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Al Dios Dionisio se le estima como una figura de gran relevancia en la mitología griega y en la romana. Es reconocido como la deidad del vino y de la cosecha de la vid, también inspirador de la demencia ritual y del embeleso. Igualmente fue conocido como la deidad de la agricultura y del teatro.

Dionisio

Dionisio Dios del Vino

A Dionisio se le conoce universalmente como el dios del vino, pero realmente ¿quién fue el dios Dionisio? Paralelamente se le conoce como el dios de la fertilidad en la mitología griega, así como se le estima como una de las deidades del Olimpo. Zeus y Sémele fueron sus progenitores, siendo por lo tanto nieto de Harmonía y bisnieto de Afrodita. En otras interpretaciones se afirma que sus padres fueron Zeus y Perséfone.

Es la deidad patrona de la agricultura y el teatro e igualmente se le conoce como el «Libertador» (Eleuterio), emancipando a uno de su ser ordinario por medio de la locura, el embeleso o el vino.​ La encomienda divina de Dionisio era combinar  la música del aulós y dar por finalizado el esmero y la preocupación.​

Dionisio provocaba la locura ceremonial y el embeleso y fue una figura de relevancia de la cosmogonía griega. A pesar de que la procedencia geográfica de su culto no es conocida, en casi todas los obras teatrales se le exhibe como «forastero». Su llegada a la vida fue suficientemente peculiar ya que fue alumbrado en par de ocasiones.

Los estudios han polemizado el vinculo de Dionisio con la «devoción de las almas» y su disposición para dirigir la correspondencia entre los vivos y los muertos.​

Otra fábula dionisíaca se exhibe en la creencia del orfismo, en la cual los remotos Titanes asesinan a la pequeña deidad Dionisio, tras atraer su atención con luminosos juguetes hacia una celada para descuartizarlo, cocinarlo y devorarlo. Es cuando, Zeus escarmienta y destruye con su rayo a los Titanes, pero al no ser engullido el corazón de Dionisio de allí renace el hijo de Zeus.

Dionisio

Del polvo de los Titanes y la tierra emergen los seres humanos, que cuentan con un componente titánico y otro dionisíaco, al brotar con algo de añeja culpabilidad por el deceso del dios Dionisio. Por lo que han de ser purificados al impedir el derrame de sangre de humanos  y animales. Así, al fin de la vida, su espíritu es liberado del cuerpo (cual sepulcro y cárcel), para retornar al mundo divino del cual proviene.

La comitiva de Dionisio se denominaba el tíaso, y estaba conformado primordialmente por las ménades (sus acompañantes de orgía). Más adelante se hizo conocer por los romanos como Baco​ y el éxtasis que generaba, bakcheia.

Significado de Dionisio

No se conocía el significado del nombre Dionysos, ya que su componente «-nysos» puede ser de procedencia extra heleno, pero «dio-» ha sido vinculado ancestralmente con Zeus. Según los autores griegos, Nisa fue el nombre de una ninfa que llevó su crianza o de una montaña en la cual fue cuidado por diversas ninfas (las Nisíades), que le dieron de comer y bajo instrucciones de Hermes le inmortalizaron.​

Nacimiento

El nacimiento de Dionisio además de prematuro no fue nada normal, lo cual recuerda lo problemático de insertarlo en el panteón olímpico. Su progenitora fue una mujer mortal de nombre Sémele, descendiente del rey Cadmo de Tebas, y su padre Zeus, el dios superior. Hera, esposa de Zeus, era una deidad envidiosa y vanidosa, quien llegó a conocer de la aventura de su cónyuge al estar encinta Sémele.

Con la apariencia de una anciana (en otras referencias como nodriza), Hera se mostró a Sémele, quien le confesó que Zeus era el verdadero padre del bebé que en ella crecía. Hera aparentó no creerle, y dejó las semillas de la sospecha en Sémele, quien, dubitativa, solicitó a Zeus que se manifestara en toda su gloria como evidencia de su divinidad. A pesar de que Zeus le imploró que no se le pidiese, ella perseveró y él accedió.

Fue cuando Zeus se apareció ante ella con sus estruendos, vientos y relámpagos, que Sémele murió carbonizada. Zeus logró recuperar al embrionario Dionisio sembrando en su muslo. Tras unos meses, Dionisio vio la luz en el monte Pramnos de la isla Icaria, lugar al cual Zeus fue para librarlo ya engrandecido de su muslo.

En esta interpretación, Dionisio fue hijo de dos «madres» (Sémele y Zeus) previo a su nacimiento, de donde proviene el apodo dimētōr (‘de dos madres’), vinculado con su nacimiento duplex.

En otra interpretación, Dionisio era el vástago de Zeus y Perséfone, la soberana del Inframundo. La envidiosa Hera trató nuevamente de matar al infante, remitiendo en esta oportunidad a los Titanes para su descuartizamiento tras invitarlo con juguetes. Zeus provocó la huida de los Titanes con sus relámpagos, pero éstos ya habían engullido todo excepto el corazón, que quedó a salvo, según se cita, por Atenea, Rea o Deméter.

Zeus utilizó el corazón para regenerarlo en el vientre de Sémele, del cual fue nuevamente «nacido dos veces». Otras apreciaciones plantean que Zeus alimentó con el corazón a Sémele para fecundar.

La primordial motivación de veneración en las religiones mistéricas es el renacimiento, ya que su deceso y resurrección eran eventos de devoción mística. En muchos rituales griegos y romanos se usó este relato. Variedades de éste se hallan en la obra de Calímaco y Nono, quienes reemplazan a Dionisio por otro dios denominado Zagreo, e igualmente en diversos poemas fragmentarios achacados a Orfeo.

Infancia y Juventud

La leyenda relata que Zeus dejó encargado a Hermes del infante Dionisio. Una interpretación de la historia señala que éste cedió al niño al monarca Atamante y su esposa Ino, tía de Dionisio. Hermes solicitó a ellos que educaran al recién nacido como si fuese una niña, para ocultarlo del enojo de la deidad Hera.​

Se versiona por otro lado que Dionisio fue dejado bajo la custodia de las ninfas de la lluvia de Nisa, quienes cuidaron de su crecimiento y que, por esas atenciones, Zeus las recompensó colocándolas en el firmamento con el nombre de constelación de las Híades.

Al crecer Dionisio, se le reveló la cultura del vino y el modo de exprimir su preciado jugo, pero Hera logró que enloqueciera y le hizo deambular por varias regiones de la tierra. En Frigia, Cibeles, reconocida por los de Grecia como Rea, le sanó y le instruyó sus rituales piadosos, y así comenzó Dionisio su trayecto por Asia Menor, a través del cual mostraría a la gente el cultivo de la vid.

Retorno triunfal para empezar la incorporación de su ceremonial en Grecia, pero le hicieron oposición ciertos príncipes y regentes que se atemorizan por los tumultos que ocasiona ese ritual.

En su juventud, Dionisio era extraordinariamente encantador. En una oportunidad hallándose sentado a la orilla del mar, unos marinos que lo observaron pensaron que era un príncipe, y trataron de secuestrar y conducirlo lejos para su venta como esclavo o en pedido de rescate. Intentaron amarrar con cuerdas, pero no pudieron asegurarlo con ninguna.

Entonces Dionisio se transformó en un feroz león y simuló el sonido de cuantiosas flautas, y pudo matar a todos los que se le acercaron. Los que pudieron saltar por la borda fueron convertidos en delfines. El solitario sobreviviente fue Acetes, el timonel, quien, tras reconocer al semidiós, intentó frenar desde el mismo inicio a los otros marinos.

En una versión similar, Dionisio quería navegar de Icaria a la isla de Naxos, así que rentó un embarcación pirata tirrenio. Pero al estar abordó el dios no fueron a Naxos sino a Asia Menor, con la idea de venderlo como esclavo. Al enterarse, Dionisio convirtió el mástil y los remos en culebras, e hizo llenar la nave de hiedra y del silbido de flautas, para enloquecer a los marinos, lo cuales cayeron al mar, donde se les convirtió en delfines.

Atributos del Dios Dionisio

Las iniciales imágenes del dios Dionisio surgidas de la mitología griega muestran un hombre maduro, con barba y túnica, sosteniendo una vara de hinojo, coronada por una piña conocida como tirso (cetro). Aunque imágenes ulteriores lo exhiben como un joven andrógino semidesnudo o desnudo, sensual y lampiño, donde inclusive la literatura lo ha descrito como femenino o afeminado.

En otras versiones, al Dios Dionisio se le presenta como un joven divertido y gracioso, ataviado con piel de cabra o pantera, con una corona de hiedra y vid, alzando una copa de vino, igualmente racimos de uvas, pámpanos y hiedra. Como insignia de su divinidad sostenía el tirso recubierto de hojas de vid o hiedra.

Se desplazaba en un carro arrastrado por leopardos, escoltado por un cortejo a su vez conformado por una sucesión de personajes excéntricos y extraños como: Sátiros o Silenos, mitad humano, mitad macho cabrío, con un cola muy frondosa y un órgano viril siempre erguido, Ménades o Bacantes, féminas ebrias que danzaban frenéticamente y Faunos, iguales a los Silenos; y Centauros, mitad humano, mitad caballo.

La totalidad de estos personajes practicaban bailes frenéticos al son de la música y en compañía del vino. Entre sus animales se cuentan la pantera, la cabra, el asno, el leopardo, el toro, el delfín, la serpiente y el cerdo.

Consortes y Descendencia

La siguiente es una lista de las consortes que acompañaron a Dionisio en su larga y estrafalaria existencia, así como de los respectiva descendencia que procreó con cada una de ellas.

Afrodita

  • Cárites
  • Himeneo
  • Príapo

Altea

  • Deyanira

Ariadna

  • Enopión
  • Toante
  • Estafilo
  • Pepareto

Circe

  • Como

Nix

  • Ptono

Madre desconocida

  • Acis

Aura

  • Yaco

Epítetos

  • Cromatóforo, apodo con el que era reconocido como quien da vino sin combinar, y por el cual se le veneraba en Figaleya (Arcadia).
  • Acroreites, por el que era venerado en Sición.
  • Adoneo (Adoneus, «regente»), apodo latino que recibía como Baco.
  • Bromio («estruendoso» o «el que brama»).
  • Dendrites (Δενδρίτης Dendrítês, «el de la arboleda»), como potente dios de la fecundidad.
  • Dimorfo (Δίμορφoς), por el hecho que podía exhibirse como bello o como horrible según las circunstancias.
  • Ditirambo («el de la puerta duplicada») se utiliza en ocasiones para referirse a él en las solemnes melodías interpretadas en las festividades, y allí se refiere su anticipado nacimiento.
  • Egóbolo («aniquilador de cabras»), denominación con la que fue venerado en Potnias (Beocia).
  • Eleuterio (Ελευθερευς, ‘el libertador’), igualmente asignado a Eros.
  • Eneo, como deidad de la prensa de vino.
  • Enorches («con bolas’» o acaso «en los testículos», en referencia a Zeus cosiendo al niño Dionisio en su muslo)​ otro modo relacionado con la fecundidad en Samos y Lesbos.
  • Esimnetes («regente» o «señor»), denominación con el que fue venerado en Aroe y Patras (Acaya).
  • Evio, un apodo que se utiliza suficientemente en la obra de Eurípides, Las bacantes.
  • Faleno (Φαλλην, ‘del falo’), garante de la fertilidad.
  • Floios (Φλοῖος, ‘corteza’), como alma de ésta.
  • Hierofante, sacerdote del ceremonial.
  • Licnite (‘el del bieldo’) le hacía una deidad de la fecundidad vinculada con las creencias mistéricas. El bieldo era un herramienta semejante a una pala que se empleaba para aventar, es decir apartar la paja del grano.
  • Lieo («el que libera»), como una deidad del relax y la liberación de las angustias.
  • Omadio (Ὠμάδιος, ‘que se alimenta de carne cruda’), apodo de Baco en Quíos.
  • Sukites (Συκίτης), quien resguarda las higueras.
  • Yaco (Ιακχος) le vincula con los enigmas eleusinos, en los cuales se le decía hijo de Zeus y Deméter. La denominación puede provenir de ιακχος (iakchos), un cántico recitado en honor de Dionisio.

En el mausoleo griego, Dionisio asimila junto con Zeus el rol de Sabacio, una divinidad tracia/frigia a la que se ofrecía cerámica rota (posiblemente para eludir que otra se quebrarse en el fuego). En el mausoleo romano, Sabacio pasó a ser un apodo secundario de Baco.

Adoración

Dionisio es una deidad de rituales religiosos mistéricos, ta cual los de Deméter y Perséfone en la localidad de Eleusis, cerca de Atenas. Dionisio porta el bassaris o piel de zorro, representando la viña y la fauna. Sus particulares rituales, los Misterios Dionisíacos y los Misterios Eleusinos, eran los más de mayor popularidad.

Cuantiosos investigadores consideran que Dionisio es un sincretismo de una divinidad griega lugareña de la naturaleza y una deidad de mayor poder de Tracia o Frigia, como Sabacio.

Cuantiosos griegos aseguraban de que la veneración a Dionisio había arribado a Grecia desde Anatolia, pero sus ideas sobre sí Nisa estaba localizada en Anatolia, en Libia, Etiopía (Heródoto) o Arabia (Diodoro Sículo) son abundantemente diversas como para proponer que se ansiaba un distante país mágico, quizás de nombre Nysa, para aclarar la ilegible denominación del dios: «dios de Nisa».

Apolodoro aparenta proseguir a Ferécides, quien relata cómo el niño Dionisio, deidad de la parra, fue cuidado por las ninfas de la lluvia, las Híades, en Nisa. No obstante, el apodo con el cual los hititas anatolios se nombraban en su propio dialecto (nesili) era Nesi. El influjo hitita en la cultura griega ancestral jamás ha sido valorado.

Las previas discordancias insinúan a algunos que no se esta hablando de la memoria histórica de un ritual extranjero sino con un dios inseparablemente extranjero. De hecho, la denominación de Dionisio se muestra en las tablillas en lengua micénica como DI-WO-NI-SO-JO,​ y Károly Kerényi 10​ lo ubica en la Creta minoica, en la cual su nombre minoico no es conocido pero su particular presencia es reconocible.

Evidentemente, Dionisio había permanecido con los griegos y sus antecesores bastante tiempo, y aun así conservó parcialmente el recuerdo de su orígenes foráneos.

El toro, la serpiente, la hiedra y el vino son los símbolos del típico ambiente dionisíaca, y Dionisio está íntimamente vinculado con los sátiros, centauros y silenos. Con frecuencia se muestra cabalgando un leopardo, portando una piel de leopardo o en un carro jalado por panteras, e igualmente se puede reconocer por el bastón que lleva.

Sumado a la parra y su alter ego silvestre estéril, la hiedra venenosa, las dos a él dedicadas, la higuera igualmente era un símbolo suyo. La piña que entroniza su bastón le vinculaba con Cibeles, y la granada con Deméter. En Atenas se conmemoraban en su honor las Dionisias y las Leneas.

Los nuevos adeptos lo veneraban en los misterios dionisíacos, que eran similares y estaban vinculados con los misterios órficos, y pueden haber actuado sobre el gnosticismo. Se señalaba que Orfeo había ideado los misterios de Dionisio.

Culto Tardío en Roma

La adoración a Dionisio tuvo influjos más adelante en Roma, entre las centurias II y III a. C., llegado desde la Magna Grecia (los poblados griegos del sur italiano), y mediante la Etruria, influenciada por Grecia. Los romanos ofrendaron culto a su semejante romano, Baco, cuya denominación deriva de bacanal.

Las bacanales eran festividades que se oficiaban secretamente y con la única participación de féminas en la arboleda de Simila, próxima al monte Aventino el 16 y 17 de marzo. A posteriori, se amplió la participación en los rituales a los hombres y las celebraciones se efectuaban cinco veces cada mes.

La fama de estas fiestas, donde se sospechaba que se planificaban confabulaciones políticas, produjo en 186 a.C. una resolución del Senado, el denominado Senatus consultum de Bacchanalibus, grabada en una tablilla de bronce hallada en Calabria (1640) y hoy día en Viena, por el que las bacanales fueron denegadas en toda Italia, bajo suspicacia de que eran hechas para urdir crímenes.

Denegadas hasta cierto punto, en ciertas oportunidades específicas debían ser autorizadas por el Senado. No obstante al riguroso castigo impuesto a quienes se atrapaba violando este decreto, las bacanales no fueron extinguidas, particularmente en el sur de Italia, por mucho tiempo.

Dionisio se compara igualmente con Liber (también Liber Pater). Liber (‘el libro’) era una deidad de la fecundidad y el crecimiento, desposado con Libera. Su festividad era la Liberalia, conmemorada el 17 de marzo, pero en ciertos mitos igualmente se celebraba el 5 de marzo.

Otras Historias Dionisíacas

El personaje Dionisio, dada su naturaleza divina, contaba con un carisma particular que siempre le convertía en centro de atención y su influencia en su entorno ha dejado imborrables y legendarias huellas.

Midas

En cierta ocasión, Dionisio se enteró que se había extraviado quien fue su profesor y padre que le adoptó, Sileno. El viejo, quien tras estar bebiendo se había retirado ebrio para encontrarse con unos campesinos, quienes lo habían conducido al rey, Midas (al mismo tiempo, Sileno había ingresado a la rosaleda del rey).

Midas pudo reconocer a Sileno, al cual trató de modo hospitalario y lo distrajo por diez días y diez noches de manera educada, al tanto Sileno deleitaba al rey y a sus amistades con relatos y canciones. A la undécima mañana, Midas retornó a Sileno con Dionisio. Éste dejó que  Midas escogiera la recompensa que desease, y el monarca solicitó que aquello que tocase se convirtiera en oro.

Dionisio estuvo de acuerdo a pesar de lamentarse de que no realizar una mejor selección. Midas se alegró de su nuevo poder, que se dio prisa en probarlo y tocó y transformó en oro una ramo de roble y una piedra. Regocijado, apenas arribó a su casa mandó a los sirvientes que preparan un festín en la mesa. Entonces se dio cuenta que tanto su pan, como su carne, su hija y su vino se transformaban en oro.

Ya con enojo, Midas hizo lo imposible para despojarse de su poder, ya que aborrecía el don que antes ambicionaba. Oró a Dionisio, implorando ser liberado de su hambre. Dionisio le escuchó y concedió, explicando a Midas que se diera un baño en el río Pactolo, lo cual hizo, y al tocar las aguas su poder fue recibido por éstas de tal manera que las arenas del río se transformaron en oro.​

Penteo

Una crónica acerca de la naturaleza destructiva de Dionisio fue escrita por Eurípides en su obra «Las Bacantes». Puesto que Eurípides la redactó en la corte del soberano Arquelao de Macedonia, ciertos estudiosos consideran que el culto a Dionisio era estimado como maligno en esta localidad pero benigno en Atenas. En el citado libro, Dionisio retorna a su sitio de nacimiento, Tebas, regido por su primo, Penteo.

Dionisio deseaba desquitarse de las féminas de Tebas, sus tías Ágave, Ino y Autónoe y su primo, el monarca Penteo, por refutar su divinidad y por ende no autorizar su culto. Penteo fue enloquecido progresivamente por el persuasivo Dionisio, y tentado a los bosques del monte Citerón para encontrarse con las Ménades, las devotas de Dionisio que frecuentemente experimentaban el frenesí dionisíaco.

Al ser visto Penteo por las mujeres, lo despedazaron como lo habían realizado previamente en la obra con un rebaño de ganado. De manera brutal cabeza fue segada por Ágave.

Licurgo

Al escuchar que Dionisio se encontraba en sus dominios, el rey Licurgo de Tracia  mandó a la cárcel a todas sus discípulas. El semidios escapó y se asiló con Tetis.​ Mandó luego una sequía que provocó que la gente se revelara. Por lo que hizo enloquecer a Licurgo, y éste despedazó a su propio vástago con un hacha sospechando que era un retoño de hiedra, planta sacralizada a Dionisio.

Un oráculo señaló en aquel tiempo que la tierra quedaría seca y baldía mientras Licurgo siguiese con vida, de tal manera que su gente lo aniquiló y despedazó. Estando ya Licurgo fallecido, Dionisio retiró la maldición.

Prosimno

Una narración conocida es la de su bajada al Hades o el inframundo para recuperar a su progenitora Sémele, a quien localizaría posteriormente en el firmamento de estrellas.​ Dionisio hizo la bajada desde un pozo del cual no se conocía fondo, situado en el litoral de la Argólide, próximo del yacimiento prehistórico de Lerna.

Fue conducido por el combatiente Prosimno o Polimno, quien quería ser su amante como recompensa. Al perecer Prosimno antes de que pudiese conceder su pedido Dionisio, éste, en retribución a la sombra de quien le había auxiliado, cogió una rama de olivo, le proporcionó forma de falo y la incrustó en su sepultura.

Este relato se halla completo únicamente en fuentes cristianas (cuya objetivo era desprestigiar la mitología pagana). Aparenta haber servido para explicar los objetos ocultos que eran revelados en los ritos y misterios dionisíacos.

Ámpelo

De acuerdo a Nono de Panópolis, se trataba de Ámpelo, un sátiro que falleció en un accidente al cabalgar un toro enardecido por la picada del tábano de Ate. Las Moiras otorgaron a Ámpelo una vida secundaria como parra, de la cual prensó Dionisio su vino inicial.

Mitos Menos Conocidos

Al ser apresada Hera en un trono de oro mágico por Hefesto, Dionisio embriagó a éste y lo trasladó de vuelta al Olimpo, en el cual finalmente consintió en liberar a Hera.

Al decidir Hestia, deidad del hogar, abandonar el Consejo de los Doce y encargarse del fuego de las casas de las familias, Zeus escogió a Dionisio para adueñarse de su sitio en el Olimpo como dios inmortal del vino, la juerga y las fiestas.

Aristófanes concibe en su comedia «Las ranas» el descenso número tres de Dionisio al Hades. Dionisio, patrono del festival dramático de Atenas, la Dionysia, quería traer de vuelta a la vida a uno de los más importantes dramaturgos, y luego de una competencia entre Esquilo y Eurípides, selecciona al primero.

Al Teseo abandonar a Ariadna dormida en Naxos, Dionisio la consiguió y se casó con ella, tras lo cual procrearon un hijo de nombre Enopión, que llegó a suicidarse o falleció a manos de Perseo. En ciertas versiones, su corona era colocada en el firmamento como la constelación Corona.​ En otras, Dionisio bajaba al Hades para recuperarla y retornarla a los divinidades del Olimpo.

Calírroe era una fémina calidonia que despreció a un sacerdote de Dionisio quien desafió con ocasionar la demencia a todas las mujeres del país.​ Al sacerdote se le ordenó inmolar a Calírroe, pero él, en vez de acatar, se suicidó. Calírroe se lanzó a un pozo (o se sesgó el cuello junto a una fuente) que más luego se le daría su nombre.

Influencias Dionisíacas

Muy conocido y muy relevante ha sido su proceder mucho más que su figura, y su impacto alcanza ámbitos tanto sagrados como profanos.

En el Cristianismo

El estudioso moderno Barry Powell considera que las ideas cristianas de alimentarse y beber la «carne» y la «sangre» de Jesús fueron influenciadas por el ritual a Dionisio. Paralelamente, alega Powell, Dionisio fue igualmente peculiar entre las deidades griegos, como divinidad frecuentemente percibida dentro de sus adeptos.

El vino era de importancia para Dionisio, a quien se figuraba como su creador. La producción de vino en base al agua se muestra igualmente en las Bodas de Caná. En la centuria XIX, Bultmann y otros equiparan los dos temas y dedujeron que la teofanía dionisíaca tuvo influjos en la literatura cristiana.

En Élide, a través de las Tías, el festival de Dionisio, los sacerdotes disponían de tres tarros en una recamara sellada y al próximo día se mostraban milagrosamente repletas de vino, ​que contarán Plinio el Viejo y Pausanias.

En la Mitología Greco-Egipcia Tardía

De acuerdo a Heródoto, Valerio Mersalla Corvino​ y Plutarco, en su ensayo sobre Isis y Osiris, Dionisio era el mismísimo Osiris. Igualmente fue relacionado con Serapis.​

En el Arte

El dios aparecía de forma natural en muchas ánforas y vasijas para vino de la remota Grecia. Su iconografía se hizo más intrincada en el etapa helenística, con los tipos asiduamente arcaizantes o neoáticos como el Dionisio Sardanápalo y los tipos mostrándolo como un joven indiferente.

En la Música

  • Baco, ópera de Jules Massenet.
  • Dionysus (BTS).

Interpretaciones Modernas

Dionisio se ha mantenido como referencia para artistas, filósofos y escritores de los tiempos actuales. Bajo la inspiración de James Frazer, ciertos estudiosos han clasificado a Dionisio como un dios de vida, muerte y resurrección. El mitógrafo Károly Kerényi invirtió mucha energía en Dionisio en su extensa carrera, y comprendió sus pensamientos en «Dionisos: Raíz de la Vida Indestructible».

El filósofo germano Friedrich Nietzsche en su obra «El Nacimiento de la Tragedia en el Espíritu de la Música», comparó a Dionisio y Apolo como imagen de la norma estética esencial e incontrolada de la fuerza, la música y la intoxicación versus la norma de la vista, la forma y la belleza personificada por el segundo.

El poeta y filósofo ruso Vyacheslav Ivanov desarrolló la tesis del Dionisismo, que explora los orígenes del arte literario en general y del arte del drama en particular a los ancestrales misterios dionisíacos. Sus comentarios fueron mostrados en los ensayos «La Religión Helenística y el Dios Sufridor» (1904) y «Dionisio y el antiguo Dionisismo» (1921).

Kessler es de la opinión que un mosaico existente en el suelo del triclinio (diván) de la Casa de Aión en Nea Pafos (Chipre) exhibe un tipo de rito monoteísta de Dionisio,​ más como divinidad principal o protectora de la ciudad, en la cual aparecen Hermes y Zeus.

La admisión de dioses tutelares como patronos de la ciudad, era un costumbre muy frecuente en las localidades de Grecia, como Ares lo era en Esparta, Atenea en Atenas. Ciertas explicaciones modernas son atrevidas, el ensayista Walter Otto reseña a Dionisio como «masculino-femenino»,​ lo cual no corresponde con las narraciones clásicas ni con su descendencia.

Oliver Stone en su filme «The Doors» de 1991, exhibe como Jim Morrison en la cultura popular de la década de los sesenta se transformó en una variedad de encarnación de Dionisio. La poesía «Liberalia» del literato costarricense Juan Alberto Corrales hace mención a los ceremoniales mistéricos de Dionisos.

Culto en la Actualidad

Dionisio subsiste a modo de culto, teniéndose presente en denominaciones de productoras de bebidas alcohólicas, al igual que en tiendas y muestras de vino y cerveza. Ciertos agrupaciones musicales de música contemporánea igualmente emplean su nombre, como Dionysos. En lo referente a la religión, tiene presencia en el helenismo, que ofrenda culto a las ancestrales divinidades griegas.

Dionisio como el Dios del teatro

Es importante señalar que la patria del teatro occidental es Grecia. Aunque ya coexistían expresiones teatrales en todo el mundo, los bailes así como las danzas constituyen las más remotas manifestaciones del arte escénico.

Estas iniciales danzas mímicas son generalmente prehistóricas, las ejecutaban los magos de las tribus, siendo acompañados a su vez de música y de grupos corales en sus exorcismos con el fin de expulsar los espíritus malignos, entre otros.

Cuando hablamos de teatro occidental instantáneamente nos referimos a Grecia. Sus orígenes se remiten a las conmemoraciones religiosas en honor a la deidad Dionisio, famoso como divinidad de la fertilidad, de la vegetación y de la vendimia. Los griegos habitaban a celebrar estas festividades al inicio y al final de la siega, implorando al dios Dionisio que el campo fuera fértil.

Todo comenzaba precisamente con una procesión, un carro que transitaba las calles con la efigie de dios Dionisio sobre él, circundada a su vez de bailarines que personifican a los sátiros (acompañantes masculinos de esta deidad) igualmente seguidos por jóvenes deseosos de lograr el éxtasis dionisíaco ya que “Dionisio es igualmente el dios del exceso”.

La totalidad de los asistentes a estas conmemoraciones bailaban, se disfrazaban y se emborrachaban. En honra al dios, se efectuaban diferentes rituales, se inmolaba un carnero cuya sangre fecundaba los campos al tanto los sátiros danzaban y vocalizaba algunos textos (previos al coro). Esto es conocido como el ditirambo y debía efectuarse a las afueras de cualquier poblado griego.

En los diversos cantos solía evocar a las diferentes divinidades para que se aproximaron a la tierra, pero más específicamente solía evocar a Dionisio, ya que en él se representan todas las fuerzas enigmáticas de la naturaleza.

A través de los rituales sucedían algunos eventos de trance o histeria general, cuyo objetivo era la liberación del mal por medio de la furia generada, lo cual sería el principio de la venidera “purificación catártica” del teatro griego. Por ello, el sencillo canto o la evocación de una deidad poco tenía que ver con el mismo teatro, pero sí con la teatralidad, ya que se requería que se le cantará a un humano y no a un dios.

Se puede decir que el ritual religioso como tal debía replegarse de la escena para así dar paso al hombre, ya que Dionisio era mitad mortal, por ende, hombre. Entonces, ¿Por qué no cantar a un humano que haya fenecido y sea famoso? Su naturaleza semihumana facilitó a Grecia secularizar el ditirambo”.

Es de importancia referir: “La leyenda expresa que a través de una de estas evocaciones, un griego suficientemente pasado de vino se puso de pie y dijo “¡Yo soy Dionisio, ¿Qué es lo que quieres?!”, y así emergió el primer actor en el sentido rigurosos del término. A partir de allí, un “primer actor” surgió del coro para camuflarse de dios, luego se mostrarán escenas de su vida, y finalmente, de los humanos”.

Dionisio como Dios romano

Dionisio es igualmente conocido como Baco en la mitología romana, reiterándole como el dios del vino, la vendimia y el embeleso a instancias de la cosmogonía griega.

Gran parte de las deidades griegas del Olimpo tuvieron su semejante, “alter ego”, en la mitología como la cultura romana. Dionisio se conocerá como Baco, a causa de su relevancia no se restringió la veneración asimismo por parte de los romanos. Es de esta manera como para los romanos fue Baco, para los griegos fue Dionisio, pero simbolizan las mismas características.

En otras palabras, es la misma deidad pero con denominaciones distintas, aunque se ha de señalar que su significación dentro de la cultura griega fue superior. A Baco se le puede clasificar como la estampa de primo hermano de Dionisio, motivado a que los romanos, al conquistar territorios, anexaron los dioses locales a sus propios dioses ancestrales , eso sí bautizándolos y trayendoles a suelo propio.

En referencia a las manifestaciones iconográficas de Baco fueron abundantes y de lo más diversas a lo largo de la historia. Cada artista plástico que se interesó por la figura y lo que esta deidad supo simbolizar, convenientemente lo dibujaron con sus puntos de vista particulares.

Evidentemente, siempre existían factores comunes, para este caso los aspectos pictóricas del vino y el espíritu liberador que esta deidad griega e igualmente romano supo especialmente expresar.

Una de las pinturas más representativas y populares que existen sobre Baco es la que hizo oportunamente el pintor italiano Caravaggio, quien es estimado como el inicial y más leal representante del arte Barroco italiano. Lo dibujó con una de las técnicas más habituales como lo es el óleo, la cual estriba en mezclar los pigmentos con un aglomeramiento a base de aceites de origen vegetal, sobre un lienzo.

Sus dimensiones son imponentes ya que logra el metro de altura y 84 centímetros de ancho, fechado a fines del siglo XVI, más específicamente del año 1595. La pintura se exhibe en la Galería Uffizi que es un impresionante palacio y museo en la ciudad italiana de Florencia.

En este exposición se presentan una de las más destacadas colecciones del mundo. Por ello que es un atractivo turístico que acerca a todos aquellos que asisten a la ciudad de Florencia. Claro está que la pintura de esta deidad romana no deja de asombrar y ser contemplado por todos los visitantes.

No obstante, existe un trasfondo que propulsó esta creación y no vendría a ser tanto la iniciativa del artista como acontece en muchos casos, sino que relata la leyenda que cuando Caravaggio laboraba para el Cardenal Del Monte, éste se lo encomendó para obsequiarle a Fernando I de Medici, con motivo de la celebración de la boda de su hijo Cosme II.

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