En este artículo, les daremos a conocer Hathor diosa egipcia, perteneciente a la cultura egipcia, quien era la encargada de proveer comida y bebidas a los difuntos, así como darles la bienvenida cuando pasaban a otro mundo espiritual. Además la diosa de la alegría, la danza y artes musicales.
Historia y Mitología de la Diosa Hathor
Diosa que pertenece a la religión del Antiguo Egipto, era una de las primordiales deidades desempeñando diferentes personajes. Siendo la diosa del cielo, esposa del dios celeste Horus y del dios solar Ra, quienes estaban vinculados a la soberanía, Hathor era la madre mitológica de sus regentes terrenales, faraones.
El hombre Hathor, traduce “La Casa de Horus”, por su papel de madre y en muchas de las ocasiones esposa de Horus, lo que la identificaba reina de Egipto, con su nombre Hathor.
Su nombre puede plasmarse como un halcón en el interior de un cuadrado representando la casa, y que significa madre divina que revive todo lo evidente.
Hathor, estuvo dentro de tantas diosas, que admitió el personaje del Ojo de Ra, la parte contraria femenina de Ra, manteniendo un carácter vengador que lo resguardaba de sus opuestos.
En su aspecto femenino, Hathor representaba las artes musicales, la danza, la alegría, el amor, la sexualidad y el cuidado materno, además de ser compañera de algunas divinidades masculinas y progenitora de sus hijos. Estas propiedades de la diosa, la conceptuaban como la feminidad egipcia.
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Siendo conocida como la diosa de la música y la danza, entre su ministerio estaba formado por bailarines, cantantes, actores y acróbatas, incluyendo en la época griega, todas estas artes de conservaron bajo el dominio de la diosa Hathor.
Traspasó los límites entre los mundos, para colaborar con los difuntos en su transformación de vida luego de la muerte. Razón por la que en la ciudad de Tebas, en Grecia, la consideraban como la diosa de la zona de la muerte, en su dogma la mantenía como la encargada de proveer de alimentos y bebidas a las almas que partían al plano de los muertos. Por lo que era denominada “Señora del Occidente” o “Diosa de la Montaña Occidental”.
Tenía como encomienda, recibir los difuntos para entrar al Más Allá, según el dogma, afirmaban a sus fieles que al acudir a esta deidad de una forma adecuada, sus peticiones eran escuchadas, y la propia diosa Hathor, los conducía sobre ella, hasta el aposento de los fallecidos; mientras para otros era la vaca que amamantaba a los seres humanos vivos con su leche sagrada, o la leona fiera que habitaba en el desierto, con capacidad para exterminar lo que estaba vivo.
En muchas ocasiones, se personifica como una vaca, figura de su carácter material y sublime, si bien, su símbolo por lo general, se mostraba como una mujer con una corona de cuernos de vaca y un disco solar. Igualmente, podría ser simbolizada como una leona; ureo, que traduce un emblema protector que usaban los faraones; o en su defecto de un sicomoro, que significa árbol de tronco color amarillo, erecto con madera resistente y perdurable.
Para esta deidad, el árbol sagrado era el sicomoro, y entre tantas participaciones actuaba como nodriza del rey, a quien amamantaba, brindándole divinidad; en muchas ocasiones se simbolizaba como un sicomoro en los bosques de Libia.
Este árbol sicómoro, fue bendecido junto a algunos animales lecheros que se encuentran entre los papiros, durante la época de acopio de papiros se realizaban celebraciones en su honor.
Según la mitología egipcia, la diosa Hathor, personificaba el cielo, siendo la vaca que poseía las cuatro patas que mantenía el firmamento, mientras que su hijo Horus, en forma de halcón, ingresaba por su boca todas las noches, para resurgir por la montaña, luego, Isis ocuparía la posición de madre de Horus.
La diosa Hathor, igual gozaba de ser la defensora de los ebrios, regía la celebración de la ebriedad, que se festejaba en Dendera, veinte días luego del desbordamiento del Nilo. Igual, la tenían como “La dama de los goces”, debido a su personalidad alegre, festiva y relacionada con los juegos, así como “La dama de las guirnaldas”, relacionada con su espectacular belleza.
Su instrumento musical conocido como sistro, la representaba como su símbolo, además el sistro poseía un fuerte poder para alejar los males y embrujos, y lo lleva consigo que usaba en las celebraciones.
Permanecen imágenes de diosas bovinas, en la cultura y arte egipcio del cuarto milenio, a.C., sin embargo, Hathor, tal vez no surgió hasta el Imperio Antiguo a.C. El patrocinio de los líderes del Imperio Antiguo se transformó en unas de las diosas más trascendentales de Egipto.
A la diosa Hathor, se le consagraron muchos santuarios, siendo el más célebre el edificado en Dendera, en el Alto Egipto, igualmente gozaba de ser venerada en los templos de sus compañeros masculinos.
Los egipcios, relacionaron a la diosa Hathor con pueblos extranjeros como Nubia y Canaán al igual que sus meritorios bienes, tales como el incienso y las piedras semipreciosas, y muchos lugares de esas tierras acogieron su culto.
Se debe reconocer, que esta deidad, fue una de las significativas que era implorada en sus plegarias íntimas, y en homenajes ofrecidos, con especial énfasis las mujeres que anhelaban quedar embarazadas.
Luego, en el Imperio Nuevo, las diosas conocidas como Nut e Isis, tomaron el puesto de Hathor, según la doctrina de la monarquía, sin embargo, continuó representando una de las diosas más veneradas. Al finalizar el Imperio Nuevo, Hathor, fue opacada por la diosa Isis, sin embargo, permaneció en la antigua religión egipcia como la más venerada hasta la presente época.
Durante la época ptolemaica, que quiere decir tierra como centro del universo, surgió un rito basado en que Hathor y Horus formaban un matrimonio; por lo que en la celebración de “La Buena Reunión”, festejada en el mes de Epifi, según el calendario egipcio.
La efigie de Hathor, salía del templo de Dendera, navegaba hacia el santuario de Horus en Edfú, luego de muchos festejos. La pareja de deidades sublimes, realizaban su enlace nupcial, luego de estar en compañía durante la noche, la diosa Hathor, regresaba a su santuario; procrearon dos hijos conocidos como: Harsomtus, de Edfú, e Ihy, de Dendera.
Mientras que en Kom Ombo, que quiere decir la cima del Oro, de origen egipcio, se representaba como la compañera de Sobek; en Memphis se trataba de la diosa de las damas.
Se simboliza como la diosa que lleva cuernos, o con orejas de vaca, luciendo un tocado triple, el significado del cielo como vaca, extendido en el Delta, proviene que Hathor representaba la figura bovina.
Lleva consigo el sistro, el bastón de papiro y el anj, según un arcaico mito, se presumía, que ella había enaltecido al joven sol hasta el cielo, a través de sus cuernos. Con el transcurrir, su apariencia es de mujer con cabeza de vaca, y termina con cabeza humana, que en algunas oportunidades tiene orejas y cuernos de vaca. En su figura de animal puede presentarse como leona, asociada con Sekhmet o gata.
La diosa Hathor, fue comparada con a Sekhmet y a Bastet y a Isis, en una época tarde, cuenta la historia de Ra, que Hathor, transformada en Sekhmet, era el ojo que su padre. La envió para que devastara a los hombres, que no le habían obedecido, pero después, le dio remordimiento, la emborrachó para que no lo realizará, y desde ese momento se transformó en Hathor, la diosa que representa el amor y la veneración.
Cuenta la leyenda de la diosa Hathor, que su presencia surgió mientras que Ra, aparecía como el dios del sol, desde entonces, Hathor se sentó a su lado, en una vasija manejada por el sol. Cuentan algunas leyendas, que en el ojo de la luz del sol hizo aparecer la diosa, revestida en felino Bastet, para ese entonces, estaba enlazada con Nebethetepet, como Hathor-Nebethetepet, siendo idolatrada como Ra en Heliópolis.
Su concepción asociada con Horus, la diosa Hathor, se refiere a una religiosidad netamente enérgica, vinculada con el movimiento, el arte musical, y el goce y deleite sexual, causa por la que algunos griegos la asocian con la diosa Afrodita.
Lo que generó el nombre a la ciudad conocida como Afroditópolis; los semitas la denominaban Baalat “La Dama”; en Biblos se asociaba con Astarté.
Otras leyendas fantásticas sobre Hathor, lo muestran como una imagen del sol, era un bovino que con sus patas aguantaba el cielo, mientras que Horus, su hijo, un vendedor inestable, entraba por la boca durante todas las noches para luego despertar en el amanecer, luego, Isis convino en ser madre de Horus.
En la ciudad de Dendera, representaba la diosa del cariño, la excelsitud energética, la felicidad, la paternidad y la sugestión. Había consagrado el sistro, que gozaba de tener la capacidad para combatir las indecencias y las ofensas, y se empleaba a menudo en las celebraciones.
Cuenta la historia, que la diosa Hathor, representaba la música y el movimiento, inclusive el arte de personajes artísticos, vocalistas, trapecistas, estas prácticas se mantuvieron bajo el control de Hathor. Igual considerada, patrona de lo exuberante, guió reuniones de tipsiness, siendo ponderada en la ciudad Dendera, veinte años luego de la inundación del río Nilo.
Igualmente, simbolizó “La mujer de las delicias”, por su carácter divertido y gracioso, así como “La mujer de los laureles” por su gran conexión con lo excelente.
La historia y leyenda sobre la diosa hathor, es extensa y rica, gobernó los gnomos VI, X y XIV del Alto Egipto. En el monte del Sinaí, en Serabit el-Khadim, se encontraba un templo conocido como “Mujer de la turquesa”, es probable que con su iluminación, resguardaba todo lo que ocurría en el seno de la tierra. En Abu Simbel, Ramsés II, existía un pequeño templo en donde formó a Nefertari, reina egipcia de la dinastía. Igualmente, contaba con otro templo en la isla de Filé y en Deir el-Medina, al este de los tiempos ptolemaicos.
No obstante, del cónclave denominado la “Gran Reunión”, la “Estación Central del Primer Festival”, se proclama en el Año Nuevo, la cercanía del primer mes de Thoth, que aceptó la bienvenida del incremento; otra de su reunión muy sugerida es en el octavo período de Meshir, Neit o Neit, antigua diosa de la guerra y la caza.
Se debe mencionar, Hathor contaba con siete Hathores, enfoca a sus hijas en un símbolo de su propia presencia, formando parte de sus leyendas infantiles, de ahí se desprende cuando un joven fue creado, los siete Hathores, se apostaron a su lado y decretaron su destino.
Narra la leyenda, que conocían el futuro y la época que desaparecen un considerable número de egipcios, y si un líder se creó como desdichado, transformaron su destino por otro de alto nivel, desde ese momento dogmatizar la cultura y la nación.
Entre tantas ocupaciones y papeles, se encargaba del servicio de sepultura para dar alimento y agua. Los Hathores, conversaban con los jóvenes que tocaban la batería, los cuernos y el plato; o un bovino, estando enlazado por un toro, denominado “el toro del oeste, gobernante de siempre”, y de las cuatro paletas que figuraban los enfoques cardinales. En situaciones ptolemaicas, se encontraban vinculados con las Pléyades.
De acuerdo a la mitología, se dice sirvió de modelo de la Vía Láctea, siendo el drenaje que vertía las ubres de un bovino sublime. Con el transcurrir de los años, se pareció a los rasgos diferentes de muchas cosas; resultando tener la mayor conexión con Isis, una diosa, que ocupó su posición, a pesar de que la diosa Hathor , siempre fue reconocida su popularidad a través de la historia de Egipto.
Se realizaron muchas festividades relacionadas con Hathor, quizás más que algún otro dios o diosa existiera en el Antiguo Egipto. La diosa Hathor, era una deidad celestial, que se le conocía como la “Mujer de las Estrellas” o la “Soberana de las Estrellas”, conectada a la estrella Sirio, igual conocida como Alpha Canis Majoris, la estrella con más luminosidad que brilla en el cielo por la noche y se puede visualizar desde la tierra.
Se cuenta en la mitología de la diosa Hathor, que era la “madre de madres”, era la diosa de las mujeres, la madurez, los niños y el trabajo. Su enigmática energía, se conectaba con las mujeres, para ofrecerle ayuda en las dificultades como la imaginación, el trabajo, el bienestar las magnificencias y las interrogantes del corazón. Siendo así, ninguna fue venerada por mujeres, ni con distinción distinta a otros seres, y deidades divinas, asumió los dos ministros y sacerdotisas.
La diosa Hathor, era la deidad de la grandiosidad y favorecedora de obras renovadoras. S le ofrendaba por lo general con dos espejos, debido a que acostumbraba hablar sobre espejos y artículos especiales de belleza. No se mantenía que este concepto, era frívolo y vanidoso, al contrario se confirmaba su exquisitez y compasión, distinguiéndose lo hermoso y majestuoso.
De modo que, la diosa Hathor, era considerada como “la admiradora de la vida”, siendo modelo del vocablo amor, sentimiento, emoción, fragancia, movimiento, música y bebidas alcohólicas. También se asociaba con el perfume de incienso de mirra, calificado como importante y con gran valor al momento de hablar de características inigualables del sexo femenino.
También se halla plasmado en su mitología, que la diosa Hathor, fue protectora del desplazamiento y la relación con la música, más aún cuando se trata del sistro, que es un instrumento con figura de herradura con pequeños platillos metálicos, que están colgados en los barrotes. Esta herramienta, conocida como sistro, cuando está elaborada en hierro tiene la particularidad de emitir sonidos, y se toca como si es una maraca de metal.
Es común, que el sistro, aparezca en muchas obras de arte antiguo de Egipto, además representaba un signo de fecundidad. El sistro, fue usado como instrumento en festividades religiosas. Se puede observar expuesto en el Museo Arqueológico Nacional de España, el Museo Británico y el Museo Louver.
La diosa Hathor se asociaba con las gemas de turquesa, la malaquita, el oro y el cobre, por lo que era patrona de los mineros, y diosa de la península de Sinaí, lugar donde existen minas con su nombre.
Una significativa cantidad de religiosos y sacerdotes, de la diosa Hathor, se dedicaban a actividades artesanales, que muchos se unieron al bienestar personal de los egipcios y la veneran expresando su naturaleza creativa. La diosa Hathor, fue el sumario del movimiento y la sexualidad, acogió la nominación de la “Mano de Dios”, mostrando insinuación a la masturbación, y la “Mujer de la Vulva”.
Uno de los mitos, cuenta que en una oportunidad Ra, se desalentó al extremo que se negó a hablar. La Diosa Hathor, que no albergo en su ser, desánimo ni titubeo, se desplazó ante él exhibiendo sus órganos sexuales, esto le causó risas y volvió a ser amable.
También, se narra sobre la diosa Hathor, que siendo quien ayuda a los fallecidos en proveer comida y agua, siempre está presente en las tumbas en compañía de Nut. En algunas ocasiones, aparece como los “Siete Hathores”, que se vinculan con riquezas y actos de adivinación. Se estimó, que éstos, sabían de la existencia de todos los infantes durante el proceso de alumbramiento, y discuten sobre los asuntos de los muertos en su viaje a la vida eterna.
Sus sacerdotes y ministros, podían adivinar el destino de un infante, y actuar como profetas para esclarecer las fantasías de las personas. Las siete ciudades Hathor fueron idolatradas en siete lugares como: Waset en Tebas, Iunu en On, Heliópolis, Afroditópolis, Sinaí, Momemfis, Heracleópolis y Keset, que se presume tuvieron conexión con los grupos de estrellas de las Pléyades. Igualmente, era la diosa de la destrucción en su parte del ojo de Ra, protectora del dios del sol.
La leyenda narra, sobre las personas que promovieron censuras contra Ra cuando era Faraón, por lo que fue enviado a su “ojo” como Sekhmet, quien empezó a asesinar a personas por trabajo a destajo. Cuando, se entregó y le solicitaron que se aguanta, manifestó que no podía, estaba sedienta de sangre.
Para atajar el asesinato, se procedió a colorear la cerveza de tono rojo, para que se simulara sangre, cuando ingiere la mezcla alcohólica, queda en un estado soñoliento que descansa por tres días seguidos. Al despertar, no soporta un fuerte dolor de cabeza, y jamás anhelo sangre, mientras que la humanidad si la desea.
Entonces, Ra se comunicó con Hathor, y se transformó en la alegría, el amor y el deleite. Luego, las autoridades le solicitaron a Hathor – Sekhmet que les diera a conocer su enroque por la batalla. En vista, que el “cielo querido”, estaba asociado con Nut y Mut, así como el pecho de la “madre celestial”, le dio de comer al faraón enmascarado, como si fuera una especie de animal lechero o como una hoja del árbol sicómoro, por la sustancia que gotea.
Es la causa, por la que el símbolo más significativo de Hathor, es de un animal lechero, y se muestra con los ojos maquillados y sombreados de color turquesa.
El día de cumpleaños de Hathor, fue justo cuando Sirios se elevó al paraíso, queriendo mostrar que floreció, mediante el estirpe ptolemaico, que gobernó a Egipto en el tiempo helenístico, desde que murió Alejandro hasta el año 30 a.C. La diosa Hathor, era percibida como la diosa de Hetaira, que se refiere al tercer mes del calendario egipcio.
Orígenes
El origen de la diosa Hathor, al parecer se remonta a tiempos predinásticos. Los lugareños, la veneraban como una diosa con figura de vaca. Aparece en la Paleta de Narmer, con cara de mujer que lleva cuernos y orejas de vaca, representando a la diosa Hathor o a Bat, se observa dos veces en la parte superior de la paleta y en el cinturón del rey.
Por lo general, las imágenes de vacas se muestran con normalidad en el arte Egipcio predinástico, así como figuras de mujeres con brazos elevados y curvados, en señal a los cueros de los animales bovinos.
Estas figuras, pueden personificar diosas asociadas con el ganado, las vacas son adoradas por diferentes culturas, inclusive el antiguo Egipto, en señal de maternidad y alimentación, porque velan por sus terneros, y alimentan con su lecho a los seres humanos.
La Paleta de Gerzeh, una paleta del periodo prehistórico de Nagada II, exhibe el perfil de una cabeza de vaca con cuernos curvados que están envueltos de estrellas. La paleta, insinúa, que esta vaca estaba mezclada al cielo, así como otras diosas de épocas siguientes, que representan de esta manera: Hathor, Meheret y Nut.
Sin embargo, estos antecedentes, la diosa Hathor, no es mostrada sino hasta la cuarta dinastía del Imperio Antiguo, a pesar, de varios artículos que se tratan de ella, pueden ser precedidas del periodo arcaico.
Una vez que la diosa Hathor, se muestra de forma transparente, se observan unos cueros que curvan hacia afuera, en vez de hacia adentro, como los mostrados en el arte predinástico. Una divinidad bovina, con los cueros hacia adentro, se refleja en la Paleta de Narmer, cerca de los comienzos de la historia egipcia, se puede observar en la parte superior de la paleta, al igual que en el cinto del rey Narmer.
En la cuarta dinastía, la diosa Hathor, se transformó en un personaje importante. Sustituye a un dios cocodrilo primitivo que era venerado en la ciudad de Dendera, en el Alto Egipto, para transformarse en la divinidad patrona de esa ciudad, y cada vez ocupaba el culto a Bat, en el cercano territorio de Hu, hasta que en el Imperio Medio, las dos deidades se consolidaron.
La doctrina, en cuanto se refiere al faraón, en el Imperio Antiguo, a diferencias de otras épocas, se ajustaba al dios sol Ra como rey de los dioses, padre y patrón del rey terrenal. Entonces, la diosa Hathor, subió con Ra y se transformó en su esposa mitológica, razón por la que se considera la celestial madre del faraón.
Funciones
La diosa Hathor, asumió muchas personalidades y actuó en una gama de funciones. De acuerdo al egiptólogo Robyn A. Gillam, propone que las distintos símbolos aparecen cuando la diosa real, es iniciada por la corte del Imperio Antiguo, reemplazando a muchas diosas locales que eran veneradas por la población, a quienes después se refirió como expresiones de Hathor, entre las que se pueden mencionar:
Diosa celeste
Se dieron calificativos como “señora del cielo”, y “señora de las estrellas”, y se hablaba que vivía en el cielo con Ra, y otras deidades solares. Los egipcios, tenían la creencia que el cielo era un cúmulo de agua, a donde navegaba el dios sol y lo relacionaban con las aguas, que de acuerdo a sus mitos sobre la creación, el sol nació a principios de los tiempos.
Es la deidad, madre cósmica, era representada como una vaca. Se mantenía, que Hathor como Meheret, como la vaca que dieron alumbramiento al dios sol, y lo colocó dentro sus cueros. Igual se consideraba que Nut, como Hathor daban alumbramiento al dios sol en cada aurora.
Su nombre egipcio, era ḥwt-ḥrw o ḥwt-ḥr, que quiere expresar “casa de Horus”, igual se puede descifrar como “mi casa es el cielo”. El dios halcón Horus, simbolizaba el sol y el cielo. La “casa” a la que se refiere se dice que es el cielo donde habita Horus, o el vientre de la diosa, donde el dios sol nace diariamente.
Diosa solar
Siendo la propia diosa Hathor, es una divinidad solar, la opuesta femenina de los dioses solares como Horus y Ra, era parte del séquito sublime que andaba junto a Ra, mientras que navegaba por el firmamento en su embarcación.
Por lo general, se le conocía como “la de oro”, haciendo referencia a la irradiación del sol, en los escritos de su templo en la ciudad de Dendera, narran que “sus rayos resplandecen toda la tierra”.
En algunas oportunidades, se juntaba la diosa Nebethetepet, que quiere expresar: “Señora de las ofrendas”, “señora de la alegría”, “Señora de la vulva”. Durante el culto de Ra de Heliópolis, Hathor-Nebethetepet, era venerada como su compañera, y el egiptólogo de nombre Rudolf Anthes, manifestaba que el nombre de Hathor, se referencia a una mítica “casa de Horus” en Heliópolis, que representaba la ideología de la soberanía.
Se refirió a muchas de las diosas que ocupó el personaje del Ojo de Ra, una simbolización femenina del disco del sol y una ramificación del poder de Ra, quien algunas veces se representaba en el disco, a lo que Troya traduce como que la diosa Ojo, era considerada como un vientre donde emergió el dios sol.
Las funciones supuestamente opuestas de la diosa Hathor, como madre, esposa e hija de Ra, muestran el ciclo diario del sol. Durante el ocaso, el dios ingresaba en el cuerpo de la diosa, la fecundaba y engendraba deidades que nacían de su vientre en la aurora. El ojo de Ra, resguardaba al dios sol de sus contrincantes, algunas veces era mostrado como un ureo o cobra erguida, o como una leona.
Un signo del Ojo de Ra, era conocido como “Hathor de las Cuatro Caras” simbolizada por un grupo de cuatro cobras, se comentaba que estaba de cara a los puntos cardinales, para observar las asechanzas contra el dios sol. Existen varios mitos, desde el Imperio Nuevo, narran sobre lo que ocurre cuando la diosa Ojo se enoja, sin control. Se transforma en la diosa leona Sekhmet, asesina a los humanos sublevados, pero Ra, reprime a que liquide a toda la humanidad. Manda para que la cerveza se tiña con el tono rojo, y sea suministrada por toda la tierra.
Entonces, la diosa Ojo ingiere la cerveza, pensando que era sangre, y regresa su embriaguez siendo indulgente y hermosa. La deidad Ojo, a veces se convierte en Hathor, desobedece en contra de Ra, y destruye con libertad en su país extranjero como: Libia, al oeste de Egipto, o Nubia al sur.
Disminuido por la pérdida de su Ojo, Ra ordena a otro dios, Tot, para que la regrese. Al estar tranquila, la diosa vuelve para transformarse en la esposa del dios sol o del dios que la hace regresar. Los dos semblantes de la diosa Ojo, violento y turbulento, en vez de hermoso y alegre, mostraban la creencia egipcia, que las mujeres, tal como lo describe la egiptóloga de nombre Carolyn Graves-Brown, “abarcan las pasiones extremas de la furia y el amor”. Graves-Brown, “abarcan las pasiones extremas de la furia y el amor”.
Música, baile, alegría y diversión
Acontecimientos de un agasajo en el sarcófago de Nebamun, durante el siglo XIV a.C., con imágenes de música y bailes hacen mención a la diosa Hathor. El dogma egipcio, festejaba los placeres de los sentidos en la vida, que se apreciaban entre los obsequios de los dioses para la humanidad.
Los egipcios en su cultura, comían, bebían, danzaban, tocaban música en sus celebraciones religiosas, además perfumaban el ambiente con hermosas flores y exquisitos olores de incienso.
Muchos de los calificativos a la diosa Hathor, la vinculan con las festividades, se le atribuye como la señora de las artes musicales, la danza, los ornamentos, las guirnaldas, la mirra y la embriaguez. En escritos en relieves en sus santuarios; los músicos tocan panderos, arpas, liras y sistros en distinción a Hathor.
Como hemos mencionado en párrafos anteriores, el sistro es un instrumento similar a un sonajero, que fue elaborado especialmente para su veneración, con significados eróticos, y de hecho, hacía alusión a la creación de una nueva vida.
Estos portes de la diosa, estaban asociados con el mito del Ojo de Ra, que fue tranquilizado por la cerveza, en el mito de la devastación de la humanidad. En muchas interpretaciones del mito de la Diosa Distante, la naturaleza salvaje del Ojo vagabundo, minimizo cuando fue aplacada con efectos de la civilización tales como la música, el baile y el buen vino.
El agua producto por el crecimiento que ocurre anualmente en el Nilo, teñida de tono rojo a causa de los sedimentos, se igualo con el vino, la cerveza coloreada de rojo según el mito de la liquidación. Las fiestas, se celebraban durante el desbordamiento, que acompañaron con bebidas, música y bailes, era una manera de tranquilizar a la deidad que retornaba.
De acuerdo a un texto que aparece en el santuario de Edfu, relata sobre Hathor: “los dioses tocan el sistro para ella, las diosas bailan para que ella, deshaga de su mal genio”. Un canto a la diosa Rattaui, como un símbolo de la diosa Hathor en el santuario de Medamud, narra el “Festival de la embriaguez”, en señal de su mítico retorno a Egipto.
Las mujeres que asisten, llevan hermosos ramos de flores, los divertidos embriagados, tocan tambores y gente y animales de distintas naciones, danzan para ella, mientras ingresa en el aposento del festival del santuario. Los sonidos del festejo, ahuyentan los poderes enemigos, asegurando que la diosa continúe con su alegría mientras que aguarda por la llegada del dios masculino del santuario, su mitológico esposo Montu, hijo que alumbrará.
Sexualidad, belleza y amor
Muestra su parte, alegre, divertida y jubilosa, señalando su poder femenino y procreador. En varios mitos sobre la creación, aportó a formar el propio mundo. Se tenía la creencia que Atum, un dios creador, que poseía todos los elementos dentro si, había producido, a través de la masturbación metafórica a Shu y Tefnut, y de esta manera se dio inicio al proceso de la creación.
La mano empleada para este hecho, la “Mano de Atum”, representaba el lado femenino de sí mismo, y podía ser interpretada por Hathor, Nebethetepet o Iusaaset.
Según un antiguo mito, sobre la creación durante el período ptolemaico 332-30 a.C., el dios Jonsu, tuvo una actuación importante, donde Hathor es la deidad con que Jonsu se une para hacer posible el proceso de la creación.
La diosa Hathor, pudo ser la cónyuge de varios dioses masculinos, entre los que Ra, era el más significativo. Mut, era el compañero usual de Amón, la principal divinidad, que existió en el Imperio Nuevo, que siempre estuvo vinculada con Ra.
Sin embargo, a Mut, se personificaba en escasas oportunidades al lado de Amón, en conceptos asociados con el sexo y la fertilidad, y en esas circunstancias, Hathor o Isis, estaban a su alrededor. Durante, los últimos tiempos de la leyenda egipcia, el símbolo de Hathor en la ciudad de Dendera, y la Horus en Edfu, se mantenían como marido y mujer, y en otras versiones sobre el mito de la Diosa Distante, Hathor-Rattaui, se refería como la cónyuge de Montu, y Hathor-Tefnut la de Shu.
Su semblante sexual, se estima en varias y pequeñas narraciones. Existe una parte no muy comprensible, de una fábula del Imperio Medio, denominado La historia del pastor, que se habla sobre un pastor que se tropieza con una deidad peluda, similar a una especie de animal, en un pantano y actúa con temor.
En otra oportunidad, se encuentra con una dama desnuda y seductora, la gran parte de los egiptólogos, expertos en esta historia, mantienen que se trata de Hathor, o una deidad muy similar a ella, una que puede ser bárbara y dañina, o buena y sensual.
Un estudioso del tema, de nombre Thomas Schneider, aclara que en la narración, muestra sus dos encuentros con la diosa, el pastor ha actuado para tranquilizarla. En las pugnas de Horus y Seth, un cuento corto del Imperio Nuevo, sobre el problema entre esas dos deidades, Ra esta incomodo, luego de ser insultado por otra deidad, Babi, y se lanza en el suelo para reposar. Luego, de un tiempo, Hathor, le enseña sus genitales a Ra, con lo que lo hizo reír, y levantarse nuevamente para cumplir con sus deberes como como líder de los dioses.
Se tenía la creencia, que la vida y el orden, derivan de las gestiones de Ra, por lo que la leyenda, comenta que Hathor, impidió los amargos resultados de su vagancia. Su comportamiento, pudo subir el ánimo de Ra, debido a que fue excitado sexualmente, aunque aún no se tiene claridad que lo hizo sonreír.
Su espectacular cabellera, propició que fuera glorificada, las escrituras egipcias, narra sobre el mito que no está transparentemente descifrado en ningún texto, donde se habla que Hathor perdió un mechón de su cabello, que personificaba su fascinación sexual.
Existe un texto, que contrasta está pérdida, con la pérdida de Horus de su Ojo sublime, y la de Seth de sus testículos, durante la batalla entre las dos deidades, dejando entrever que la pérdida del mechón de Hathor, fue una calamidad para ella, al igual que la amputación de Horus y Set.
Conocida como “señora del amor”, como una continuación de su semblante sexual. Cuenta el mito, en una variedad de poemas de amor del papiro de Chester Beatty I, de la monarquía XX, que los hombres y mujeres, le rogaban a la diosa Hathor que les regresará a sus amantes. “Le rece a ella, Hathor, y ella escuchó mi plegaria. Ella destino a mi señora amada, para mí. Y ella regresó por su propia voluntad para verme”.
Maternidad y dignidad real
La diosa Hathor, simbolizada como una vaca que amamantaba al faraón Hatshepsut, en su santuario en Deir el-Bahari, durante el siglo XV a.C.
Se consideraba como la madre de varias deidades de niños, al igual se tenía como la madre de su hijo el heredero y como la esposa de Horus el rey. La deidad Hathor, era la opuesta divina de las reinas humanas. Las deidades Isis y Osiris, se consentía como los padres de Horus, en el mito de Osiris, según lo señalado en el Imperio Antiguo, pero, el vínculo entre Horus y Hathor, puede ser que venga con una data antigua.
En el caso de ser de esta manera, Horus, únicamente se relaciona con Isis y Osiris, cuando apareció el mito de Osiris, durante el Imperio Antiguo. Inclusive, luego de que Isis, se fortaleció como la madre de Horus, la diosa Hathor prosiguió con este personaje, y más aún cuando amamantaba al faraón. Símbolos de Hathor, mostrada como una vaca con un infante en una maleza de papiros, personificaba su enseñanza mitológica en un pantano solitario.
Los fluidos lácteos de la diosa, eran señal de divinidad y estatus real. El símbolo, donde la diosa Hathor, atiende al faraón, indica que tiene derecho a gobernar. El vínculo de Hathor con Horus, le concedió un semblante sanador a su personalidad, debido a que había restaurado el ojo u ojos perdidos de Horus, luego de que Set lo agrediera.
Existe una versión, donde señalan, que las contiendas de Horus y Seth, Hathor encuentra a Horus con los ojos destrozados, y cura las heridas con la leche.
Entonces, durante el período tardío 664-323 a.C., los santuarios, se dedicaron en la veneración de una familia divina conformada por: una deidad masculina adulta, su esposa y su hijo pequeño. Las construcciones anexas, denominadas como mammisis, fueron edificadas para festejar el alumbramiento de la deidad infantil de la localidad.
Por lo tanto, el dios niño, personifica, la transformación cíclica del universo, y un heredero arquetípico de la monarquía. La diosa Hathor, fue la madre de varios grupos de seres que existían en la localidad de las deidades. En la ciudad de Dendera, el Horus adulto de Edfú, se refería al padre, mientras que Hathor era la madre, y su hijo era Ihy, una deidad que su nombre quería decir: “músico del sistro”, y representaba la alegría, relacionada a este instrumento.
Entre otros hijos de la diosa Hathor, existía una deidad menor de la ciudad de Hu, conocida como Neferhotep, y con varias formas de niños de Horus. El fluido lechoso del sicómoro, que para los egipcios significaba signo de vida, se transformó en uno de sus representaciones. La leche se comparaba con las aguas que corrían por el desbordamiento del Nilo, de hecho, con la fertilidad.
Terminando, los periodos ptolemaico y romano, muchos santuarios, ceñían un mito de la creación que adecuaba ideas hereditarias sobre la creación. La versión que narra, sobre el santuario de Hathor en la ciudad de Dendera, la resalta como diosa solar femenina, fue la primera deidad en surgir de las aguas esenciales que antecedieron a la creación, y que su luminosidad , y su leche estimulante, alimentaron todos los seres vivientes.
De igual forma, Mesjenet, otra deidad asociada a la maternidad, la diosa Hathor estaba asociada al shai, que se trata del concepto egipcio sobre el destino, especialmente cuando acogió la forma de las “Siete Hathores”. En dos fábulas del Imperio Nuevo, la leyenda de los dos hermanos y el cuento del príncipe predestinado, las Hathores, se reflejan en los nacimientos de personajes principales y anuncian de qué manera fallecen.
Sus lados maternales, puede ser comparados con las de Isis y Mut, sin embargo, existen varias combinaciones distintas entre ellas. La adoración de Isis, que le tiene a su compañero, y la atención a su hijo, mostraba una forma de amor ante la sociedad, más tolerable que la sexualidad exhibida de Hathor, y el carácter de Mut, más dictador que sexual.
Aparece en el Papyrus Insinger, un relato en un texto del siglo I, d.C., se iguala a una cónyuge fiel, a la señora de un hogar con Mut, mientras que, a la diosa Hathor se compara con una mujer de aspecto rato, que cautiva a un hombre esposado.
Tierras extranjeras y comercio
Egipto, sostenía relaciones en asuntos de comercio, con las ciudades costeras de Siria y Canaán, primordialmente con Biblos, por lo que las creencias religiosas egipcias estaban en contacto con las poblaciones de esa región.
Es probable, que durante el Imperio Antiguo, los egipcios, iniciaron sus comentarios sobre la diosa patrona de Biblos, Baalat Gebal, refiriéndose a la diosa Hathor.
Su relación con Biblos, era tan arraiga y fuerte, que los textos de la ciudad de Dendera, narran que la diosa habitaba en ese lugar. En varias oportunidades, los egipcios comparaban a Hathor con Anat, una deidad cananea, de carácter belicoso y al mismo tiempo sensual, fue venerada en Egipto durante el Imperio Nuevo.
Existen obras de arte cananeo, donde personifican a una deidad desnuda, que lleva puesto una peluca rizada, que procede la imagen de la diosa Hathor. Se desconoce, a qué diosa se refieren para mostrar estas figuras, sin embargo, los egipcios acogieron su imagen y llegaron a distinguirla como una diosa independiente, Qetesh a la que se asocia con Hathor.
Su naturaleza de índole solar, puede ser que haya influido de una forma significativa en su relación con las actividades comerciales, se pensaba que resguardaba las embarcaciones en el Nilo, y en los océanos, al traspasar Egipto, debido a que protegía la embarcación de Ra en el firmamento. La peregrinación mitológica de la deidad Ojo en Nubia o Libia, igual la asocio con esos territorios.
Se encontraba reducidamente asociada con la península del Sinaí, que no se contemplaba como parte de Egipto, sino se trataba de la localización de minas egipcias de cobre, turquesa y malaquita, mientras existieron los Imperios Medio y Nuevo.
Uno de los calificativos que describe a la diosa Hathor, se encuentra “señora de la turquesa”, donde se hace referencia a la turquesa, o los minerales de tono verde azulado. Igualmente, se le denominaba como “Señora de la fayenza”, una cerámica de color azul verdosa, que los egipcios igualaba con la turquesa.
Igualmente, era venerada en varios yacimientos y localidades mineras del desierto arábigo de Egipto, tales como de amatista de Wadi el-Hudi, que muchas de las veces se le denominaba “señora de la amatista”.
En el sur de Egipto, se tiene la creencia que su dominio se extendió hasta Punt, que rodeaba la costa del mar Rojo, y fueron la más importante fuente de incienso con el que se asociaba la diosa Hathor, al igual que Nubia, al noroeste de Punt.
Un funcionario, de la dinastía VI, en su autobiografía de Herjuf, narra su viaje a un territorio próximo de Nubia, de donde llevó grandes cantidades de ébano, pieles de pantera, e incienso para el rey. En el texto se encuentra, la narrativa sobre estos productos de carácter extravagantes como obsequios de la diosa Hathor para el faraón.
Los viajes egipcios, para extraer oro en Nubia, implantaron en su culto al territorio, durante los Imperios Medio y Nuevo, y los faraones del Imperio Nuevo, le edificaron algunos santuarios en las tierras de Nubia, en las que mandaban.
Vida después de la muerte
La diosa Hathor, aparece en el Libro de los Muertos del siglo XIII a.C., donde narra que surge de una cima, que representa la Necrópolis tebana.
Hathor, era considerada una de las diosas que colaboraba con las almas en la otra vida. Entre esas deidades, estaba Amentit, deidad del oeste, que representaba a Necrópolis o sarcófagos a las orillas del oeste del Nilo y el reino de la vida, luego de la muerte, por lo que se calificaba como señal de la diosa Hathor.
Asi como atravesó el límite entre Egipto y otros territorios, igual se atrevió a cruzar el confín que existe entre los vivos y la Duat, que se refiere al reino de los fallecidos. Socorriendo a las almas de los difuntos para entrar en la Duat, y se mantenía unida a los sepulcros, lugar donde comenzaba la conversión. Se narra, que en la Necrópolis tebana, la diosa Hathor se personifica en especie de montaña elegante, mostrándose como una vaca. Su personaje como diosa del cielo, igual está vinculado a la vida luego de la muerte.
Actuando como diosa del cielo, y apartada de Nut o Hathor, apoyando a Ra, en su avivar diario, se destacó significativamente, en las creencias de la cultura egipcia, referente a vida después de la muerte, donde los seres humanos luego de muertos resurgen como el dios sol. Féretros, sepulcros y hasta el inframundo, se dilucidaron como el propio vientre de la diosa Hathor, de donde florecerán los espíritus de los difuntos.
Las diosas Hathor, Nut y Amenti, aparecen en diferentes literaturas, que narran que eran las encargadas de transportar las almas de los fallecidos a una zona, donde se les proveía comida y bebida, para alimentarse diariamente. Por lo que Hathor y Amentit, se encuentran por lo general en los sarcófagos, recibiendo al difunto como bienvenido, significando una vida después de la muerte.
Existen escrituras fúnebres, así como obras de arte del Imperio Nuevo, que narran y muestran ilustraciones de la otra vida en un paraíso encantador y fructífero, que en muchas ocasiones era regido por la diosa Hathor. La hospitalaria deidad de la vida después de la muerte, fue personificada como una diosa en figura de árbol, ofreciendo de beber agua al difunto.
En algunas ocasiones, Nut, era quien realizaba esta actividad, pero, la diosa del árbol conocida como Hathor, fue quien lo desempeñaba.
La vida después de la muerte, igual gozaba del concepto sexual, en el mito de Osiris, el dios que fue aniquilado, resurgió luego que se apareo con Isis y procreó a Horus. La ideología solar, mantiene que la alianza de Ra con la diosa del cielo, consintió su propio florecer.
Por este motivo, se consideró que a través del sexo, permitió el renacer de los fallecidos, y deidades como Hathor e Isis, debido a que socorrieron a reanimar a los difuntos para una nueva vida. Aunque, sencillamente avivaba la energía regenerativa de los dioses masculinos.
Los antiguos egipcios en cultura, acostumbraban de anteponer al nombre del fallecido el nombre de Osiris, su creencia de era que se conectaban con su reencarnación. Es el caso, de una mujer a quien llamaban Henutmehyt sería “Osiris-Henutmehyt”. En el transcurso del tiempo, se relacionaba fuertemente con los difuntos y les proveía de fuerzas divinas a las mujeres y a los hombres.
Durante el Imperio Antiguo, en algunas oportunidades se mantenía que las mujeres se enlazaban a los veneradores de la diosa Hathor, en la otra vida, mientras que los hombres se ligaban a los fervientes de la diosa Osiris.
Existieron casos, que la mujeres se denominaban “Osiris-Hathor”, en señal que se favorecen del poder reconfortante de estos dioses. En esta época, se comentaba que la diosa hathor, regía la vida después de la muerte, tal como se desempeñaba la diosa Osiris.
Iconografía
La deidad Hathor, es simbolizada como la diosa vaca que sus patas sustentaban el cielo, al tanto que Horus en su figura de halcón ingresaba por su boca, durante todas las noches para resurgir en el alba.
Así como es representada en imagen de gata, asociada con Sekhmet, que al irritarse se transformaba en leona. Mientras, otras simbolizaciones es mostrada como la deidad mujer, que luce con orejas o cabeza de vaca con cuernos y disco solar, en especial cuando se disponía a amamantar al rey. En varias ocasiones los cuernos se colocaban bajo el tocado de un cóndor, distintivo de las reinas egipcias que pertenecían al Imperio Nuevo.
Recurrentemente, se personificaba como una mujer que luce un tocado con cuernos y disco solar, con una vestimenta pegada de tono rojo o turquesa, o mezcla de estos colores. Interpretando a la vaca que creó al mundo y todo su contenido inclusive a los difuntos.
En virtud, que Isis, durante el Imperio Nuevo, tomo para lucir este mismo tocado, las deidades se pueden diferenciar una de la otra con un mensaje escrito. En el personaje de Amentit, la diosa Hathor, exhibía en su cabeza el signo del oeste, en vez del tocado de cuernos.
Las Siete Hathores, se mostraban en algunas oportunidades como un grupo de vacas, cortejadas por una diosa menor del cielo, y la de la vida después de la muerte a quien la denominaron el Toro del Oeste.
En la cultura y el arte egipcio, el ureo, era un símbolo que representaba a varias deidades, asemejándose con el Ojo de Ra. En el caso, que se simbolizaba como un ureo, significaba que tenía carácter impulsivo y defensor. Igualmente, se personalizaba como un sicomoro, se mostraba la parte de su cuerpo superior que brotaba del tronco.
Igual que otras deidades, conseguía mostrarse con un tallo de papiro en especie de cayado, sin embargo, en su puesto, algunas ocasiones lleva un cetro uas, signo que significaba poder, que usualmente estaba limitado a dioses masculinos.
Las diosas que gozaban el privilegio de llevar el uas, sólo eran, como la diosa Hathor que estaban vinculadas con el Ojo de Ra. Se adornaba con un sistro o un collar menat, en forma circular confeccionado con hileras de cuentas, se movía en rituales en honor a la diosa Hathor, parecido a un sistro. El sistro, puede observarse de dos maneras: una con un nudo sencillo, o sistro naos, que se parece a unas naos de un santuario egipcio, rodeada de adornos, parecidas a las antenas del símbolo de Bat.
Figuras y diseños de estos artículos, mantenían presente la diosa Hathor; otros de las simbolizaciones eran los espejos, debido a que en Egipto, éstos se confeccionaban con oro y bronce, figurando el disco solar, al igual que se asociaban con la preciosidad femenina. En algunas piezas de espejos, los mangos contaban en su diseño el rostro de la diosa Hathor.
Entre tantas representaciones simbólicas de la diosa Hathor, algunas veces se e mostraba con un rostro humano, orejas de vaca al estilo del arte egipcio. Al exhibirse de esta manera, su cabello enroscado esta en cada lado de su cara. Este estilo de rostro, se mostró en ornamentos de columnas, desde el Imperio Antiguo, que fueron usadas en varios santuarios para la diosa Hathor y otras deidades.
Este tipo de columnas, poseen dos o cuatro rostros, que pueden significar la duplicidad entre los distintos matices de la deidad, o la centinela de la diosa Hathor de los cuatro rostros.
Los estilos y diseños de las columnas hathóricas, guardan un vínculo complicado con los sistros. Los dos estilos de sistro, pueden encerrar la máscara de Hathor, en el diseño del mango, las columnas, que por lo general agregan el diseño de un sistro naos, encima de la cabeza de la diosa Hathor.
Relación con la monarquía
En los tiempos antiguos, Neit era la deidad principal para la realeza, sin embargo, para la monarquía IV, la diosa Hathor, se transformó como la deidad más relacionada con el rey. El fundador de la soberanía, Seneferu, quizás fue edificada en un santuario, y una de las hijas de Dyedefra, fue la primera sacerdotisa de Hathor.
Los líderes del Imperio Antiguo, sólo aportaban a los santuarios consagrados a los reyes, a dioses asociados con la monarquía. La diosa Hathor fue una de las escasas diosas, que percibió donativos.
Los soberanos que dirigieron por último, al Imperio Antiguo, apoyaron el culto a la diosa Hathor en las regiones, era una manera de relacionar esas provincias con la corte real. Quizás, Hathor obtuvo las esencias de las deidades regionales y contemporáneas.
En esa época, del Imperio Antiguo, muchas damas pertenecientes a la monarquía, aun sin ser soberanas reinantes, desempeñaron cargos en la administración del culto a la diosa Hathor.
Por lo que Mentuhotep II, se transformó en el primer faraón perteneciente al Imperio Medio, aunque no gozaba de ningún vínculo con los líderes del Imperio Antiguo, intento de legalizar su gobierno, personificado como hijo de Hathor.
Cuentan que, las primeras figuras de Hathor como vaca, amamantando al rey, nacen de su reinado, y muchas sacerdotisas, fueron identificadas como si se trataban de sus cónyuges, sin que la realidad pudiera ser que no había contraído matrimonio con ellas. Durante el Imperio Medio, las reinas se exhibía como la encarnación de la diosa, así como se mostraba el rey simbolizando a Ra.
El afán de personificar a la reina como la diosa Hathor, siguió presente en el Imperio Nuevo. Las reinas, lucían con el tocado de Hathor, especialmente terminando la monarquía del siglo XVIII. Una figura del Heb Sed de Amenofis III, dedicada para festejar y resurgir su reinado, exhibe al rey enlazandose simbólicamente con la diosa durante una celebración.
Una mujer de nombre Hatshepsut, fue quien gobernó como faraón, en las primeras épocas del Imperio Nuevo, enfatizó su vínculo con Hathor de una forma diferente. Empleó, nombres que se asocian a diferentes diosas, entre las que se encontraba Hathor, buscando legalizar su gobierno, que por lo general lo realizaban los hombres.
Edificó diferentes santuarios en honor a la diosa Hathor, y levantó su propio santuario fúnebre, añadió un oratorio exclusivo para la diosa, en Deir el-Bahari, espacio dedicado al culto para Hathor desde el Imperio Medio.
El realce de Amón, en el Imperio Nuevo, otorgó gran observancia a su compañero Mut, y durante este tiempo, Isis empezó a mostrarse en actividades exclusivas de hathor, como diosa de la barca solar.
Aunque, el continuo crecimiento de estas diosas, Hathor, se mantuvo la más importante en todo el Imperio Nuevo, con mayor énfasis asociada a la fertilidad, sexualidad y la realeza. Luego del Imperio Nuevo, Isis, deslució fuertemente a Hathor, al igual que otras deidades, al tomar sus funciones.
En la época helenística de Egipto, cuando los griegos mandaron en la nación, y las creencias religiosas adoptó una confusa relación con la de Egipto, la monarquía ptolemaica, acogió y cambio la ideología egipcia de la divinidad de la soberanía.
Es cuando, Arsínoe II, compañera de Ptolomeo II, los ptolomeos relacionaron a sus reinas con Isis, y otras deidades griegas, especialmente su deidad del amor, sexualidad, Afrodita. A pesar de esto, cuando los griegos, se referían a las deidades egipcias con los títulos de sus propios dioses, en algunas oportunidades nombraban a Hathor, Afrodita.
Las fisonomías de Isis, Hathor y Afrodita, se mezclaron para argumentar el tratamiento de las reinas ptolemaicas como deidades. Por lo que el poeta de nombre Calìmaco, insinuó al mito del mecho de cabello extraviado de Hathor, al ponderar a Berenice II, por ofrendar su cabello a Afrodita. Los rasgos simbólicos que conllevan Isis y Hathor, como los cuernos y el tocado de buitre, se muestran en los retratos de las reinas ptolemaicas como Afrodita.
Santuarios en Egipto
Los santuarios en Egipto, se edificaron y se dedicaron honrando Hathor diosa egipcia, quizás más que a otra deidad egipcia. En los tiempos del Imperio Antiguo, su culto más significativo se encontraba en la zona de Menfis, donde aparece “Hathor del sicomoro”, era venerada en muchas zonas en toda la Necrópolis Menfita.
En este tiempo de Imperio Nuevo, el santuario de la diosa Hathor del sicomoro del sur, fue el templo principal en Menfis. En este lugar, se representó como hija de la primordial diosa de la ciudad Ptah.
El culto de Ra y Atom en Heliópolis, al noreste de Menfis, al noroeste de Menfis, contenía un santuario a Hathor-Nebethetepet, quizás fue edificado en el Imperio Medio. Se encontraba cerca del templo un sauce y un sicomoro, cuentan que hayan sido venerados como apariciones de la diosa.
Ciudades que se encuentran al norte del delta Nilo, como son Yamu y Terenuthis, igual constaban de templos exclusivos a la diosa. En el tiempo que los gobernantes del Imperio Antiguo, se propusieron a construir ciudades en el Alto y Medio Egipto, se crearon algunos cultos a la diosa Hathor en zonas como Cusae, Akhmim y Naga ed-Der.
https://youtu.be/TsXXQ0W683I
Durante la primera época intermedia, su esfinge de culto en la ciudad de Dendera, se llevó a la Necròpolis tebana. A inicios del Imperio Medio, Mentuhotep IIl, le constituyó un santuario fijo en la necrópolis de Deir el-Bahari.
Una población cercana a Deir el-Medina, donde habitaban los trabajadores de los sarcófagos de la necrópolis durante el Imperio Nuevo, igual tenía santuarios exclusivos para Hathor. Uno de estos continuo activo y fue restablecido hasta la época ptolemaica, luego de siglos, que el territorio quedó desierto.
En la ciudad de Dendera, rasposa el santuario más antiguo construido en el Alto Egipto en honor a la diosa Hathor. Al finalizar el Imperio Antiguo, prevaleció gran importancia sus santuarios menfitas. En la época egipcia, durante la llegada, de distintos reyes, éstos se dedicaron a realizar ampliaciones a los santuarios. La última reconstrucción de los templos egipcios, ocurrió en los tiempos ptolemaico y romano, por lo que se mantienen como los templos egipcios que se mejor se conservan desde esas épocas.
En los tiempos del Imperio Antiguo, la gran parte de los sacerdotes que tenía Hathor, incluyendo lo de más alto nivel, se trataban de mujeres. Muchas de estas mujeres pertenecían a la familia de la realiza. En el transcurso del Imperio Medio, las mujeres se excluyeron poco a poco de los altos cargos sacerdotales, sin embargo, las reinas cada vez estaban más relacionadas con el culto de Hathor.
Por lo que las mujeres que no correspondían a la monarquía, fueron desapareciendo de los puestos de alto nivel de su sacerdocio, siendo así, las mujeres permanecían ofreciendo sus músicas y cantaban en los cultos de los santuarios en todo Egipto.
El ritual más significativo en los santuarios para cualquier diosa, se trataba de las ofrendas que se hacían diariamente, a la imagen o esfinge, se trajeaba y se le brindaba alimento. Este tipo de rito diario, se hacía de la misma forma en todos los santuarios egipcios, las ofrendas ofrecidas podían variar de acuerdo a la deidad que los recibía.
Las bebidas como el vino y la cerveza, eran ofrecimientos que no variaba en todos los santuarios, en especial en los ritos para honrar a Hathor, mientras que esta diosa como otras deidades se le ofrecía sistros y collares menat. En las épocas tardía y ptolemaico, igual se les ofrendaba con dos espejos, que significan el sol y la luna.
Celebraciones
Durante todo el año, se realizan muchas celebraciones en honor a la diosa Hathor, con abundantes bebidas y bailes, que buscan un propósito con el rito. Los participantes en estos espectáculos, quizás lograban llegar a un nivel de exaltación religiosa, visto de otra perspectiva, no era común en la arcaica religión egipcia.
La especialista egiptóloga de nombre Graves-Brown, indica en sus estudios, que los participantes en estos agasajos de la diosa Hathor, tenían como fin lograr un estado perturbado de conciencia, que los llevará a comunicarse con el reino celestial. En este caso, habla de la Celebración de la Embriaguez, que solemniza el regreso del Ojo de Ra, que se festejaba el vigésimo día, del mes de To en los santuarios de Hathor y de otras deidades Ojo.
Se venían festejando desde el Imperio Medio, siendo más conocido de los tiempos ptolemaicos y romanos. La danza, la comida y la bebida que se desarrollaba en la Celebración de la Embriaguez, buscaba mostrar la oposición del sufrimiento, debido a que el hambre y la sed, los egipcios la relacionaban con la muerte. La violencia del Ojo de Ra, consiguió la muerte a los seres humanos. La celebración de la Embriaguez, aplaudía y festejaba la vida, la abundancia y la alegría.
En la celebración tebana, denominada como la Bella Fiesta del Valle, inició su festejo en el Imperio Medio, el símbolo de culto de Amón del santuario de Karnak, asistía a los santuarios de la necrópolis tebana, entonces, los pobladores visitaban los sarcófagos de sus familiares difuntos para ingerir bebidas y comidas, se divertían y celebran con alegría.
Hathor diosa del amor egipcia, no se hizo partícipe de estas celebraciones, sino a inicios del Imperio Nuevo, luego de la presencia de Amón en los santuarios de Deir el-Bahari, se contempló como su unión sexual con la deidad.
En muchos santuarios pertenecientes a los tiempos ptolemaicos, entre éstos el de la ciudad de Dendera, festejaban la llegada del nuevo año egipcio, con distintas ritos, imaginando que los símbolos de la diosa del santuario, generarían la conexión con el dios sol.
Durante los primeros días del año nuevo, la esfinge de la diosa Hathor de la ciudad de Dendera, se transportaba al wabet, un lugar especial del santuario, exclusivo para la unión de figuras del culto con el disco solar, mientras, que el techo se adornaba con figuras alusivas al cielo y el sol. El símbolo de Hathor se subía hasta lo alto del techo, para empaparla con la verdadera luz del sol.
Unas de las festividades, relacionada con su culto, es la fiesta ptolemaica, se refiere a la Fiesta de la Bella Reunión, se llevaba a cabo durante catorce días en el mes de Apep. La figura de Hathor en la ciudad de Dendera, se transportaba en una embarcación por varios santuarios de Horus en Edfu, en la que las imágenes se encontraban y se colocaban una junto a la otra.
Cualquier día de la celebración, los dos símbolos se trasladaban a un templo, en donde estaban enterrados otros dioses como el dios sol y la Enéada, cuenta la leyenda que la pareja hacía ritos de ofrenda a las deidades que se encontraban sepultadas. Muchos expertos egiptólogos, consideran que estas celebraciones es una especie de enlace matrimonial entre Horus y Hathor.
Culto fuera de Egipto
Durante la época del Imperio Antiguo, los reyes egipcios, ofrecían ofrendas como bienes al santuario de Baalat Gebal en Biblos, empleando el sincretismo de Baalat con Hathor, con la intención de reforzar su aspecto comercial con Biblos.
En el reinado de Tutmosis III, se edificó un santuario exclusivo para Hathor, denominada como la Señora de Biblos, es probable, que se trataba de un santuario de Baalat. Luego de la caída del Imperio Nuevo, la notabilidad de la diosa Hathor en Biblos, se minimizó en compañía de la relación comercial de Egipto con la ciudad.
Por lo que, muchos productos de comienzos del primer milenio a.C., parecen señalar que en esos tiempos, los egipcios empezaron a comparar a Baalat con Isis. Un mito, de la representación de Isis en Biblos. Según lo describía el autor griego Plutarco en su obra Isis y Osiris en el siglo II, d.C. al parecer en su tiempo, Isis había suplantado a Hathor en toda la ciudad.
Los egipcios que permanecían en el Sinaí, edificaron varios santuarios en la región. El más enorme y significativo era el tempo Sarabit al-Jadim, ubicado en el lado oeste del territorio, exclusivo para la diosa Hathor considerada patrona de la minería.
Este santuario, fue ocupado desde mediados del Imperio Medio, hasta concluir del Nuevo Reino. Al este del territorio el valle de Timna, en las demarcaciones con el imperio egipcio, tierras de las expediciones mineras estacionales en tiempo del Nuevo Reino, contemplaba un templo a Hathor, quizás fue dejado en la época baja.
Los madianitas del pueblo, quienes trabajaban con los egipcios en sus trabajos mineros, es probable que realizaban ofrendas en honor a Hathor, igual como lo hacían sus líderes.
A pesar, que luego que los egipcios dejaron el territorio, durante la monarquía XX, los pueblos madianitas transformaron el templo en un centro para orar, en honor a sus propios dioses. Durante la época del Imperio Nuevo, los nubios del sur se juntaron a plenitud a sus creencias religiosas.
Cuando Nubia, estaba bajo el mando egipcio, los faraones le consagraron a la diosa Hathor, algunos santuarios en Nubia, tales como: Faras y Mirgissa.
Amenofis III y Ramsés II, edificaron santuarios en Nubia para venerar a sus reinas como presencia de las diosas femeninas, incluyendo a Hathor, la esposa de Amenofis, Tiy, en Sedeinga, y la de Ramsés, Nefertari, en el santuario menor de Abu Simbel.
La soberanía autónoma de Kush, que emergió en Nubia, luego de terminar el Imperio Nuevo, agrupó sus dogmas en los reyes kushitas en las creencias de la monarquía egipcia. De esta manera, Hathor, Isis, Mut y Nut, se calificaron como la madre mitológica de cada majestad kushita, y comparados con sus familiares femeninos, como las como las kandake, la reina kushita o la reina madre, quien actuaba destacándose en la religión kushita.
En el territorio sagrado para Amón, conocido como Gebel Barkal, el rey kushita Tahargo, edificó dos santuarios, uno en honor de la diosa hathor como cónyuge de Amón, suplantando a los santuarios egipcios del Imperio Nuevo, quizás se ofrecían a estas diosas.
Sin embargo, Isis se mostraba como la deidad egipcia más venerada en Nubia, y fue incrementada su presencia con el paso del tiempo. En la época meroítica de la historia de Nubia, Hathor se representaba en los santuarios como una deidad que acompañaba a Isis.
Culto popular
Los egipcios, tenían como costumbre realizar sus rituales en público en sus santuarios, al igual que veneraban a sus dioses en privado, por asuntos personales, inclusive en sus viviendas. Se concebía, que la hora del parto era un momento de transición para la madre como para el bebé, según las creencias en el antiguo Egipto.
Los niños, eran muy anhelados, motivo de que la fertilidad y un parto seguro, deberían de ir de la mano, entre sus principales hechos de su religión popular, y las deidades representantes de la fertilidad como Hathor y Tueris, eran venerados asiduamente en los templos y en las viviendas.
Las mujeres de la cultura egipcia, para dar alumbramiento a bebé, se colocan de rodillas o en cuclillas encima de una “silla de partos”, elaborada con ladrillos de adobe con un orificio especial en el centro. El único ladrillo de parto que se ha conocido, se guarda en el antiguo Egipto, está adornado con una figura de una mujer que aguanta a su hijo envuelta por figuras de la diosa Hathor.
Durante los tiempos romanos, se encontraron varias imágenes pequeñas de terracota, centrada en un ambiente doméstico, que personificaban a una mujer con un confeccionado tocado que exhibía sus genitales, tal como lo hizo Hathor para motivar a Ra.
Lo que quieren transmitir estas pequeñas figuras, no se conocen, sin embargo, se presume que personifican a Hathor o Isis mezcladas con Afrodita, gesticulando en representación de la fertilidad o la defensa contra de lo malvado. La diosa Hathor, es una de las escasas deidades, incluyendo Amón, Ptah y Tot, a quienes se les hacían plegarias para solventar dificultades personales.
Algunos de los egipcios, colocaban ofrendas en santuarios o lugares de oración a donde se les rogaba a los dioses. La mayor parte de las ofrendas a Hathor, se empleaban según su símbolo, y no por su valor económico. Casi, siempre se ofrecían telas coloreadas con figuras de Hathor, al igual que placas y otras imágenes con forma de animales.
Quizás, las variedades de ofrendas, tenían un símbolo especial por el oferente, no se conoce lo que quieren expresar. Varias figuras pueden hacer mención a sus actuaciones divinas, como es la personificación de la vaca materna en el charco.
Los homenajes y ofrendas con sistros, se usaban para calmar situaciones peligrosas de la deidad, y poner en relieve sus cualidades buenas y piadosas. El falo se trataba de una plegaria para la fertilidad, como aparece en un escrito que se encontró en una figura de piedra de fabricación casera, por un trabajador rogando por una familia.
Muchos egipcios, plasmaron sus plegarias a la diosa Hathor, en piedras o en graffitis. Se referían a peticiones a varios dioses, como Amón, señalan que tenían la creencia que escarmentar a los perversos, y curaban a quienes se arrepentía de su actitud malvada.
Mientras, que en las plegarias a la diosa Hathor, únicamente se expresan las gracias que otorgaba, tales como la abundancia y la prosperidad de alimentos mientras su existencia, y les proveía un entierro adecuado después de la muerte.
Prácticas funerarias
La diosa Hathor, representando la vida después de la muerte, se encuentra plasmada su leyenda en literatura del arte fúnebre. En compañía de Osiris y Anubis, la deidad Hathor, es una de las más populares en los adornos de los sarcófagos durante la época del Imperio Nuevo temprano.
La diosa Hathor, era la representante de recibir a los difuntos en la otra vida. Habían muchas imágenes relacionándola con los diseños y ornamentos de los sarcófagos del Imperio Antiguo, se muestran a hombres y mujeres efectuando un rito conocido como “agitar el papiro”; no se conoce lo que quiere decir este ritual, sin embargo, algunos escritos, señalan que se efectuó para “Hathor”, y al remover los tallos de papiro, se genera un sonido crujiente similar al de un sistro.
Entre otros diseños hathóricas en sarcófagos, se pueden observar la vaca que sale de una montaña de la necrópolis, y el símbolo de la diosa sentada, rigiendo un paraíso en la vida después de la muerte.
Se tenía la costumbre de dibujar o grabar imágenes de Nut, en el interior de las urnas, en señal que el ataúd significaba su vientre, donde el fallecido que lo ocupaba resurgiría en la otra vida. A partir del tercer período intermedio Hathor, empezó a tomar la posesión dentro del fondo del cajón fúnebre, y Nut en el interior de la tapa.
El arte fúnebre, en la monarquía XVIII, presenta a personas disfrutando de bebidas, comidas, danzando y tocando instrumentos musicales, así como luciendo collares menat y sistros, en mención a la diosa Hathor.
Estos diseños de las figuras, representan celebraciones privadas, que se festejaban en los sarcófagos para solemnizar a las personas sepultadas en ese lugar, o en otro caso, mostrar a las personas reunidas en celebraciones del santuario como la Bella Fiesta del Valle.
Se tenía la creencia, que durante las celebraciones se podían conectar los humanos y lo divino, y por ende entre los vivos y los muertos. En las escrituras de las tumbas, se mencionaba el anhelo para que los difuntos pudieran asistir a las celebraciones, especialmente las ofrecidas a Osiris.
https://youtu.be/M5_D6HKW7G0
Se pueden observar, imágenes de celebraciones en los sarcófagos, refiriéndose a las fiestas que asistía Hathor, tal como la Fiesta de la Embriaguez, o las festividades privadas. Los actos de beber, danzar en esas fiestas, pudiera tener el objetivo de emborrachar a los participantes, como ocurría en la Fiesta de la Embriaguez, lo que permitía que entraran en contacto en comunión con las almas de los fallecidos.
Se comentaba, que la diosa Hathor facilitaba ofrendas a los difuntos en el Imperio Antiguo, y los hechizos accedían a los hombres como a las mujeres, juntarse con su séquito en la vida después de la muerte, según aparece en los escritos de las tumbas en el Imperio Medio.
En muchos artículos fúnebres, señalan a las mujeres difuntas como diosas, quizás en representación de la diosa Hathor o a Isis. La relación entre Hathor y las difuntas, se conservó en la época romana de Egipto, en la ùltima época de la antigua religión egipcia antes de su desvanecimiento.
Sincretismo
La diosa Hathor, por su naturaleza, siempre se refirieron a ella como una diosa bovina o sublime, con una parte en forma de vaca, que en su piel tenía impresa estrellas. Luego, se podría conocer a una diosa envejecida; Bat y al pasar el tiempo, sería conocida como Bat-Hathor, quien se vinculó con Isis, suplantándola como la madre de Horus.
Denominaciones
La diosa Hathor, en toda su trayectoria ha sido provista de doscientos títulos. Una canción dedicada a la diosa Hathor habla: “Eres la dama de la alegría, la reina de la danza, la maestra de la música, la reina del arpa, la mujer del movimiento coral, la reina de la Garland Weaver, la dama del éxtasis”.
Igualmente, ha recibido los nombres de: “La dama del Oeste”, “La dama benefactora de los muertos”, o “Diosa de la montaña occidental”, como dama elegante de los difuntos y proveedora de la expiración en su actuación al Más Allá.
“La dama de la llama dorada”, como el fuego que devasta el amor y la diosa de la felicidad, la alegría y el deleite.
“La dorada que se encuentra en los lugares abarrotados de especies que vuelan, en espacios encantadores” como una figura de gozo y disfrute de la vida.
“La mujer del sicómoro”, que habita en los arbustos, engalanando la madera fuerte del sicomoro, árbol original de Egipto, con la confección de ataúd, y sus hijos como sustento, enviándole en ocasiones de un amamantamiento de un gobernante, traspasando la naturaleza divina.
“La vaca que se muestra en los papiros”, como un semblante primordial de los rituales cuando se recogen los papiros.
“Dama de Punt”, por la energía que se ha guardado por unos minutos para el país de Punt.
“La dama de la turquesa”, admirada por los expertos de las minas de las turquesas en Serabit el-Khadim, que se encuentran en el suroeste de Sinaí Landmass.
“La dama de Biblos”, donde quizás guarde un dios cercano de Biblos.
“La dama de los giros”, por sus sacerdotes, que adquirieron las pelucas de esta deidad.
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