, aunque ella no tenía ninguna herida en su cuerpo, solo en su cuello había dos pequeños orificios.

Una plática inesperada

Julián era un muchacho bastante extraño que vivía en el pueblo. Cuando recién se mudaron, la madre de uno de los chicos vecinos trató de obligar a que hiciera amistad con Julián. Ambos compartieron varias cosas pero no era una persona de su agrado dado que este muchacho pasaba la mayor parte del tiempo hablando del diablo. Decía que éste le da órdenes, las cuales se relacionan con dañar gente.

En una oportunidad, sus padres no se vieron por el vecindario en más de dos semanas y la verdad es que muchos pensaron lo peor. Que Julián los había matado, desmembrados y guardados en el congelador. Los padres de este muchacho eran agradables y no se explica cómo pudieron tener a un hijo tan maniático como Julián. En las madrugadas se paraba solo en la ventana, con una mirada siniestra y una sonrisa macabra.

En otras ocasiones, Julián era observado entrar a su casa acompañado de chicas. Dentro de toda su locura, este joven parecía tenerlo todo. Sus padres lo llenaban de regalos aún más allá de sus necesidades. Por el contrario, el hijo de la vecina era un chico ejemplar, sano y el mejor de la clase pero no tenía tantas cosas materiales como Julián.

Hacía meses que los padres de este ejemplar muchacho no le dirigían la palabra ni escuchaban sus necesidades dado que cometió un error. Hizo pedazos el coche que le regalaron el día de su cumpleaños con tanto esfuerzo, pero después de eso no ha pasado nada como para que su madre ni siquiera se preocupe de que come. En su escuela también es ignorado por sus amigos.

A veces cree que lo mejor sería estar muerto. Tal vez esta idea sea un tanto loca pero pensó en darle a su vecino Julián el gusto. Pensó en ir hasta su puerta y pedirle que lo asesinara como había planeado tantas otras veces con cada persona que conoce. Pensó que de esa manera las personas volvería a tomarlo en cuenta aunque fuese en su funeral.

¡Julián, Julián! – Parece que lo asusté un poco al golpear en su ventana, tiene una expresión inusual en su rostro. ¿Qué haces aquí? Le respondió un poco sorprendido Julián. Quiero pedirte un favor que te va a encantar, le dije el muchacho. Quiero que me asesines del modo que dijiste la primera vez que nos conocidos.

No puedo hacer eso hermano, le dijo. ¿Hermano? ¿Por qué me llamas hermano? Hasta donde yo sé no somos muy cercanos. ¿Y por qué Diablos no quieres hacerlo si tantas veces me lo insinuaste? Porque estás muerto hace meses, desde que te estrellaste en el coche que te regalaron tus padres por tu cumpleaños.

El visitante de Día de Muertos

Esta historia cuenta que un día Juan estaba caminando por allí, pateando todo lo que encontraba a su paso, desquitando su amargura por un mal día que había tenido. Pagaba su rabia con cualquier cosa que se le cruzara en el camino, cuando pasó cerca de un panteón, le dio una patada a lo que él creyó una cosa sin importancia, pero al ver con detalle resultó ser un cráneo de un muerto.

Juan preocupado por su falta de respeto, levanta el cráneo, lo limpia y le habla para pedirle disculpas, estableciendo un interesante monólogo dirigido a la calavera. Mira dónde andas, tan lejos del panteón y rodando sin tu cuerpo, pero no te preocupes ahorita te llevo para allá, le decía Juan a la carabela. El panteón se encontraba cerca de la esquina por lo que no le costó mucho trabajo llegar ahí, entrar y depositar el cráneo por una grieta que encontró en una tumba. Siguió hablando con la calavera:

“Por lo que veo tus familiares te han abandonado y por eso andas rodando de un lado a otro, pero te espero el día de muertos, para convidarte de la ofrenda que te ponemos en casa año con año, no te olvides ahí te espero”. Pasó el tiempo y llegó el 2 de noviembre. A la casa de Juan llega una visitante y toca la puerta, la esposa del hombre abre.

-Señora, su esposo Don Juan me invitó a comer, dice la desconocida. Claro, pase usted, sabe que ese día las puertas están abiertas para todo el que nos haga favor de visitarnos, respondió la esposa de Juan desde dentro de la casa, quien invita a pasar a la visitante y es atendida con todo lo que se había preparado para ese día. La mujer come con mucho apetito y al terminar se despide diciendo:

Dígale a su esposo Don Juan que muchas gracias por la invitación, todo estuvo riquísimo. La mujer de Juan cerró la puerta de su casa y cuando se dio la vuelta se da cuenta que el plato de comida está aún servido e intacto, sale corriendo y puede ver que a corta distancia la señora que había llegado a visitarlos se desvanece.

Una vez que llegó Juan a su casa, su esposa le comenta lo que había ocurrido y este le dice la falta que había cometido al patear aquel cráneo y que le daba gusto que la dueña hubiera aceptado sus disculpas y se presentará a comer ese día.

El apartamento número seis

La historia habla de un hombre, quien cansado de ver las paredes de su habitación pintadas de color amarillos, decide comunicarse con algunos pintores para que le hicieran un presupuesto, sin embargo, como el costo de la mano de obra resultaba extremadamente costoso, decidió realizar el trabajo por su propia cuenta. Fue a uno de esos almacenes dedicados a vender todas las cosas que necesitaba para el mantenimiento del hogar.

Estando en ese lugar el hombre compra unos cuantos galones de pintura, suficientes brochas al igual que rodillos y volvió a su casa para comenzar el trabajo. Con el fin de proteger sus muebles, el muchacho tapiza todo el sitio con papel periódico y empezó a pintar las paredes. Pasada dos horas de trabajo, ya había terminado de pintar toda la sala y parte del comedor.

Decidió entonces que era el momento para tomar un pequeño descanso y comer algo. Fue hasta la cocina y se preparó un sándwich con queso y jamón de pavo. Luego de comer, le dio un poco de sueño y pensó: Puedo terminar esto mañana, pues al fin y al cabo hoy es viernes. Fue a su alcoba y se tiró a la cama. Por su parte, Matilde, su gata, se acurrucó en el piso al lado mío.

El hombre cerró los ojos y cayó en un profundo sueño. De repente, oyó un alboroto en la sala de la casa. Bajó de prisa y observó que la gata no estaba, con lo que pensó que ella había sido la causante del escándalo. Cuando salió del dormitorio, pudo notar cómo la gata maullaba desesperadamente volteando hacia todos los lados.

Repentinamente una figura humanoide empezó a aparecer, aquel ente se hacía cada vez más luminosos y lo peor era que se aproximaba cada vez más hacia el hombre. El miedo era inevitable en este muchacho, quien intentó salir corriendo pero sus piernas nunca le respondieron. Las apariciones siguieron así durante todo el fin de semana.

Estaba bastante asustado, no quería salir de debajo de las cobijas, el terror y el pavor estaban presentes en todo momento. Hasta que el domingo en la noche, aquella figura tenebrosa por fin mostró su rostro. Era parecido a Bartolomé, el vecino del apartamento número seis, quien se encontraba junto al del muchacho. Salió de su casa y al golpear la puerta, notó que ésta se encontraba abierta.

El hombre decidió entrar a la casa de Bartolomé sin pensarlo dos veces. Un fuerte olor lo condujo al aposento de su vecino y de manera espantosa observó cómo unos pies se asomaban bajo la cama. Lo que pensó fue que aquel hombre ya estaba muerto, sin embargo, su sorpresa fue que aún su vecino respiraba. Llamó desde su celular a una ambulancia y llegaron para auxiliar. Pensó que había sido el alma de su vecino que se desprendió de su cuerpo en busca de ayuda.

La niña del escondite

Era una noche en la que una muchacha había quedado con sus amigos para salir a divertirse. Decidieron ir todos en un solo carro para no desperdiciar ni un solo segundo de fiesta. Estaban bastante apretados pero al final eso no era importante para ellos. Durante todo el camino iban muy alegres, se reían de las bromas que se hacían entre amigos.

Solo hubo unos minutos de silencio en todo el camino, tiempo que aprovechó uno de los amigos para mirar por la ventana. Iban demasiado rápido y apenas se podía distinguir las cosas fuera del vehículo, así que esta persona le pide el favor al conductor de bajar la velocidad, en el momento que lo hizo, alcanzó a ver el rostro de una niña plasmado en el vidrio del carro, pensó que era un juego de luces o algo parecido, aunque se quedó con una sensación extraña.

Una vez que llegaron al club, no existía forma de entrar al lugar dado que estaba repleto de policías porque algo había ocurrido dentro del club. El plan alternativo fue irse a otro lugar. Esa noche había juego de béisbol en el parque de la comunidad donde vivían y se fueron para allá. Allí se encontraron con algunos conocidos, entre ellos, muchas mujeres. Cuando la gente empezó a marcharse, los amigos fueron por unas pizzas y se quedaron ahí a comerlas.

La pasaban excelente y no quería marcharse del lugar, por lo que uno de los amigos propuso jugar al escondite. Pareció una grandiosa idea para la mayoría de los presentes, porque el terreno era extenso y cubierto de árboles, además la noche se tornaba tétrica, oportunidad perfecta para jugar pasadas entre ellos. Uno de los amigos le tocó esconderse y quedó solo.

Nadie se ocultó alrededor de él. De pronto en silencio era misterioso, tanto que no podía escuchar a quien contaba, tampoco que lo buscara. Tuvo mucho miedo, sobre todo porque sentía la sensación de estar acompañado. Volteaba para todos los lados pero no había nadie, estaba completamente solo. Pasó mucho tiempo y nadie lo conseguía por lo que decidió rendirle.

En ese momento escuchó unos suaves pasos detrás de él. Se dio la vuelta y observó a una persona que le preguntó ¿Yo también puedo jugar? Era la misma niña que había visto en el vidrio del carro. Estaba nervioso y eso no le permitía pensar. La niña lo miró fijamente y le dijo: Voy siempre donde tú vas, ya es hora de que me hagas caso. Desde ese día no para de verla en todas partes.

La posesión de Karla

La historia habla sobre dos jovencitas que estaban un poco aburridas de la insípida vida diaria que estaban experimentando. Cansadas de tanto aburrimiento, decidieron de pronto divertirse de una manera algo peculiar, sin investigación previa, comenzaron la práctica del espiritismo con las pocas cosas aprendidas en las películas y los chismes que habían podido escuchar.

Lo que les pareció más interesante a este par de jovencitas fue jugar con la Ouija, colocaron sobre la mesa, letras en cartoncitos hechas por ellas mismas, formando un círculo rodeado de velas, y en medio el vaso con el cual pretendían obtener las respuestas deseadas. Luego de diferentes preguntas, Karla se fastidió al no obtener ninguna señal de que aquello funcionaria.

Ante eso, Karla se levantó con rabia, intentando destruir el tablero improvisado que habían elaborado: “Hay que hacerle más preguntas”, le dijo la otra jovencita de nombre Ana. Está bien pero si no funciona, ¿Me dejas destruirla? Respondió la otra joven y un leve viento helado les causó escalofríos, se escuchó en la madera un pequeño roce. Ambas jóvenes se voltearon de prisa para ver con asombro que el vaso se movía por la mesa, hasta la palabra “NO”, en respuesta a su intención de destruir la Ouija.

Allí, las dos jovencitas con una risa caminaron hasta la mesa, colocaron sus dedos sobre el vaso, lanzaron una imprudente pregunta ¿Estás vivo? Y la respuesta fue dada con rapidez “NO”, ante esa respuesta, Karla vuelva a lanzar una nueva aseveración: Si algo de esto es verdad, pues manifiéstate ante nosotras. En ese momento un gran silencio invadió la habitación.

El ambiente se tornó un poco tenso, el viento abrió la ventana bruscamente y las dos jovencitas dieron un grito tremendo al ver cruzar por ella una sombra que las hizo correr hasta la puerta de la casa. Después cayeron de rodillas riendo al ver que se trataba del novio de Ana que entró a escondidas seguido por un amigo. Karla se fue con el otro amigo para dejar a Ana a solas con su novio. Ana se sintió incómoda al no ver regresar a su amiga, por lo que bajaron a buscarlos.

Cuando estaban al borde de la escalera pudieron observar con asombro un charco de sangre y un rastro de que algo fue arrastrado. Decidieron seguir las huellas hasta la cocina donde estaba tirado el cuerpo agonizante del amigo del novio de Ana. Al parecer quería decirles algo pero no podían entenderle nada. Los dos jóvenes voltearon hacia arriba para ver a Karla quien estaba pegada a la pared como si fuera una araña.

El cuerpo de Karla saltó sobre los dos amigos con intención de asesinarlos con un cuchillo ensangrentado que sujetaba fuertemente de su mano. Los dos amigos lograron huir del lugar con algunas heridas leves y Karla se dice que se encuentra internada en un hospital psiquiátrico pues aunque en momentos se muestra lúcida  y no recuerda lo que ocurrió, en otros el espíritu que invocan con la Ouija la posee de nuevo y busca asesinar a quien esté cerca de ella.

A través de la cerradura

Una señora de nombre Martha tenía una casa donde solía atender a estudiantes, con la particularidad de atender solo a mujeres, estando a dos calles de la universidad. El lugar era acogedor y cada vez eran más las estudiantes que iban allí, tomando en cuenta el buen trato que daba la anfitriona y por supuesto los precios muy accesibles que hacían de este lugar algo muy codiciado, al punto de haber una lista de espera informal.

Se dice que las estudiantes entraban y salían durante todas las épocas del año pues se podían hospedar a la misma vez 28 de ellas, entre las que se graduaron y las que no lo lograban, era común que alguna nueva inquilina se presentará de un día para otro. En esta ocasión fueron Sandra y Marcela, un par de hermanas del sur del país.

Luego de algunos días, Marcela vagaba por la casa en sus noches de insomnio, hubo una en especial en la que oyó a Doña Martha pelear con un hombre, lo cual pareció muy extraño pues ella era viuda y se prohíben las visitas masculinas ya fuese de día o de noche. Las discusiones continuaron durante tres días. Ya para la cuarta noche, Marcela no soportó su curiosidad y se acercó al cuarto, miró a través de la cerradura, pero no pudo ver a los causantes del ruido.

Marcela se quedó en el lugar para intentar descubrir el motivo de la discusión y se creó la idea que se la señora se había metido en problemas de dinero, pues le hombre con quien peleaba le pedía respetar el acuerdo que tenían. La chica le contó lo que estaba sucediendo a su otra amiga pero ella no le puso mucho cuidado. Dijo haber oído entre las otras inquilinas que Doña Martha tenía un amante y lo metía a escondidas.

La estudiante Marcela no le prestó más atención a las discusiones que oía noche tras noche hasta que una vez le pareció escuchar que habían golpeado a alguien. Miró por la cerradura, un hombre en ropa interior estaba sobre una mujer desnuda, el morbo la llevó a quedarse atenta en la cerradura, perder detalle de cómo el hombre y una de sus compañeras tenían sexo.

Cuando Marcela volteó un poco su mirada, vio que Doña Martha también observaba el acto sexual desde un sillón y le decía a la joven: Trata de disfrutarlo y copera un poco más, son muchos los meses de renta que me debes”. Ese hombre la golpeaba, la mordía y la trataba con violencia. Cuando terminó, se levantó de la cama y antes de que la joven acabara de vestirse, él regresó para clavarle un hacha en el vientre.

La estudiante no tuvo oportunidad de gritar y cayó muerta al instante. El hombre caminó hacia el cuerpo sin vida de la chica, para darle de hachazos hasta quedar rendido, con una sonrisa macabra en su rostro lleno de sangre, se dirigió a Doña Martha y le dijo: Gracias mami, ahora quiero a la que nos ve por la cerradura…

El caballo de Madera

Estamos a punto de conocer uno de los cuentos de terror más escalofriantes de todos los tiempos. Era una época de vacaciones de verano que Pablo y Luis habían estado esperando, después de no verse por tres años. Eran dos primos que habían planeado reunirse en el rancho de Luis. Tenían todo cronometrado para no perder ni un solo momento y disfrutar sus vacaciones al máximo. Cuando llegó a la ciudad, salieron al campo y no volvieron hasta la hora de cenar.

Después fueron a dormir con muchas cosas que contar pero el tiempo no les fue suficiente debido a que cayeron en un profundo sueño. Aproximadamente a las tres de la madrugada se comenzó a sentir un gran frío dentro de la habitación donde dormían. Pablo fue en busca de otra sábana y cuando regresaba por la escalera tuvo la sensación de que alguien le estaba siguiendo.

Se detuvo por un instante y en ese momento un escalofrío intenso invadió todo su cuerpo, cuando vio como se hundían los escalones de madera, y crujían como si alguien subiera por ellos. Rápidamente corrió hasta la habitación y cuando entró observó algo aún más escalofriante. Estaba su primo suspendido en el aire, profundamente dormido, con las manos y piernas colgando, como si alguien lo llevara en brazos.

Se armó se coraje y corrió hasta el cuerpo de su primo para detenerlo debido a que estaba siendo llevado hasta la ventana. Lo agarró por las piernas y comenzó a jalar pero aquello que lo estaba transportando era mucho más fuerte, pues los hizo flotar a los dos. Comenzaron a gritar ambos de manera desesperada y los tíos escucharon el auxilio y evitaron que fueran arrojados por la ventana.

Cuando amaneció, Luis no sabía lo que había pasado, pues nunca estuvo consciente, pero los demás estaban bastante asustados. Mientras estaba desayunado, fue interrumpido por una ráfaga de viento que azotó la puerta y revolvió la mesa, mientras se escuchó un fuerte grito dijo: Devuélvelo es mío. En ese instante, Luis fue levantado de la mesa, estrellado contra una pared cercana, sus pies no tocaban el suelo y el luchaba contra algo que le presionaba el cuello.

El padre de Luis intentaba ayudar a su hijo. Ciertamente no veía a nadie pero sí sentía sus brazos que tenían al niño apretado con fuerza. El padre no encontraba salida para quitar aquella cosa de encima de su hijo. Luis, entre tanto patalear, un caballito de madera cayó de su bolso, de inmediato, el niño también terminó en el suelo. El viento que soplaba se transformó en un remolino, que envolvió al juguete y salió por la puerta cerrándola con suavidad al pasar.

La abuela de la familia, tiempo después, contó la posible razón de lo que había sucedido. Relató la historia de un joven, que fue su vecino hace tiempo, que después de un accidente cuando era pequeño, su mente no creció pero sí su cuerpo, llegando a alcanzar casi los dos metros y era muy fuerte, pero lo único que hacía siempre era jugar con su caballito. Luis lo había hecho enojar por quitarle su juguete favorito.

Los dos niños tuvieron que ir hasta la tumba para pedir disculpa pero en ocasiones se puede ver parado en el sendero a un joven alto y corpulento que viste de color azul y que desaparece cuando ofrecen algún juguete en aquella tumba.

El hombre de negro

Es costumbre que los amigos se reúnan en lugares peculiares para compartir sus cuentos e historias y pasar un rato diferente. Algunos prefieren irse a lugares alejados en medio de la oscuridad para disfrutar. Luego de varios tragos, risas y bromas, siempre sale algún amigo que echa a perder el rumbo de la velada. En este caso fue Martha, que de un momento a otro, comenzó a llorar de una forma un tanto extraña.

Martha gritaba que alguien los observaba desde la oscuridad. Decía que se trataba de un hombre pálido, parecido a un muerto, vestido completamente de negro. El resto de los amigos pensaron que se trataba de una broma, sin embargo, Marta no paraba de llorar por lo que decidieron llevarla hasta el sitio para que se convenciera de que allí no había nada.

Cuando llegaron al sitio y vieron a su alrededor, observaron que no había nadie por lo que Martha por fin se calmó un poco. Cuando regresaron al lugar se sorprendieron al ver a otra de las chicas gritar y decir que el hombre vestido de negro estaba ahí. El resto de amigos se molestaron un poco y las reprendieron por la broma de mal gusto.

Decidieron cambiarse de posiciones, las mujeres hacia el medio y los hombres de colocaron en las orillas y fue en ese instante cuando Juan, uno de los amigos presentes, se quedó fijamente mirando hacia el punto en cuestión y de pronto soltó un gran grito de espanto que les hizo levantar a todos. Juan y sus amigos empezaron a correr hacia el carro y detrás de ellos iba el hombre vestido de negro corriendo a gran velocidad.

Apareció en el lugar una figura delgada, vestida de negro y el color de un muerto, que les dio alcance como si sus pasos fueran gigantescos. Su cuerpo no se movía al dar los pasos, pero los amigos dicen que corría a gran velocidad. Estando montados en el auto, simplemente el hombre lo atravesó, tornándose en una visión transparente, que solo desapareció ante sus ojos.

Nunca se supo qué o quién era ese hombre, sin embargo, se reporta esta aparición en muchos lugares, no se sabe que haya causado un daño más allá del susto. Así se originó la leyenda conocida como el hombre de negro, que observa desde las sombras y siendo visto por las personas una a la vez, no todos en grupo.

La preocupación

Esta historia habla sobre una anciana de nombre Lolita, quien con sus 83 años de edad, aún se hacía responsable de sus 11 hijos varones, con el argumento de que muchos de ellos seguían aún solteros asados los cuarenta años y aquellos que habían logrado casarse lo hicieron con “mujeres que no servían para nada”, los tenía en casa para darles de comer, lavar sus ropas y plancharla. La anciana los atendía como si se trataran de niños indefensos.

El esposo de Lolita había muerto hacía ya más de diez años atrás, por lo que no tenía otra cosa que hacer que cuidar a sus hijos. Ciertamente ella se sentía cansada, sin embargo, se resignaba a dejar de hacer sus obligaciones diarias. Le diagnosticaron cáncer que acabó con ella en pocos meses. Hasta el último día de su vida cuidó de sus amados hijos.

Cuando llegó del velorio de su mamá, el hijo menor fue el único que regresó a casa materna y mientras intentaba dormir, escuchó de pronto el ruido de cazuelas en la parte trasera de la casa. Él pensó que se había metido los gatos, procedió a prender la luz, echó unos gritos y se regresó para seguir durmiendo, sin embargo, el ruido fue aumentando y se volvió a levantar de la cama.

Aún no terminaba de levantarse cuando observó una sombra que se movía al parecer buscando algo entre los trastos, acercándose con cuidado, se dio cuenta que era su mamá, la cual con toda naturalidad le preguntó: ¿Dónde están los pantalones que te iba a arreglar?, los dejé aquí. La impresión del hijo fue demasiado fuerte y salió de la casa buscando asilo con el hermano más cercano.

Al día siguiente, el hombre no quería dormir solo por lo que otro de sus hermanos tuvo que quedarse con él para darle compañía. Llegó la noche y volvieron a escuchar ruidos en la casa, pero ésta vez el sonido provenía desde la cocina. Cuando fueron a ver, observaron nuevamente a su madre que decía: Me movieron todo, ya no puedo encontrar nada en esta casa, ve y tráeme azúcar para el café, le dijo a uno de sus hijos.

Amaneció y toda la familia se reunió para decir lo que estaba sucediendo, entonces la esposa de uno de ellos dijo: Es que está con la preocupación de ustedes, de que nadie los va a atender como lo hacía ella. Después de esas palabras, Lolita apareció caminando en medio de la cocina en donde estaban reunidos sus hijos y volteaba a verlos a todos.

Una vieja amiga de la familia le dijo que la preocupación no la dejaría irse, que seguiría penando debido a que el lazo con este mundo era mucho más fuerte que cualquier otro. Los hijos comenzaron a arreglar los pantalones que ella andaba buscando, luego contrataron a alguien que cocinara como ella, pero nadie duraba en la casa, salían corriendo asustadas del lugar ya que veían a Lolita.

La noche en día, abducción

Esta es la historia de un muchacho que tenía a uno de sus mejores amigos internados en el hospital. Lo visitaba cada fin de semana pero durante el último año, ya no hablaba casi con él, los primeros días le contó con detalle lo que había pasado con su vida. Su amigo, de nombre Felipe, había estudiado para ingeniero agrónomo, en su último año de prácticas en el campo le sucedió algo que lo cambió para siempre.

El ganado empezó a desaparecer misteriosamente, no era una cabeza o dos por noche, se contaban e decenas las desapariciones en distintos ranchos en los alrededores. Ante esas desapariciones extrañas, decidieron montar guardias las 24 horas. Durante su turno, Felipe oyó un leve sonido como el de una navaja, rompiendo el aire, pero no podían ver nada. El sonido era apenas perceptible pero los perros se volvían locos ladrando con miedo.

Los fuertes e insistentes ladridos de los perros despertaron de inmediato a muchas personas del lugar quienes se unieron a las labores de búsqueda de aquello que alteraba tanto a los animales. Cada uno se armó con rifles y lámparas en sus manos y se internaron en las siembras que eran densas y altas, por lo que cubrían sus cuerpos por completo.

De pronto, un grito de parte de uno de los buscadores alertó al resto de personas: Aquí anda alguien, córranle. Siguiendo la voz, todos fueron hacia allá para seguir al extraño, que corría a una gran velocidad, y no movía las plantas, después de un rato de persecución aparentemente lo rodearon pidiéndole salir. Sin respuesta un grupo de cinco se adelantó a los demás para sacarlo de entre las ramas pero en el lugar solo se oían gritos de terror.

El resto de compañeros se paralizó al ver que de los cinco solo uno volvió para desmayarse frente a ellos después de vomitar. Dieron un disparo al aire y una intensa luz iluminó todo el campo, convirtiendo la noche en día. De pronto se percataron que todos estaban rodeados por seres humanoides, de baja estatura, delgados, con piel gris dedos largos, sin ropa y en sus rostros solo se podía apreciar grandes ojos negros.

Uno de los presentes sacó su arma e intentó disparar pero en ese su arma fue arrebatada por una fuerza desconocida que venía de arriba. Cuando todos voltearon, una serie de varias luces de colores se activó y los acompañantes de Felipe fueron desaparecieron uno a uno. Cuando Felipe despertó, se encontraba desnudo en un campo a seis estados de distancia, con su cabeza rapada, hileras de tres agujeros en su cabeza y marcas por todo su cuerpo.

Felipe relató que todo el tiempo estuvo en una mesa, donde podía ver a alguno de sus compañeros, los seres grises tomaban muestras de sangre, uñas, cabello. Él estaba conectado a varias zonas por donde le introducían fluido de colores en el cuerpo y sentía la sensación de ardor. No sabe cuánto tiempo pasó allí. Hasta hoy, esa vivencia le hace tener pesadillas, temor a la noche y desconfiar del mundo que lo rodea.

Lobo

Lo que vamos a contarles a continuación, más que una historia o leyenda se trata de una vivencia personal. Era un niño que a sus seis años de edad vivía en un pueblo pequeño, donde se acostumbraba poner el baño un poco retirado de la casa. Todo era normal dentro de esa familia hasta que un día sucedió algo inesperado que cambió todo por completo.

El cuarto estaba en la parte de enfrente de la casa, es decir, para poder ir al baño tenían que cruzar el comedor y la cocina. Después de eso tenían que tomarse unos minutos abrieron la puerta que se atoraba y salir a un espacio en construcción donde había dos pequeños cuartos, unas escaleras al segundo piso, una espacio vacío de más de 6 metros.

Luego de cruzar todo ese trayecto era que se llegaba al baño, que para ese entonces no tenía puerta, solo una cortina. Cuando el niño entró al baño y bajó la cortina, sintió detrás de él una respiración, más bien una exhalación. Fue tan fuerte que logró mover hasta la cortina. El pequeño quedó paralizado del miedo y perdió por un momento la respiración.

Ese momento le pareció al niño eterno, mientras decidió quedarse allí y esperar que eso que respiraba se alejara un poco y por fortuna fue así. El niño de seis años escuchó unas pisadas muy fuertes, pero con garras, porque rechinaban en el piso. Cuando sintió que esa criatura misteriosa se metía entre las plantas, el niño corrió hasta un árbol que se encontraba frente al baño y llegaba hasta el techo.

Como pudo, subió lo más rápido posible hasta que llegó al hueco donde apenas construían las escaleras en el frete de la casa junto a la habitación. Se metió entre las láminas y cruzó de nuevo todo el trayecto hasta la cocina, donde tenía que cerrar la puerta que dejó abierta al salir. Se trataba de una puerta de metal, con un pasador grueso que golpeó fuerte hasta romperlo.

El niño corrió hasta el cuarto donde estaba su mamá y su hermana, pero por la ventana del comedor pudo observar lo que era aquella misteriosa criatura. Parecía de cuatro patas, se levantó solo en dos ocasiones, alcanzando una altura aproximada de dos metros debido a que llegaba casi a la parte de arriba de la ventana. Tenía una joroba con pelos que parecían púas y un hocico como de perro.

El pequeño prefirió no decirle jamás de eso a nadie de su familia, por el contrario, pensó que guardar silencio era lo mejor que podía hacer. Hace poco tiempo, el ahora joven adulto pudo comprobar que todo lo que vio cuando niño no fue producto de su imaginación. Fue a pasar una vacaciones al mismo lugar donde ahora vive su prima, con su esposo y sus tres hijas, quienes duermen todos en la misma habitación.

Esta familia asegura no querer dormir en la cama junto a la puerta o la ventana debido a que dicen ver un animal que se para en dos patas que ronda por ese lugar cada noche. Se compara esta historia con algunos de los cuentos de terror inventados de la llorona debido a la forma en que aparece y cómo se ha extendido de generación en generación.

El tatuaje

La historia habla sobre un sujeto a quien apodaban “El sesos”. Era un chico desadaptado que trataba como dé lugar ser aceptado en la pandilla del barrio para así lograr tener los mismos privilegios que ellos, sin embargo, llamar la atención de estos secuaces no era una labor sencilla, pero al verlos todos tatuados, y él con su cuerpo limpio, pensó en que eso podría ser una excelente opción. No debía ser un tatuaje cualquiera, tenía que ser algo que generara impacto.

Este muchacho se dirigió a la biblioteca de su abuela, recordando que una vez lo encontró viendo un libro con imágenes bastante descriptivas de demonios. Recordó que su abuelo en esa oportunidad le dijo que jamás tocara ese libro, lo cual ahora lo motivó a pensar que era justo lo que estaba necesitando. De ese libro no entendió ni una sola palabra, pero tomó una buena fotografía de la imagen que la había parecido la más aterradora.

Luego se marchó hasta el lugar donde se iba a tatuar. Estando allí le mostró la imagen a la joven de la sala de tatuajes, cuando ella le preguntó acerca del significado de esa fotografía y estaba seguro, él solo dijo que le pagaba para que lo tatuara, no que le interrogará. Ella no hizo más que acceder entonces, para complacer al cliente. El tatuaje era solo de tinta negra y él salió muy feliz con su demonio tatuado en uno de sus brazos.

El tatuaje de aquel demonio era realmente aterrador ante sus ojos, viéndolo e el espejo se sentía orgullo de ese cuerpo fornido y peludo, con cuernos largos y ondulados, de rostro hinchado, coronado con una cinta de fuego, negro y amenazante, con alas de murciélago, descansando sus garras sobre una montaña de cráneos humanos, mientras balanceaba su larga cola alrededor de su cuerpo…

El muchacho no se pudo resistir y salió de inmediato a presumir de su primer tatuaje, por lo que se colocó una camiseta de tirantes para lucir mejor el diseño. Al resto de jóvenes del barrio no le pareció tan impresionante, pues para ellos era solo el diablo de las películas. Se burlaron de él y tras eso, el sesos volvió a casa un tanto molesto, peleando con su tatuaje, diciéndole que era una porquería.

Luego de quejarse y pelear con el tatuaje, la carne de su brazo comenzó a quemarse, podía ver el fuego de la corona arder e irse extendiendo por toda la zona, intercambiando la tinta por líneas de fuego de color rojo intenso. El fuego era tan intenso que el muchacho gritaba desesperadamente del dolor. Las llamas se extendieron por todo el cuerpo haciéndolo lucir como el mismísimo diablo.

Al día siguiente, el sesos lucía completamente diferente. En su cara había una sonrisa que nadie le conocía. Fue hasta los chicos del barrio y les dijo que venía a pagar sus ofensas. Cuando todos se echaron a reír, un fuego intenso salió debajo de la ropa del muchacho y de repente desapareció y frente a ellos solo quedaba aquella figura del tatuaje vuelta a la vida.

El mendigo de Navidad

Todo ocurrió un 25 de diciembre, mientras la mayoría de las familias del pequeño pueblo disfrutaban del recalentado, acompañando todo con una buena taza de café o chocolate caliente, tomando en cuenta que el clima para la época era bastante frío. Ese día, las calles del pueblo lucían solitarias. Todos tenían la tradición de reunirse en la casa de la matriarca, menos un pobre anciano, que con sus ropas gastadas, caminaba a paso lento por las calles.

Este anciano, según cuenta la historia, iba tocando de puerta en puerta, pidiendo un poco de ayuda, tal vez comida, ropa para cubrirse del frío, entre otras necesidades. Luego de haber tocado más de 15 puertas, lo único que había logrado conseguir era la indiferencia y los malos tratos de las familias de ese pueblo. La historia cambió cuando el anciano tocó la puerta de la casa de Doña Panchita.

Esta era una mujer de avanzada edad que disfrutaba de la compañía de sus cinco hijos, además de sus nueras y yernos, sin mencionar a los 16 nietos y otro allegado de la familia que se encontraba en su residencia. El anciano no había terminado de tocar cuando ya la señora le abría la puerta invitándolo a pasar a su casa. Lo sentó con ellos en la mesa y se desvivía por brindarle una buena atención.

El anciano se encontraba muy agradecido por todo lo que recibía de parte de aquella familia. Después de ser atendido, se retiró a pesar de que la familia le había pedido que se quedara en una habitación de la casa por algunos días más. El viejo se retiró con las manos repletas de ropa nueva y comida para varios días. Cuando el anciano colocó un pie fuera del pueblo, algo extraño sucedió.

Sobre cada una de las puertas de las casas de aquellas personas que lo ignoraron, aquel frío día, aparecieron unas X de color rojo, la gente armó un gran alboroto en todo el pueblo. Se podía observar al anciano que permanecía sentado tranquilamente en una roca. Se colocó de pie, golpeó su palo contra el suelo y las X se convirtieron en llamas, eran tan intensas que antes de que la gente pudiera reaccionar, habían consumido la mitad de sus propiedades.

El anciano no paraba de reírse, mientras su rostro de descomponía y se rompía por la acción de un par de enormes cuernos que salían de su frente. Los lugareños del pueblo observaban con horror como el anciano de despojar de su apariencia humana para convertirse en el propio demonio con patas de cabra y que caminaba lentamente con dirección a las llamas.

Cuenta la historia que del suelo salían muchas manos que jalaban a la gente hacia abajo, como si la tierra se los tragara. La familia de Doña Panchita estaba en asombro al ver todo lo que estaba sucediendo esa noche en el pueblo. Ellos querían salir a ayudar a la gente pero las puertas estaban cerradas, o mejor dicho, selladas. Cuando todo terminó, pudieron salir pero en el pueblo ya no quedaba nadie con vida, solo ellos.

Los Querubines

Sonia era una mujer que le encantaba coleccionar querubines, los tenía de diferentes tipos, de madera, metal y yeso. La señora los exhibía en su habitación con orgullo y muchas personas le expresaban admiración. En una oportunidad, para un trabajo escolar, el equipo completo se reunió en su cuarto, las bromas surgieron de inmediato. César, el más burlón de la clase, se unió a Mariana la mejor amiga de Sonia para molestar a Diana, una chica dark, que por mala suerte había caído en ese grupo.

Las bromas comenzaron leves pero fueron poniéndose más intensas con el pasar de los minutos, tanto así, que la chica Diana salió corriendo, mientras los demás disfrutaban sus carcajadas. Esa misma noche, cuando Sonia sacudía sus sábanas, pudo observar con impresión una silueta blanca parada al pie de su cama. Los querubines voltearon con expresión de asombro y alzaron el vuelo cubriendo todo el cuerpo de la joven.

Los querubines decía: – Corre Sonia, corre. Ella salió rápidamente de la habitación, pero al cruzar la puerta todos los querubines cayeron de su cuerpo, volviendo a su estado inmóvil y rompiéndose en mil pedazos al estrellarse contra el suelo. La chica no regresó a su cama, por el contrario, prefirió dormir en la habitación de su hermana menor.

Amaneció y Sonia lo primero que hizo fue contarle todo lo que había ocurrido a su mejor amiga, Mariana, quien no dudó en decirle que la bruja de Diana le había lanzado un hechizo a causa de las bromas que le hicieron. Con esa idea en mente molestaron a la chica, quien las ignoró y al retirarse le dijo a Sonia en Secreto – Cuídate más de las personas que tienes cerca y que no entran en tu habitación sin que las invites.

Después de eso, Sonia regresó a su casa un poco desconcertada por todo lo que estaba sucediendo. Cuando llegó, observó que su madre había limpiado toda la habitación y la esperaba con los restos de querubines para pegarlos juntas, cuando terminaron, la chica fue a poner en su lugar todos aquellos que habían logrado salvar. La puerta del cuarto estaba abierta por la impresión de la noche anterior.

En ese instante llega al cuarto Mariana, la mejor amiga de Sonia. Cuando cerró la puerta, los querubines comenzaron a gritar fuertemente “Noooo, sal de aquí” y en ese momento las dos salieron corrieron hasta afuera. Mariana le dijo que aquello la había asustado demasiado y mejor regresaría en otra oportunidad. Desde la ventana pudo observar nuevamente aquella silueta blanca que se levantaba a caminar por todo el cuarto.

Esta silueta intenta ahorcar a los querubines y por eso Sonia decidió entrar al cuarto para salvar a sus preciados ángeles, venció el temor y se abalanzó sobre la figura. Luchó con ella hasta que simplemente desapareció entre sus manos. Esa misma tarde recibió la visita de Diana, quien le propuso ayudarle a deshacerse de aquel extraño ser que habitaba e su cuarto. Lograron a un acuerdo:

Diana le mostró que la aparición de aquella misteriosa silueta blanca estaba relacionada con las visitas de Mariana, cuando ella entraba al cuarto, la mujer de blanco aparecía. Sonia le impidió a Mariana volver a entrar a su habitación. La chica estaba inquieta, caminaba de un lado a otro y le suplicaba que la dejara entrar. De repente, Mariana comenzó a expulsar espuma por la boca, sus ojos saltaban de las cuencas y jadeaba como perro hasta que cayó al piso.

Luego de varias investigaciones, pudieron descubrir que se trataba de un espíritu de envidia, que Mariana había materializado y metido en la habitación de Sonia con la intención de destruir los querubines que tanto ella amaba y cuidaba.

La predicción de un vagabundo

El reloj marcaba las tres de la madrugada cuando Pedro estaba caminando por unas calles solitarias con rumbo a su casa. Las nubes cubrían por completo la luna, así que la oscuridad se presentaba cada vez más espesa. Pedro caminaba muy rápido, corriendo solamente de sus miedos, pues a su alrededor no se percibía ninguna presencia.

Cuando llegó a la calle que ya tanto conoce, observa su casa, así que pudo tomar un descanso y recobrar el aliento, con una inmensa sonrisa, subió los dos primeros escalones, hasta que su cuerpo se queda paralizado y su cara pierde todo el color, al ser tomado del brazo por un bulto que emite sonidos lastimeros. En ese momento su cuerpo se desvanece y el bulto le habla – El fin está cerca, los he visto caminar entre nosotros… ¿Te sobran monedas?, me las debes porque predije el futuro.

Se trataba del vago que dormía bajo la escalinata al cual le daba siempre algo de dinero. Al día siguiente, se despertó antes de lo acostumbrado. El ruido de una masa de gente, entró por su ventana. Se unió a la multitud de personas, preguntó a los vecinos lo que ocurría, pero nadie supo darle una respuesta. Solamente se encogía de hombros y agachaban la cabeza.

Llegaron al destino final, vieron hacia el horizonte y una gran explosión se activó a lo lejos y el trueno se convirtió en un intenso zumbido en sus oídos. Pedro no quería irse del lugar sin encontrar una respuesta, De la multitud salió un viejo que le gritó muchas cosas pero no se entendía. De pronto, una horda de criaturas salió por la colina, devorando cuánta gente podía, el suelo se cubrió de cadáveres.

Pedro reaccionó y corrió hasta su casa, se atrincheraron en él y cubrieron sus oídos, para evitar el sonido de la carne humana al ser mordida por aquellas extrañas criaturas. Afuera, detrás de la puerta, la gente agonizaba, sus huesos tronaban como ramas viejas. Hubo una nueva explosión y el viejo vagabundo apareció tras el cristal diciendo:

Despierta, hora de terminar la pesadilla. Pedro sonrió, pero por más que abría y cerraba sus ojos, el escenario era el mismo. No había otra realidad diferente a la que estaba viviendo. Las primeras palabras del viejo era las que valía. El fin había llegado.

Humo en el viento

Fernando era un pequeño que contaba con bastante suerte. Él había tenido la dicha de nacer en cuna de oro con todos los cuidados y afectos de una tierna familia. Desgraciadamente, perdió a sus papás a muy corta edad tras un terrible percance aéreo.

A partir de ese día, su cuidado quedó bajo la responsabilidad de su abuelo llamado Martín, el único familiar vivo que le quedaba al niño. Fue entonces cuando su vida comenzó a cambiar por completo, ya que Martín era un hombre enormemente estricto y severo; incapaz de transmitir ninguna emoción amorosa.

Cuando cumplió sus 12 años, Fernando fue enviado a un internado y luego a un colegio militar. En esa institución el niño fue víctima de muchas humillaciones, tanto por parte de sus superiores como de sus compañeros. Esto fue alimentando poco a poco un sentimiento de rencor y venganza en el corazón de ese muchacho.

Pasaron aproximadamente nueve años para que Fernando regresara a su antiguo hogar, nadie lo recibió en el aeropuerto, ni siquiera mandaron al chofer para recogerlo. Tocó la puerta de su casa y Tomás el mayordomo lo invitó a pasar.

– ¡Qué alegría verlo joven Fernando! Dijo. – Igualmente Tomás ¿y mi abuelo? – Se encuentra leyendo en la biblioteca ¿quiere que lo anuncie? – No, no yo mismo iré a saludarlo.

En efecto, la puerta de aquel enorme recinto se encontraba cerrada, sólo se escapaba por el ojo de la cerradura el humo del puro de don Martín. Sin pensar en lo que hacía, Fernando abrió la puerta y entró corriendo y gritando: – ¡Abuelo, al fin he regresado, te extrañe mucho!

A lo que el anciano, con el respaldo de la silla del escritorio dándole la espalda a la puerta le contestó: – ¡Muchacho imprudente, no sabes que debes tocar antes de entrar! Me doy cuenta de que el dinero que invertí en tu educación no sirvió de nada. Sube a tu habitación, recoge tus cosas y espera ahí hasta la hora de cenar.

Con los ojos llenos de lágrimas, el joven subió las escaleras y obedeció al pie de la letra las indicaciones de su abuelo. Así pasaron varios meses, en los cuales Fernando únicamente pensaba en una cosa; matar a su abuelo Martín pero de una forma que pareciera un accidente, pues ese modo heredaría la fortuna de su familia sin ningún problema.

Una noche se presentó la oportunidad que tanto estaba esperando. Martín había pasado gran parte de la tarde en el altillo acomodando viejos papeles. Aprovechando esto, Fernando colocó un puro en la orilla de un escalón con el propósito de que su abuelo se tropezara. Y tal y como lo había previsto, el viejo rodó por la escalera partiéndose el cuello con el barandal de madera.

Luego de un año de esos acontecimientos, todo parecía marchar sobre ruedas en la vida de Fernando, el cual se la pasaba en fiestas 5 veces por semana. Hasta que una mañana un olor conocido lo despertó. Al abrir los ojos vio como el cuarto se llenaba poco a poco de humo. Se levantó de la cama e intentó abrir la ventana pero no pudo, corrió hacia la puerta y ésta estaba cerrada. Mientras tanto el humo continuaba invadiendo el espacio, eliminando el oxígeno a su paso.

Desesperado, comenzó a gritar: – ¡Abuelo, abuelo no quise hacerlo! ¡PERDÓNAME! A lo que nadie respondió. Pronto se dio cuenta de que su única escapatoria de esa tortura, era la muerte. Abrió el cajón del buró y sacó un revólver. Lo puso dentro de su boca y sin pensarlo dos veces jaló el gatillo. Un enorme estruendo sacudió la casa. Segundos después, Tomás abrió la puerta sólo para encontrar a su amo envuelto en un charco de sangre, con un agujero en el cráneo.

El protector

La historia habla acerca de una muchacha de nombre Ximena quien se había mudado a la casa más económica que pudo encontrar después de separarse de su marido, quien acostumbraba a golpearla casi todos los días de su vida. La mujer quedó bajo la responsabilidad de sus cuatro hijos a cargo. La casa estaba algo dañada, pero les acomodó muy bien, un cuarto para ella y sus dos hijas, y otro para los dos niños. Con unos colchones prestados tirados en el piso iniciaron su nueva vida.

Desde el primer momento que llegaron a la nueva casa, uno de sus hijos, específicamente Julián, quien tenía para ese entonces 16 años, empezó a tener fuertes pesadillas. Cuando despertaba, podía observar e la distancia una sombra que casi siempre se encontraba parada en el mismo sitio. El joven prefirió no contar nada de lo que estaba viendo para no preocupar más a su mamá, sin embargo, tenía que pasar las noches prácticamente en vela, sin poder dormir, sentado entre los dos cuartos.

Se quedaba allí con la intención de evitar que otra persona que no fuera de su familia cruzara las puertas. Llevaba varios días de cansancio, sin poder dormir, hasta que el sueño lo venció y cayó profundamente dormido. Su hermana mayor lo descubrió y tuvo que decirle todo, aunque ella no comprendía muy bien lo que estaba sucediendo. Confió en él y yo ayudaba para que durmiera de día, estaba con él al despertar de sus pesadillas.

Un día, en horas de la tarde, el joven Julián cayó en llanto debido a que era la primera vez en todo el tiempo que llevaba viviendo en la nueva casa, que aquella misteriosa sombra que veía se acercó a él. Se trataba de un niño menor que él, podría tener unos doce años. Su cuerpo estaba completamente quemado, que arrojaba por su boca una espuma de color rosa y parecía que este niño le intentaba decirle algo, pero esa masa en su boca se lo impedía.

Tras el escándalo que se armó en la casa, los hijos no tuvieron más opción que contarle todo lo que estaba ocurriendo a su madre, sin embargo, ella prefirió no creerle nada de lo contado, hasta que ese misma noche, al acostarse en el colchón, cambió de parecer. Estando allí, sintió como el colchón se hundía, la mujer era jalada por manos que tenían en su piel algunas heridas de navaja formando símbolos extraños.

La madre, del susto, comenzó a correr desesperada por toda la residencia en busca de sus hijos y los reunió a casi todos en un mismo cuarto, no obstante, sólo hacía falta Julián, quien estaba tirado en un rincón de la casa. La visión del niño quemado estaba frente a él, echando aquella espuma que parecía medusa marina, temblaba y al parecer sentía algo de dolor, pero por fin pudo expulsar toda, y sin tardanza le dijo –Ayúdame a terminar con esto saca a tu familia de aquí, ya no puedo protegerlos-.

El chico muy asustado sacó a todos de la casa, pero antes de que él pudiera ir afuera, el pequeño de la espuma en la boca, se atravesó entre él y la puerta, cerrándola de un solo golpe.

Julián se vio sitiado en un instante de seres cubiertos de símbolos como los que vio su madre, en lugar de ropas tenían harapos desgastados y sucios, y aunque no se les notaba expresión alguna, se podía sentir su ira y enojo.

La aparición del pequeño le toma la mano para mostrarle en una visión que la causa de todo el odio que guardan aquellas almas, fue provocado por su padre, que hizo experimentos con ellos, sus cuerpos estaban escondidos en las paredes, y el murió en un incendio tratando de terminar con aquella maldición, que los obligaba a penar.

Cuando sus manos se soltaron, Julián buscó por toda la casa cualquier líquido inflamable, sacó de las paredes los cuerpos envueltos en sábanas, y después de rociarlos les encendió fuego. Las ánimas se agitaron al ver que sus cuerpos ardían, pero antes de que pudieran atraparlo, el pequeño espíritu que lo había protegido todo el tiempo lo tiró por la ventana y le dijo –No dejes que apaguen el fuego-.

Niño de hielo

Para nadie es un secreto que la localidad de Alaska se caracteriza por ser un lugar donde sobra el trabajo. Allí muchas personas tienen la oportunidad de ir a probar suerte, no faltan aquellos que nunca en su vida hayan visto un clima así, cubierto de nieve, hielo y un frío que te hace recordar cuantos huesos tienes en el cuerpo. Esta historia que vamos a conocer habla sobre Miguel, un hombre que iba por primera vez a Alaska tras recibir una invitación de su cuñado, quien tenía un poco más de experiencia.

El cuñado de Miguel se encargó de explicarle cada detalle de cómo funcionaba todo en aquel lugar para que así se sintiese más cómodo y seguro. Tomando en cuenta la falta de experiencia, Miguel quedó en el campamento bajo, mientras que su cuñado subió un poco más, por lo cual no podían verse tan seguido.

Desde el primer momento Miguel hizo todo lo posible por adaptarse, por lo duro que pareciera, pero había algo que por las noches los perturbaba un poco, veía una pequeña sombra pasear por el lugar, algunas veces riendo o gritando, nadie parecía notarlo, y como no era muy entendido en eso del inglés no supo cómo consultar con alguien lo que le estaba ocurriendo.

Los días iban transcurriendo y esa sombra misteriosa era cada vez más insistente con Miguel y sentía que se acercaba cada día más a él, para dejarlo ver que era un niño, lo cual también era algo extraño debido a que no se suponía que estuviera ahí.

Decidido a dormir en paz una de tantas ocasiones siguió al pequeño, este se le perdía siempre en el almacén de camiones. Miguel no se dio por vencido, necesitaba entender lo que pasaba, durmió por un par de días en el almacén, dentro de uno de los camiones, pero aun así el frio era demasiado, el lugar no estaba acondicionado para humanos como lo estaban las cabañas.

Solo esos días le bastaron para encontrar el lugar en donde el niño siempre desaparecía, se acercó para observar. En la pared del lugar encontró algunas manchas que no comprendió en ese instante, entonces en un pedazo de hielo apareció reflejado el rostro del niño, quien corrió de prisa hasta los pies de Miguel. En ese momento la imagen se transformó en un cuerpo que se levantó tal como si fuera una estatua de hielo y reventó.

Muerto del miedo, Miguel pensó que lo más conveniente era dejar todo en santa paz, sin embargo, ya no podía devolver el tiempo, era demasiado tarde. El niño de hielo le había dejado una marca en su rostro con sus astillas y el alma con desconcierto. Desde allí, cada vez que Miguel se acercaba al hielo o el agua, el niño se materializaba ante él.

No habían hablado entre sí, pero Miguel se mostraba un poco incomodo, pues el frío del lugar era intenso, pero cuando este pequeño rondaba, sentía morir, como si la sangre fluyera más lento, y cientos de bichos fríos entraran por su cuerpo impidiendo la movilidad, a veces sentía que una masa helada lo cubría, apretándole fuerte, cortándole la respiración, entrando cada vez que respiraba y congelándose las entrañas.

En una oportunidad, Miguel despertó en un gran cubo de hielo, el pequeño lo veía desde afuera, mientras en su rostro se reflejaba una macabra sonrisa. Jugando con él, agarró un pica hielo y lo picó todo. Miguel no podía sentir las heridas, pero cuando se descongeló por completo, la sangre de su cuerpo comenzó a salir a chorros, haciéndole perder la conciencia, sin embargo, cuando despertó, estaba bien.

También se cuenta que en otras oportunidades, el niño de hielo desmembró a Miguel con una sierra, pero de nuevo, después de perder la razón se daba cuenta que no pasaba nada. Viendo bien se percató de que no entraba solo a su habitación, si no a la de todos, lo veía hacerles lo mismo, y todos actuaban con naturalidad.

Al toparse de nuevo con su cuñado al final de la temporada, este le contó que era el espíritu de un niño que murió congelado en el lugar cuando se vino escondido en el tráiler de su papá, que lo más que había causado eran alucinaciones y lo dejaban jugar para no despertar su enojo… Por supuesto Miguel decidió no regresar, el pago era bueno, pero si eso hacia el niño de hielo mientras estaba contento no quería comprobar de que era capaz si lo hacían enojar, si él con tan solo seguirlo se ganó marcas permanentes en el rostro, fue demasiado.

Pamela y la esclava

En una ocasión, un chico fue invitado por sus amigos a pasar una tarde divertida y diferente en un mercado que estaba repleto de cosas extrañas. Caminando por sus extensos pasillos, se encontró con un impresionante cuarto el cual llamó poderosamente su atención. Dentro de esa área la joven podía ver a un gnomo sonriendo, en su mano izquierda tenía un bastón de madera, mientras que en su otra mano no tenía nada.

Una cosa que más le causó impresión fue el increíble precio de cinco pesos para disfrutar de tantas maravillas en un solo lugar. Fue en ese momento cuando el muchacho le dijo a Abel, uno de sus amigos: – ¡Encontré el regalo perfecto para Pamela! – No se Norberto, no creo que a Pamela le llegue a gustar eso como regalo de aniversario – Respondió. -Tú qué sabes, a ella le gustan todas esas tonterías «esotéricas».

Lamentablemente Roberto no escuchó los consejos de su amigo Abel y compró el regalo para Pamela, su enamorada, sin imaginar la terrible desgracia que estaba a punto de ocurrir. Llegó la noche esperada, su novia y él habían celebrado el aniversario hasta el amanecer. Cuando llegaron a casa, intercambian los regalos. Ella le dio una esclava de oro en la cual estaban grabadas las palabras “Te amo”. Roberto, por su parte, le hizo entrega de la pintura de aquel duendecillo que había comprado en el mercado durante el paseo con sus amigos.

A ella no le hizo nada de gracia su regalo, y lo pudo notar en la cara de furiosa que había puesto la joven Pamela. Ella era una chica dulce y amorosa por lo que decidió perdonar a su novia a las pocas horas. La pintura la colocaron en la sala de la casa y se marcharon a dormir. Durante los siguientes días, Roberto se fue dando cuenta de que algo estaba cambiando en la pintura. No eran las sombras, ni el mismo fondo original. Resulta que gnomo fue cambiando la expresión de su rostro, pasando de tener una conquistadora sonrisa a una sonrisa diabólica.

Roberto, como especie de broma a su novia, le dijo: – Jajaja, creo que no le caigo bien a tu gnomo. ¿Ya viste la cara que me está haciendo? El muy iluso está celoso. – No digas tonterías, está igual que siempre. Además, no sé de qué te quejas si tú me lo regalaste. – Me respondió. Poco después de esa conversación, se fueron a dormir. Después sonó el despertador como todos los lunes en la mañana y al abrir los ojos notó que su novia Pamela no se encontraba en casa.

Pensó que a lo mejor había salido al mercado a comprar algunas cosas, sin embargo, ella nunca regresó. Al siguiente día sonó el timbre de la casa y era Agustina, la madre de Pamela, quien le preguntó:

– ¿Dónde está mi hija, porque ayer no me llamó? – No sé señora, desde ayer no aparece. – ¡Qué cosa! Y tú… ¿estás aquí tan tranquilo sin hacer nada para encontrarla? – ¡Qué le hiciste! Como le haya pasado algo, te acordarás de mí el resto de tu vida. Llena de rabia, la madre de Pamela empuja a Roberto y entra a la casa hasta el cuarto de Pamela. Allí comenzó a abrir cada uno de los cajones de la cómoda al igual que cada uno de los compartimientos del armario. De pronto, la madre de Pamela soltó un impresionante grito:

– ¡NOOOOO, ASESINO! – ¿Qué? – Preguntó Roberto sorprendido.

La madre corrió hacia Roberto y entre sus manos pudo ver el camisón de Pamela rasgado y manchado de sangre. Aquella escena fue muy fuerte para el novio de la joven, quien se desplomó en el suelo de la impresión. Cuando alzó la mirada observe que un elemento se había agregado a la pintura de la sala. Ahora el gnomo sostenía en su mano derecha la esclava de oro que él había recibido como obsequio el día del aniversario.

En Halloween ¡No!

Los estudiantes de la Universidad del Oeste habían decidido adoptar la tradición de Halloween como una celebración que les permitía reunirse, contar historias y compartir un rato diferente bajo la luz de una vela, en medio de un parque o en un bosque cercano a la casa de estudio. En ocasiones, de manera sana, solía preparar un susto masivo para los nuevos asistentes.

Ese año se veían un poco molestos por un personaje en Especial, Daniel, que no creía en fantasmas, o algo parecido, y se burlaba de ellos en cada oportunidad, echándoles a perder la celebración, descubriendo todos sus trucos, echando tierra sobre sus historias o cualquier esfuerzo por disfrutar del ambiente.

La incomodidad de sus compañeros fue tal que lo echaron de la reunión, este no se fue con tranquilidad, antes de marcharse gritó a los cuatro vientos que todos eran unos idiotas por creer en tales tonterías, y que todo lo paranormal carecía de fundamentos y le hacia los mandados. Se retiró molesto entre abucheos y vasos que iban directo a su cuerpo, lo cual respondió con señales obscenas hasta que se perdió de vista.

Mientras caminaba entre los árboles se balbuceaba a si mismo renegando aun de todo lo paranormal. Escuchó entonces que junto a sus pasos también había otros, se detenían cuando él lo hacía y continuaban sin poder definir desde donde venían, pensando entonces que se trataba de la famosa broma de los demás estudiantes, ignoró el hecho y siguió su camino gritando que a él no podían asustarlo, y sellaba la frase riendo de forma burlona.

Conforme avanzó, se dio cuenta que los pasos se escuchaban más cercanos, parecía que lo estaban rodeando, decenas de personas, tantos que movían los arboles y el sonido de las ramas al romperse era demasiado, sintió entonces respiraciones en la nuca, que alborotaban su cabello, pero al voltear ¡Nada!, seguía caminando dando oportunidad que un susurro que decía –Daniel, Daniel…- se hiciera más fuerte, mientras entre las copas de los arboles podían verse sombras saltando de uno a otro.

Un poco aturdido por la cantidad de sonidos, y la rapidez con la que volteaba tratando de encontrar a quien los producía cayó al suelo mareado, con la cabeza agachada. Una enorme hacha bajó cercenado su cuello, pudo ver su cuerpo aun hincado cuando la cabeza rodaba por el suelo, para parar debajo de la bota de un monstruo gordo y verde, que lo tomó del cabello, para ponerlo de nuevo en su cuerpo, donde algunas enfermeras sin rostro, cosían las dos partes con vísceras que le sacaban del estomago.

Cuando el joven dio por gritar un humo negro salió por su boca, rodeándolo por completo pudo ver en él algunas caras de sufrimiento, las cuales tenían pequeñas manos que intentaban sujetarlo… cayó otra vez de rodillas, para al abrir los ojos y darse cuenta de que estaba bien, tenía la cabeza en su lugar y no había ninguna herida.

Corrió entonces con todas sus fuerzas, pero sus pasos no lo hacían avanzar, el paisaje era el mismo y parecía estarse hundiendo en el suelo jalado por las manos cadavéricas que los sujetaban de la ropa, el se arrastraba aun luchando, pero se vio envuelto entre los cuerpos que salieron de entre la tierra con el movimiento de sus forcejeos.

Durante toda esa noche hasta el amanecer, el tubo encuentros con todos estos seres de oscuridad, que si bien pudieron haberlo acabado, solo le mostraron que son de verdad y que cada año volverán, la misma noche, porque es solo ese día en especial, en que las barreras entre su mundo y el nuestro desaparecen, dejándolos vagar a voluntad por nuestros dominios.

Daniel aprendió que en Halloween no se puede escapar, que en Halloween ¡No!, no se ofende a la oscuridad, porque viene a saldar cuentas. A continuación le dejamos algunos enlaces de su interés:

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