El dios Itzamná, en la mitología maya era la divinidad de los cielos, del día y la noche. Ancestralmente fue reconocido como el primer gran sacerdote perteneciente a la cosmogonía maya en la cual se le considera como el padre de la caligrafía y de los libros.
Dios Maya Itzamná
Itzamná fue el sacerdote inicial de la mitología maya y descendiente de Hunab Ku, al cual se tenía como el gran y verídico dios, el creador. Previo a su endiosamiento se le llamaba Zamná, y entre las divinidades mayas, Itzamná es reconocido como deidad de medicina y de la agricultura y señor de los cielos, la noche y el día. Es estimado como el espíritu universal de energía que alienta al caos para que exista creación.
Etimología
El significado de Itzamná en el antiguo dialecto maya «casa del rocío» o»persona que se ocupa de una casa». Posteriormente fue admitida la etimología que empleaba el arqueólogo británico Eric Thompson, en la que la denominación de este personaje se componía de las partículas «itzam» que significa lagarto, y «naaj» que es «casa», tomándose toda la frase como «casa del lagarto».
Estudios de reciente data señalan que la partícula inicial del nombre puede traducirse como «iits», que es la base lingüística empleada para denotar todo tipo de secreciones, entre las que se cuentan la resina, el néctar, el semen y el rocío. Igualmente pudiese señalar a su cualidad como brujo. No obstante, la lectura fonética precisa de los glifos relacionados a este dios, está aún por verificarse.
Origen de Itzamná
Itzamná fue inicialmente un gran sacerdote maya arribado con los chanes de Bacalar (luego denominados itzáes) para crear primero y luego asentarse en Chichén Itzá, en el año 525 d.C., «a través de la primera bajada, o bajada menor del oriente, según relatan las crónicas».
Fue allí, en Chichén Itzá, donde los chanes establecieron la sede de su jefatura, y donde residió Itzamná e instruyó sus principios un tiempo. Hombre culto que «dio nombre a los lugares y territorios, sitios y colinas del Mayab, hoy Yucatán», y creó los primeros símbolos que sirvieron de letras a los lugareños de la zona.
El influjo de Itzamná prosiguió el camino de los chanes hacia el occidente quienes, en su recorrido por la península, crearon otras ciudades de gran población que hoy tiene importancia como Ek Balam, Izamal, Motul y T’Hó, que se situó en el lugar de la actual Mérida, asentada por los españoles a través de la ocupación de Yucatán.
Se señala a Itzamná como padre de la escritura y de los libros, quien proporcionó a la localidad de Yucatán la denominación con que hoy es conocida, agregado a las particiones de las tierras de dicha área. No obstante, el culto de Itzamná no se originó en Yucatán, contrariamente, llegó de otros lugares. Se relata que posiblemente se trató de un dios proveniente del Petén.
Deificación
Cuando el tiempo había arribado, engrandecida su reputación y fama, Zamná fue promovido a divinidad en el panteón maya. Así, Itzamná deidad, de acuerdo a Eric S. Thompson, en su obra «Historia y Religión de los Mayas», está relacionado con la faz del sol y con la lluvia, por ende con la agricultura.
A este sacerdote se le asignó igualmente el nombre de Lakin-Chan que en dialecto maya significa «el sacerdote Chan, que llegó del oriente». La relevancia de Itzamná como fértil creador de la sabiduría maya provino de su arribo a Chichén Itzá en la época en que fue fundada.
De tal manera que Itzamná fue la divinidad que fue parte como adalid en la creación y el que asumió la posición del dios supremo. Al ser sucesor de Hunab Ku, el dios creador, despuntaba encabezando el panteón maya. La historia le señala como conyugue de Ixchel y progenitor de Bacabs.
¿Quién es Itzamná?
La fisonomía de Itzamná lo exhibe como un anciano de mandíbula y carente de dientes y de mejillas hundidas, aun así y debido a que es un dios omnipresente se sospechaba que podía adoptar diversas formas, pudiendo aparecer como ave o cocodrilo. En su nombre se reconocen dos jeroglíficos, representando el primero su cabeza y el segundo dispone como componente primordial el signo del día, el Ahau.
Dicho símbolo de día, se traduce como rey, así como diversos derivados tales como majestad, soberano, príncipe o gran señor. El jeroglífico secundario denominado Itzamná, establece su lugar como líder de la estirpe maya. Era el protector del “Ahau”, y el de mayor importancia de la veintena de días mayas.
Itzamná era estimado como una deidad un dios bondadoso, ya que jamás se le vio vinculado con devastación, muerte o desgracias. De acuerdo a la mitología Maya, Itzamná se desposó con la deidad Ixchel quien era la diosa maya de la luna, el amor y la preñez, con la cual procreó trece hijos, dos de ellos fungieron como divinidades creadoras.
Itzamná dios de la Sabiduría
En la cultura Maya, Itzamná es tenido como la divinidad de la Erudición, el creador de las ciencias y el entendimiento. Como el patrocinador de la sabiduría, es él quien explica el razonamiento. Expresa la sabiduría de los libros o de la propia ciencia en su modo tradicional, incorporando sus investigadores, sus componentes y sus laboratorios.
Itzamná fue denominado el Creador de la Sabiduría, de la facultad que tienen los humanos para probar cosas nuevas. Se indica que Itzamná se presentaba como el rocío de las nubes y del cielo. Igualmente era el agua bendita que los mayas cogían de la hojas de las plantas para ser empleadas en ritos y ceremonias.
Esta circunstancia está relacionada con el árbol del mundo, el eje matriz que enlazaba el cielo, la tierra y el inframundo. Se le juzga como un espíritu cósmico de vida que alienta al caos para que se genere la creación. Se le distinguía en ocasiones con las deidades Kukulkan, Ah Kin y Hunab-ku. Concentra grandes contrarios cósmicos, aparece como un pájaro que simboliza al cielo y como la serpiente que representa la tierra.
Siendo Itzamná dios del cielo igualmente era vinculado a la luna, los séquitos, el sol e inclusive el viento. Se le confirió el título como el progenitor de todos los dioses. Su divinidad se le mancomunada con diversos animales y plantas como el caimán, el cacao, el maíz, el buitre o la ceiba, adicionalmente se señalaba que había mostrado como cultivar estas plantas a los hombres.
Importancia de Itzamná para la Mitología Maya
Entre las divinidades mayas, Itzamná es una de las de mayor relevancia por ser éste hijo del dios creador. Agregado a ello, fue conocido como deidad de la sabiduría por ser el creador de la escritura y de los libros. De acuerdo a muchos estudiosos de la cosmogonía maya los aros en las orejas de Itzamná, expresan la necesidad de oír la voz de la conciencia, de prestar atención y proceder con sensatez.
Sumado a ello, para muchos, Itzamná creador de la sabiduría, expone la noción de una existencia con propósito, de admitir la variedad de la psicología humana y de lograr conseguir un sendero entre lo contradictorio de las emociones, las cuales pueden expresarse hoy como amor y al otro día como odio, y de esta manera ingresar en el camino de la sabiduría.
Legado
Se le reconoce a Itzamná , entre otros aportes culturales, el haber enseñado a su pueblo los beneficios del cultivo y utilización de ki (henequén) y el agave que desde esos tiempos ha sido parte de la práctica agrícola de la península de Yucatán.
Izamal, en Yucatán, es estimado como el núcleo principal del culto a Itzamná, puesto que, de acuerdo a la tradición, en esa localidad permaneció tras su salida de Chichén Itzá, y en ese lugar falleció.
El historiador Juan Molina Solís ha escrito que no debe señalarse como fundador de Izamal, a pesar de que hasta ahora sea lo aceptado tradicionalmente. En esta misma línea, se sostiene que los restos de Itzamná fueron sepultados en las distintas edificaciones prehispánicos que aun se consiguen en esta ciudad.
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